ENTREVISTA A EDUARDO SACHERI

Eduardo Sacheri. “Todo es una incógnita, una amenaza en el horizonte”
El escritor venía de presentar en España Lo mucho que te amé cuando empezó la cuarentena; dice que la creación necesita “normalidad”

En cuarentena en su casa de la zona oeste de la provincia de Buenos Aires, donde tiene un estudio con vista al jardín para trabajar, Eduardo Sacheri prepara la arquitectura de un nuevo libro, del que solo adelanta que transcurrirá en la década de 1980

. El autor de Lo mucho que te amé y La noche de la usina, entre otras exitosas novelas, siempre diseña una estructura antes de empezar a escribir. “No sé si estaría en este momento en condiciones de ponerme con la parte literaria del asunto. Si la cuarentena me hubiera agarrado en esa etapa creo que el tiempo hubiera sido menos productivo”, aclara.
–¿En qué estabas cuando empezó la cuarentena?
–Venía de presentar Lo mucho que te amé en España. Volví al país el 7 de marzo y estoy enclaustrado desde entonces. Primero hice los 14 días de aislamiento preventivo y cuando eso se estaba por terminar se decretó la cuarentena general. Así que llevo más días de encierro que los demás.
–¿Estás escribiendo algo nuevo?
–No. Lo que hice fue anticipar el diseño de una novela nueva. Me imaginaba un primer semestre de gira: viajando y con presentaciones y entrevistas. Con este corte repentino, me puse a trabajar. Si la cuarentena me hubiera agarrado en etapa de escritura, creo que hubiera sido menos productivo.
–¿Por la dispersión?
–Sí. La propia anormalidad te pone en un estado de cautela y de vigilia que te obliga inútilmente a estar chequeando información, mirando redes y diarios, escuchando radio. Todo es una gran incógnita, una gran amenaza en el horizonte. No hay serenidad. El laburo creativo requiere de una normalidad o una previsibilidad que en este momento nadie tiene.
–¿Podrá colarse algo de todo esto en la trama?
–No creo que se me cuele porque yo, básicamente, tardo mucho en asimilar las cosas. Ahora estoy, más que nada, confundido. Tiene que pasar un tiempo para que pueda apropiarme de algo, sea lo que sea, más allá de la pandemia. No sabría cómo hacerlo, sería artificial de mi parte.
–¿Cómo te resulta enseñar Historia a distancia?
–En los últimos años había implementado el uso del celular en clase para darle una buena utilidad. Ahora descubrí Google Classroom, una plataforma sencilla que permite preparar clases, compartir material, que los alumnos suban sus tareas y corregirlas. Recién hace una semana empezamos con las clases “presenciales” vía Zoom.
–¿Es una asignatura apta para narrar a la distancia?
–Claro. La clave, como siempre, es la flexibilidad: que puedas pensar en nuevos modos de comunicarte y de involucrarte con tus alumnos, que se establezca un vínculo afectivo además de académico, que es difícil a la distancia.
–¿Arrancaste con el programa habitual o incluiste la pandemia con un hecho que quedará en la historia?
–Por el momento, me pareció importante dotar las clases de la mayor normalidad posible. Creo que, frente a la anormalidad, hay dos grandes opciones: o volcarte hacia la constatación y la contemplación de lo que pasa e intentar elaborar esa anormalidad o decir “sigue la vida”. Una manera de adaptarme a lo que pasa es reconstruir todo lo posible los aspectos normales de la vida. Porque si no, es un continuo de excepciones y podés naufragar.
–¿Cómo se evalúan los conocimientos adquiridos de esta manera? ¿O es un año en el que vale no evaluar?
–Creo que hay que pensarlo. Por el momento, considero que ya adaptarte y ponerte a trabajar en este contexto es todo un aprendizaje, más allá del académico. Si en medio de esto los chicos son capaces de engancharse, cumplir con las tareas y avanzar con lo que encomiendo, ya veremos qué pasa después.
–¿Qué te atrae de compartir lecturas por Instagram?
–Disfruto mucho al leer un cuento a la nochecita, ese horario que es proclive a la melancolía. Que alguien te lea puede ser muy placentero y te libera de una tarea que tal vez tenías oxidada. Los hago en vivo, los dejo un día guardados, si alguien los quiere ver ahí están, si no se pierden. Me gusta también esa idea de fugacidad.

N. B.