Milan Kundera. El escritor que no es profeta en su tierra

Un reciente libro biográfico, best seller en su país natal, explora en forma polémica las ambiguas relaciones con el régimen comunista del novelista checo más celebrado en el mundo
En los últimos meses una racha de buenas noticias hizo pensar a muchos lectores del mundo que el conflictivo vínculo entre el escritor Milan Kundera y su país natal, la República Checa, podría tener un final feliz.
La recuperación de la nacionalidad checa del escritor en noviembre pasado se potenció con la entrega de su archivo a Brno, la ciudad en que nació, y luego con la obtención del prestigioso Premio Franz Kafka, otro escritor que también supo tener sus vaivenes a los ojos de los checos: de cierta indiferencia propulsada por el comunismo a devenir casi una atracción turística.

Para algunos maliciosa hasta la médula y, para otros, seria y exhaustiva la obra se dedica a pegarle a Kundera por todos los frentes: por su colaboración con el comunismo, por su extraña forma de ser e incluso también por su literatura.
En muy poco tiempo, esta biografía de casi mil páginas no solo se convirtió inmediatamente en un best seller -incluso antes de llegar a las librerías- sino que también generó una polarización al mejor estilo argentino entre los defensores de Kundera y los del autor del libro, el autor Jan Novák, un escritor checo que vivió muchos años en Estados Unidos y es principalmente conocido por Hasta aquí, todo bien, su premiada novela sobre unos controvertidos y célebres hermanos que, en la década de 1950, decidieron enfrentar al régimen comunista armados y sin medir consecuencias.

En efecto, son muchos los lectores checos que hoy recuerdan haber tenido que leer obras de su gran escritor en otros idiomas porque él recién en la década de 1990 autorizó la publicación de algunos de sus libros en República Checa.
Jan Novák le reconoce a Kundera algunos méritos literarios, sobre todo por algunos de sus relatos y, tal como él mismo dice, por su excelente novela La vida está en otra parte. Pero ni siquiera menciona ese libro con título irresistible que, al menos en Argentina, terminó de catapultarlo a la fama: La insoportable levedad del ser tuvo además una popular adaptación al cine filmada en parte en la ciudad francesa de Lyon (por ciertas semejanzas con Praga) y con una notable dupla protagónica formada por Juliette Binoche y Daniel Day-Lewis.

En ese mismo sentido, Novák asegura que no siempre se tiene en cuenta el excelente trabajo que hizo uno de sus principales traductores al inglés, Michael Henry Heim, como si en algún punto hubiera pulido una escritura original que él considera algo despareja. Novák concluye la idea con una frase muy fuerte: "Es una gran injusticia: los escritores más poderosos consiguen a los mejores traductores mientras los demás deben conformarse con traductores mediocres que los arrastran hacia abajo".
Por otro lado, Novák entiende que la importancia de la literatura del novelista checo también se debe a que ofreció una especie de guía sobre la vida durante el comunismo: "Kundera escribe de una manera muy simple, fácil de traducir, estructuralmente clara. Pero, sobre todo, creo que gran parte de su fama radica en explicarle al resto del mundo la vida en el comunismo, como si revelara ese gran enigma y hasta su atractivo, cuando el comunismo no estaba bien visto en casi ningún lado a excepción de China, Vietnam y Cuba".
Precisamente, llama la atención que en la biografía de Jan Novák no se haga tanto énfasis en el escándalo que surgió en 2008 cuando el semanario checo Respekt accedió a las actas policiales que, al parecer, mostraban que, a los veinte años de edad, Kundera había delatado a su compatriota Miroslav Dvorácek ante la policía comunista. En todo caso, la mayoría de los dardos se dirigen a sus convicciones comunistas, aun cuando Kundera ya llevaba unos buenos años viviendo en Francia, país al que emigró en 1975.

Para emprender su ataque, Novák llega a recurrir incluso a pasajes concretos de la obra de Kundera, un tipo de análisis que muchos denostaron, básicamente, por romper el principio de autonomía literaria.
Novák reconoce haber tenido muy en claro que, en especial, el mundo académico suele establecer una separación casi sagrada entre la obra y el escritor. Pero al mismo tiempo argumenta que tanto Marcel Proust como su autor favorito, V. S. Naipaul, entienden que solo es posible esconderse en la no ficción ya que "la psicología básica de alguien, sus deseos y miedos más profundos, se revelan en la ficción". Y si bien Kundera, al estallar la controversia de 2008, dijo que no estaba enterado de nada, Novák está absolutamente convencido de que en La vida está en otra parte hay un enorme conocimiento sobre la psicología de alguien que traiciona y delata a otra persona.
"También puedo asegurar que todo el libro La broma está basado en incidentes reales de su vida. El personaje de Ludvik es una figura autobiográfica, compuesta por las ideas y la fe de Kundera en un partido que también lo terminaría expulsando".

Por último, Jan Novák le dedica un último ataque a Kundera que es, al mismo tiempo, un elogio para nuestro escritor más importante, ese que hoy parece gozar de una legitimidad casi unánime aunque cada tanto no deja de recibir también algunos ataques por sus decisiones (u omisiones) políticas. Quizá porque, en definitiva, tal vez sea un poco cierto eso de que nadie es profeta en su tierra: "También me parece que Kundera, a diferencia de un autor como Borges, es muy superficial. Conocí a Borges en la década del 70 en la Universidad Northwestern de Chicago donde dio un discurso en un inglés maravilloso, respondiendo preguntas muy ingeniosas, fue una velada muy impresionante. La obra de Borges es tan erudita como maravillosa, te abre la mente".
J. P. B.
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