¿A qué llamamos equipo económico aquí y ahora?
Juan Carlos de Pablo
Matías Kulfas y Martín Guzmán, dos ministros con incidencia en materia económica
Un conjunto de talentosos músicos interpretó el Bolero de Maurice Ravel. La novedad es que lo hizo sin que alguien los dirigiera. Como dije, eran individualmente talentosos. ¿Qué pasó? Que los sonidos eran identificables, porque no es fácil estropear esa maravillosa pieza musical, pero sonaba horrible. Esto, que a primera vista parece una tontería, se le ocurrió a alguien que prepara material didáctico, para enfatizar la importancia del trabajo en equipo. Material útil en las empresas, los canales de televisión y los funcionarios del área económica de cualquier gobierno.
Sobre la importancia de esto consulté al ruso Boris Grigoryevich Fyodorov (1958-2008), quien en un par de oportunidades fue ministro de finanzas y entre 1992 y 1994 viceprimer ministro. Se destacó entre los jóvenes economistas que introdujeron significativas reformas económicas en Rusia, luego de la caída del Muro de Berlín. Según The Economist, “como ministro no fue muy exitoso. Porque, como les ocurriera a otros reformadores contemporáneos, tenía más conocimientos económicos que políticos. Además de lo cual era demasiado imprudente, demasiado impaciente y probablemente demasiado cerebral para el sombrío mundo del gobierno ruso”.
–Al menos en sus versiones más simplificadas, el análisis económico siempre es unipersonal.
–Así es. En la teoría de la empresa las decisiones las adopta una sola persona, el empresario, y en la teoría de la política económica, el ministro de economía. A raíz de que no todo el mundo tiene a su disposición toda la información, en el último medio siglo se analizaron las implicancias de las asimetrías informáticas (entre compradores y vendedores, entre jefes y empleados, entre contribuyentes y el Estado, etc.), que a partir de Michael Jensen y William H. Meckling, generaron el denominado análisis de principal y agente.
–Adalbert Krieger Vasena tenía claro el carácter gerencial del puesto de ministro de economía.
–Por lo cual, cuando a fines de 1966 fue convocado por el entonces presidente Juan Carlos Onganía, para suceder a Néstor Jorge Salimei, compró un cuaderno para anotar nombres, no medidas. Ya había ocupado el cargo a partir de 1957. Frente al nuevo desafío Krieger no se preguntó tanto por lo que había que hacer, sino con ayuda de quiénes encararía la tarea.
–En otros términos, formó un equipo.
–Como lo hicieron José Ber Gelbard, José Alfredo Martínez de Hoz, Juan Vital Sourrouille y Domingo Felipe Cavallo.
–¿Cómo funciona un equipo?
–Con valiosos aportes individuales y adecuada coordinación. Lo primero es fundamental. Volvamos al Bolero. Si los intérpretes son ineptos, ni Arturo Toscanini es capaz de generar un buen concierto, pero si el director no marca los tiempos, y les indica a los diferentes músicos si tienen que tocar más alto o más bajo, el resultado tampoco será satisfactorio.
–¿Qué significa esto, en el caso de un equipo económico?
–Que mejor que los secretarios de agricultura, energía y transporte, conozcan bien a sus respectivos sectores; pero quien conduce tiene que coordinar, que quiere decir dirimir entre los obvios conflictos que existen entre los sectores. Un buen ministro de economía tiene que contar con vehementes secretarios, que lo inunden de iniciativas individualmente muy atractivas; pero él se tiene que reservar la palabra final.
–¿Qué tiene que hacer el ministro, con los disensos?
–Estimularlos, siendo exigente con las presentaciones. Pero advirtiéndoles a sus colaboradores, que las opiniones se vierten dentro del ministerio, y que una vez que se adopta una decisión, todo el mundo se encolumna. Lo cual implica, entre otras cosas, resistir las presiones de los periodistas, porque en los medios de comunicación el disenso genera más rating que el consenso.
–¿Qué tiene que hacer el miembro del equipo económico, que no está de acuerdo con estas reglas del juego?
–Irse. En el ámbito académico el disenso puede mantenerse vivo y sin converger a algún resultado concreto, porque no está directamente al servicio de la acción. ¿Se imagina al personal del SAME, en estado deliberativo?
–Todo esto se refiere al ministro de economía y su equipo, pero en la Argentina 2021 hay varios ministros que se ocupan de las políticas públicas referidas a la economía. Con igual jerarquía institucional, y sin ningún liderazgo claro.
–Flor de problema que tienen ustedes, porque hablar de equipo económico está más cerca de la poesía, o de una nomenclatura usual, que de una realidad. Formalmente Martín Maximiliano Guzmán es el ministro de economía, pero no parece estar a cargo de la conducción económica. En rigor, nadie parece estar a cargo.
–¿Qué quiere decir?
–La tasa de inflación implícita en las diferentes porciones de la política económica tiene que ser la misma. ¿Cuál es la tasa de inflación implícita en la política cambiaria, la de tarifas públicas, la de precios cuidados y descuidados, la jubilatoria, la salarial, la de los planes sociales, etc.? ¿Con qué hipótesis de compra de vacunas se elaboró el presupuesto 2021? Sería una tontería que Guzmán le dijera a su par de salud, Carla Vizzotti, que no compre vacunas porque no hay presupuesto; lo que no es una tontería es analizar qué otras modificaciones de la política económica hay que realizar, a raíz del mayor gasto en vacunas.
–El contexto político tampoco ayuda.
–Efectivamente, no debe ser fácil para un ministro, aquí y ahora, buscar pistas para orientar su accionar, en función de los lineamientos generales del gobierno. En estas condiciones, lo que cabe esperar es que el accionar se reduzca a lo mínimo indispensable. Esto, en la superficie, quizás no se note; pero en el plano sustancial es bien claro.
–¿Qué tiene que hacer cada uno de nosotros, en este contexto?
–Ver cómo le encuentra la vuelta, sabiendo que si el Estado le proporciona la solución a alguno de sus problemas, lo tome como un regalo del Cielo, y no como parte de su estrategia. La clave en el “ver cómo le encuentra la vuelta”, está en la heterogeneidad, tanto entre como dentro de cada uno de los sectores.
–Explíquese, por favor.
–La desagregación sectorial de la evolución del PBI muestra que agro, industria y hasta ciento punto construcción, son sectores que pudieron sobrellevar las implicancias económicas de la pandemia/cuarentena, mejor que hoteles y comercio. Esto, en buena medida, es independiente del accionar individual. Una familia en la cual hace muchos años Gabriela puso una fábrica de alcohol en gel, y Cecilia una de bufandas, no está integrada por una hermana mejor que la otra. Pero dentro de cada sector la realidad puede ser diferente, y eso sí depende de la actitud y la garra con la cual se enfrentan las implicancias económicas que genera el coronavirus.
–Don Boris, muchas gracias.
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