A comienzos del corriente mes explicamos cómo el mundo cripto podría quedar en manos de 7 personas debido al éxito de USDT, la stablecoin de Terra. La semana pasada Justin Sun, el creador de la Blockchain Tron, anunció el lanzamiento de USDD, un criptodólar que tendría un funcionamiento similar al de Terra, pero que sería desarrollado sobre la plataforma mencionada.
Así como en el caso de Terra, la plataforma ofrece jugosos intereses a quienes se sumen y mantengan posesión del criptodólar. A la vez, Sun promete rendimientos de 30% anual en dólares. Nada mal aunque siempre hay que ser precavido con estos “regalos”.
Se trataría de una nueva stablecoin descentralizada, o sea sin un emisor central que pudiera frenar transacciones o decidir quién puede o no participar. Son ese tipo de herramientas ideadas para evitar la censura de los reguladores.
Reguladores como el caso de Michael Barr, ex consejero de Ripple (una de las blockchains más importantes) y ex miembro del Tesoro durante la época de Barack Obama, quien fue nominado por Joe Biden para ingresar en la Reserva Federal en el puesto que algunos consideran como el más importante entre quienes tienen a su cargo velar por la salud del sistema financiero mundial. Esperemos que su expertise ayude a que el ecosistema prospere.
Quien pareciera no tener poder para frenar a las criptomonedas es Daniel Filmus, el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación, quien está preocupado por los programadores que se van de Argentina o que trabajan para el exterior. Está claro el por qué de la primera cuestión, pero lo que en principio alguno podría no entender es la segunda. ¿Por qué a Filmus le podría preocupar que trabajasen para el exterior? ¿Acaso no son exportaciones lo que busca este Gobierno para poder vencer la famosa “restricción externa”?
Sí, claro, es obvio: el ministro está refiriéndose a aquellos programadores que cobran por sus servicios vía criptomonedas sin pasar sus dólares por el BCRA. Es tan obvio que lo hacen así que en vez de pedir que sigan exportando sus servicios pero a través de los canales formales directamente pide que no exporten y que trabajen dando servicios en el país. Pero mientras la brecha esté donde está, es muy poco probable que eso suceda. El negocio del año es exportar servicios desde Argentina y cobrar en criptomonedas.
Cualquier cueva donde uno consulte está comprando USDT sobre Binance a cambio del billete verde en mano. Otros prefieren usar el P2P de Binance que permite vender los USDT a otro usuario, el cual paga por transferencia bancaria, Mercado Pago y otros medios. Para asegurar la transacción Binance se coloca en el medio reteniendo la cripto y liberándola una vez que el comprador realizó el pago.
Me pregunto cuanto falta para que alguien desarrolle una app que permita transferir criptos, pero que el monto se defina en pesos utilizando el tipo de cambio blue del momento. De esa manera uno podría comprar, por ejemplo, un kilo de carne usando “dólares” pero con el precio acordado en pesos que es la moneda en la que cotizan la mayoría de los bienes en Argentina. Tanto el comprador como el vendedor se ahorrarían la necesidad de ir a la cueva. A medida que pase el tiempo la inventiva argentina se va desarrollando al ritmo de los incentivos para hacerlo y los beneficios de corto plazo que puede traer un cepo se vuelven cada vez más estériles.
Quien se sumó a la modalidad de pagos vía criptomonedas es Stripe, uno de los procesadores de pagos más importantes del mundo. Cuando explicó las razones lo hizo sin pelos en la lengua.
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