sábado, 4 de abril de 2020
PARA VOLVER A VERLOS
Lisa Kudrow en Feel Good
1 temporada Disponible en Netflix
“Es icónica”, dice una de las protagonistas de esta comedia la primera vez que ve en persona a la madre de su novia. Más allá del lógico nerviosismo de la situación, la frase tiene una carga metadiscursiva evidente. Es que Linda, así se llama el personaje, está encarnada por Lisa Kudrow, un definitivo ícono de la comedia para toda una generación. O dos. En esta ficción británica creada y protagonizada por la canadiense Mae Martin (ver crítica en esta página), todo gira en torno su personaje, una joven con un pasado de adicciones que emigró a Londres para empezar de nuevo. Y probablemente para escaparse de su mamá, a la que la exphoebe de Friends le aporta todo su oficio. Desde las primeras escenas en la que la protagonista se comunica con sus padres a través de Facetime, la tensión entre madre e hija es palpable, lo mismo que la complicada personalidad de Linda, que se manifiesta cuando finalmente se reúnen (encuentro que incluye una vuelta en tren fantasma) y discuten con viejos rencores y heridas sin sanar.
Diane Guerrero en Doom Patrol
1 temporada Disponible en HBO Go-cinemax
Pocas series tuvieron tantos personajes femeninos como Orange Is the New Black. Y lo cierto es que nunca hubo una ficción televisiva como la de Netflix, que abarcara tanto del espectro de la condición femenina como la comedia carcelaria. Claro que por todos sus evidentes méritos, la estructura de cada episodio limitaba la aparición de muchas de las integrantes del elenco. Sin embargo, aun con esas restricciones, Guerrero consiguió que su Maritza resultara inolvidable. Inteligente, rápida de reflejos y siempre dispuesta a hacerse la tonta para lograr sus objetivos, Maritza era puro disimulo y control, mientras que Jane, el personaje que la actriz interpreta en Doom Patrol, la nueva entrada en el Universo DC sobre un equipo de peculiares superhéroes, daría lo que fuera por controlar su peculiar poder. Con 64 personalidades distintas, cada una con su propia “habilidad”, Jane es un papel con el que sueñan todas las una actrices y Guerrero logra hacerle justicia.
Winona Ryder en The Plot Against America
1 temporada Disponible en HBO Go
Un emblema de la generación X y una de esas historias de tropezón, caída y redención que tanto gustan en Hollywood, en esta miniserie basada en la novela de Philip Roth, Ryder vuelve a demostrar por qué fue una actriz imprescindible en la década del 90 y por qué es tan buena noticia que la industria finalmente haya “liberado” a Winona. Como sucedió antes en Stranger Things, en The Plot Against America cada vez que la actriz aparece en escena el equilibrio del cuadro se inclina hacia ella. Y no se trata solo del detallado trabajo de vestuario y maquillaje de época sino sobre todo del magnetismo de Ryder. Como Evelyn, la hermana solterona de Elizabeth (una magnífica Zoe Kazan) la madre judía en el centro del relato, Ryder pone toda su expresividad al servicio de un personaje con mucha más profundidad de la que aparenta en un principio. Sus claroscuros empiezan a vislumbrarse en las escenas que comparten las hermanas divididas por el miedo, el racismo y el peso de la historia.
STREAMING XL
Lo que están viendo nuestros críticos y las críticas de los últimos títulos para
Mae Martin es una comediante canadiense, treintañera y habitante de Londres, una especie de Ellen Degeneres versión millennial, que agita con su humor autobiográfico el universo de la comedia romántica televisiva. Feel Good tiene algo del espíritu de la Fleabag de Phoebe Waller-bridge , pero más afirmada en algunos convencionalismos: familia disfuncional, pasado tóxico, ansiedad existencial y dependencia amorosa.
Con esos tópicos, Martin delinea su propio álter ego en los seis episodios de media hora –el formato preferido de los ingleses– que forman la primera temporada, a partir de un encuentro que define su vida: el que la une a George (Charlotte Ritchie), una maestra que no se anima a salir del clóset.
Pero Feel Good es mucho más que eso. La serie comienza cuando George asiste tres noches seguidas al show en de el Mae que en sus un rutinas bar londinense, son siempre recibidas con bostezos o indiferencia. George, en cambio, se ríe de sus chistes, la invita a una especie de cita camuflada en algo casual, y terminan viviendo juntas a los tres meses de conocerse.
A partir de allí, el pasado de Mae comienza a salir a la luz: sus pasadas adicciones, la peculiar relación con sus padres (las videollamadas con su madre, interpretada por Lisa Kudrow , son extraordinarias), su estancia en la cárcel y su convulsionada vida amorosa. Martin construye el trasfondo de su universo con un humor notable, centrado en líneas de diálogo impecables, pero también en una observación aguda sobre el amor y sus infinitos vericuetos.
La serie progresa con un ritmo casi perfecto y logra atender la complejidad de su personaje, el peso de la ansiedad en su vida cotidiana, el fantasma de sus errores pasados, con un equilibrio asombroso entre la angustia y la irreverencia. No tiene el poder corrosivo del humor de Waller-bridge, pero aspira a recoger algo de ese ímpetu de reflexión bajo el aura de una comedia de desencuentros amorosos, aspiraciones profesionales y mandatos de bienestar.
Uno de los logros de Martin consiste en resignificar lugares comunes como el espacio de una terapia grupal, para reconvertirlo en una escena absurda, mientras se observa a sí misma y a su generación desde sus miedos y aprendizajes, y nunca por encima de ellos. Allí es interesante lo que consigue respecto a los límites de la comedia del stand up, formato que siempre parece observar el mundo desde una voz externa, que se desnuda pero que al mismo tiempo resulta sentenciosa. Martin resigna ese privilegio, convierte la misma realidad de su personaje en un escenario, en una horizontalidad con su mundo y sus criaturas que resulta transformadora.
Prolijo y admirado retrato del campeón
(argentina/2020).dirección: Francisco Macri. disponible en: Netflix.
Estamos ante una gran celebración documental de la vida deportiva del quíntuple campeón mundial de Fórmula 1 y por sobre todo un deportista ejemplar. El tono (clásico, prolijo, cuidado, sin estridencia alguna) elegido por sus responsables está en línea con la frase dicha por el piloto balcarceño en uno de los tramos iniciales, cuando dice que hay que aspirar todo el tiempo a ser el mejor, pero nunca creer que uno ocupa ese lugar.
Por tratarse de una producción de la que participa oficialmente lafundaciónmuseodelautomovilismo, este documental cuenta con la ventaja de aprovechar un material de archivo que no suele estar al alcance de todos. Ese carácter oficial le quita de entrada cualquier posible matiz a la exploración de la personalidad de Fangio. Pero queda claro sobre todo desde las voces convocadas para hablar del protagonista que su comportamiento en las pistas y en toda su vida deportiva ha sido ejemplar.
Cualquiera que se acerque a este documental con la intención de saber quién era Fangio dentro de un auto de competición saldrá de él con la convicción de que se trató de un conductor inspirado, preciso, hábil, meticuloso, planificador y detallista al extremo, que supo sacar provecho de todas las posibilidades que ofrecía la competición automovilística de la época y a la vez minimizar sus peligros. De todas maneras, siempre queda la incógnita de saber cómo afecta a la psiquis de un piloto enfrentar en un accidente del cual él mismo se reconoce responsable la muerte de su acompañante , como le ocurrió a Fangio en una carrera entre Buenos Aires y Caracas previa a sus colosales triunfos en Europa.
El documental se apoya en amplios recursos de producción que le permitieron acceder a los lugares en los que Fangio hizo su vida deportiva (en Italia y Alemania, sobre todo) y reconstruir parte de ella desde la actualidad. También aprovecha muy bien los testimonios de algunos ex campeones de Fórmula 1 y admiradores de Fangio, en especial el escocés Jackie Stewart y el francés Alain Prost. Junto a ellos (y al muy interesante aporte de un par de veteranos mecánicos) quedan muy claros los contrastes entre el ayer y el hoy de la Fórmula 1, sobre todo en relación a los riesgos a los que se exponen los pilotos.
Hay muy buen material de archivo de las carreras de la época y una adecuada selección de la palabra de Fangio, extraída de distintas entrevistas que concedió luego de su retiro. Aparece aquí es la intención, nunca explícita, de recorrer una trayectoria deportiva modélica. Basta seguir por un minuto el modo en que el auto conducido por Fangio recorre una pista de carrera para comprobarlo.
Drogas, espiritismo y psicología barata
(austria-alemania/2020). creadores: Marvin Kren, Stefan Brunner y Benjamin Hessler. elenco: Robert Finster, Ella Rumpf, Greorg Friedrich. disponible en: Netflix.
Paula Vázquez Prieto
Freud no es una serie sobre Sigmund Freud. No es una biopic, ni una exploración sobre el nacimiento de la terapia psicoanalítica, ni un estudio sobre el personaje y su obra. El nombre de Sigmund Freud es apenas una excusa para situar la acción en la Viena de fines del siglo XIX, un anzuelo para aquellos interesados en los contraluces de la figura más influyente de la psicología moderna, un artilugio para construir un policial con ecos alucinógenos.
Si Freud, la serie, se hubiera emancipado del nombre y todas sus connotaciones, podría haberse pensado como un gótico con todas las letras, menos grisáceo que El alienista y más deudor de las originales aventuras de la literatura de Horace Walpole, con sus castillos encantados, sus brujerías y sus crímenes macabros. Pero no: la ficción creada por Marvin Kren, Stefan Brunner y Benjamin Hessler pierde incluso esa autonomía al atar la vida de Freud a una narrativa delirante, que en cada uno de sus giros dramáticos demuestra que nunca tuvo el rumbo claro.
Viena es un “freak show” y Freud (Robert Finster) parece ser el invitado ideal a esa feria de atracciones. Adicto a la cocaína, desacreditado por la comunidad científica por charlatán, asediado por deudas y un casamiento postergado, el joven Sigmund cruza su camino con el inspector Kriss (Georg Friedrich) a raíz de una serie de asesinatos y brutales mutilaciones, que agitan tanto los salones de alta alcurnia como los sórdidos canales del Danubio. Kriss es un investigador de la policía imperial, exsoldado atormentado por los fantasmas de la guerra, que celebra duelos con su pasado e indaga los ribetes más espeluznantes de esa Viena de pesadilla. Mientras tanto, en las fiestas de la alta sociedad opera en las sombras un matrimonio de expatriados húngaros, protectores de una médium (Ella Rumpf) que predestina tragedias y avista misterios en eróticas sesiones de espiritismo. Sí, todo ello ocurre mientras Freud deambula por las difusas fronteras entre la psiquiatría y la magia negra.
La trampa en la que caen los creadores no es solo la de su propia ambición de acumulación –de estilos, de elementos históricos y fabulados, de golpes de efecto–, sino también de aquella que convierte tanto el trasfondo político como el criminal apenas en un pesado andamiaje en el que todos sus personajes funcionan de manera mecánica, guiados por el intento de enredar la trama y hacerla escandalosa, de exprimir el universo freudiano de todas sus lecturas. En ese callejón sin salida, la serie se reduce a un pastiche indeciso entre retazos de psicología barata y el horror más efectista.
N. T.
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