Otoño, de Ali Smith
Cómo captar el tiempo presente al ritmo de las estaciones
V. B.
La velocidad es una de las marcas registradas de nuestra época y parece difícil imaginar que los tiempos de la literatura puedan adaptársele sin más. La escocesa Ali Smith (Inverness, 1962) se propuso, sin embargo, escribir una novela por estación y, contra su propio pronóstico, logró dar forma a su Cuarteto estacional, publicado en inglés entre 2016 y 2020. Con la redacción del ciclo, cumplió su sueño de atrapar en su prosa la urgencia del presente y de poder publicar el resultado poco menos que en tiempo real. La rapidez de ejecución, más allá de que los libros se convirtieron en un fenómeno literario en Gran Bretaña, podría despertar desconfianza en el lector. Contra todo, basta leer Otoño, la primera de las novelas, para sorprenderse por la manera en que esa mirada atenta a los devenires de los días proyecta en una amistad improbable el núcleo más álgido de la vida contemporánea.
Elizabeth es una historiadora del arte en la treintena que vuelve a su pueblo de infancia para acompañar en su final a su amigo Daniel, un compositor de 101 años que vive en un asilo de ancianos. En una Inglaterra convulsionada por las urgencias del Brexit, mientras él duerme, ella le lee. El pasado de ambos retorna entonces en un juego de recuerdos fragmentarios que enlaza sus vidas a partir de la primera vez que se vieron: fue cuando Elizabeth, entonces de diez años, se mudó con su madre a la casa lindera a la de Daniel. Entre los dos se produjo una conexión inmediata.
Con humor, Smith muestra que toda diferencia exterior puede ser solo en apariencia una forma de distancia. La conversación franca y el respeto nutren los lazos de los dos personajes. Otoño se pregunta, entre otros temas, por la familia y su configuración actual, más inclinada a fundarse en el afecto que en los vínculos de sangre. La madre de Elizabeth es a pesar de todo un personaje clave, que se transforma a medida que su hija crece y exhibe otra dimensión de la mujer y la maternidad.
Resulta cautivante la manera en que Ali Smith nutre las vivencias de sus personajes con arte. La música, los collages y la pintura (incluso una serie de televisión) los ayudan a construirse a sí mismos y a ampliar la mirada que tienen del mundo. En la trama se infiltra sorpresivamente la artista visual Paulina Boty (1938-1966), la única mujer que fue parte del arte pop británico, y deviene central en la vida de los protagonistas.
Smith consigue así retratar una sociedad en la que resuena como telón de fondo la violencia de las identidades nacionales, el antisemitismo, la discriminación. La profunda simplicidad de Otoño recuerda los modos de Katherine Mansfield, con lo cual logra una doble proeza: la de entroncar con la mejor tradición británica e iluminar al mismo tiempo un presente escurridizo.
Otoño
Por Ali Smith
Nórdica. Trad.: Magdalena Palmer
256 páginas, $ 1295
La velocidad es una de las marcas registradas de nuestra época y parece difícil imaginar que los tiempos de la literatura puedan adaptársele sin más. La escocesa Ali Smith (Inverness, 1962) se propuso, sin embargo, escribir una novela por estación y, contra su propio pronóstico, logró dar forma a su Cuarteto estacional, publicado en inglés entre 2016 y 2020. Con la redacción del ciclo, cumplió su sueño de atrapar en su prosa la urgencia del presente y de poder publicar el resultado poco menos que en tiempo real. La rapidez de ejecución, más allá de que los libros se convirtieron en un fenómeno literario en Gran Bretaña, podría despertar desconfianza en el lector. Contra todo, basta leer Otoño, la primera de las novelas, para sorprenderse por la manera en que esa mirada atenta a los devenires de los días proyecta en una amistad improbable el núcleo más álgido de la vida contemporánea.
Elizabeth es una historiadora del arte en la treintena que vuelve a su pueblo de infancia para acompañar en su final a su amigo Daniel, un compositor de 101 años que vive en un asilo de ancianos. En una Inglaterra convulsionada por las urgencias del Brexit, mientras él duerme, ella le lee. El pasado de ambos retorna entonces en un juego de recuerdos fragmentarios que enlaza sus vidas a partir de la primera vez que se vieron: fue cuando Elizabeth, entonces de diez años, se mudó con su madre a la casa lindera a la de Daniel. Entre los dos se produjo una conexión inmediata.
Con humor, Smith muestra que toda diferencia exterior puede ser solo en apariencia una forma de distancia. La conversación franca y el respeto nutren los lazos de los dos personajes. Otoño se pregunta, entre otros temas, por la familia y su configuración actual, más inclinada a fundarse en el afecto que en los vínculos de sangre. La madre de Elizabeth es a pesar de todo un personaje clave, que se transforma a medida que su hija crece y exhibe otra dimensión de la mujer y la maternidad.
Resulta cautivante la manera en que Ali Smith nutre las vivencias de sus personajes con arte. La música, los collages y la pintura (incluso una serie de televisión) los ayudan a construirse a sí mismos y a ampliar la mirada que tienen del mundo. En la trama se infiltra sorpresivamente la artista visual Paulina Boty (1938-1966), la única mujer que fue parte del arte pop británico, y deviene central en la vida de los protagonistas.
Smith consigue así retratar una sociedad en la que resuena como telón de fondo la violencia de las identidades nacionales, el antisemitismo, la discriminación. La profunda simplicidad de Otoño recuerda los modos de Katherine Mansfield, con lo cual logra una doble proeza: la de entroncar con la mejor tradición británica e iluminar al mismo tiempo un presente escurridizo.
Otoño
Por Ali Smith
Nórdica. Trad.: Magdalena Palmer
256 páginas, $ 1295
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.