jueves, 13 de octubre de 2022

OPINIÓN...ARIEL TORRES


La sospecha nos está envenenando
Ariel Torres
No voy a ponerme a predicar acerca de cómo somos los argentinos,porque la Argentina es inmensa y diversa, y generalizar es el primer error que cometemos cuando tratamos de entendernos. Por supuesto, no todos generalizan. Eso sería generalizar.
Dicho esto, hay algunos rasgos que mal o bien, con excepciones y cuadros agudos, con grandes lagunas o solo durante ciertos períodos, marcan la naturaleza de una nación. En nuestro caso, pensaba estos días, ese rasgo es la sospecha.
En un ejercicio de pensamiento mágico que vengo observando desde que era adolescente, tendemos a creer que a la Argentina hay que cambiarla toda (no) y que eso se puede hacer en el curso de una vida humana (tampoco). Ahí es donde pensamos que participar de la política es importante.
La primera parte de este planteo es falsa. La Argentina tiene maravillas. Cito algunas: una educación universitaria pública de calidad, una comunidad de ciencias básicas irreductible y una libertad de expresión que no es perfecta (nada lo es), pero está cerca. También es falso que vamos a cambiar lo que está mal en un mandato presidencial. o en dos. o en una generación. Eso es delirio místico. Las cosas que están mal en la Argentina han echado raíces tan profundas que los adultos deberíamos resignarnos a que no vamos a ver el país que soñamos. (¿Soñamos todos lo mismo? Lo dudo.) Aceptemos de una vez que debemos sacrificarnos por nuestros descendientes. Eso han hecho las naciones que hoy admiramos.
Pero hay mucha verdad en que es necesario participar de la política. Si querés que algo se haga bien, hacelo vos mismo, para expresarlo con un poco de humor. Excelente. ¿Y qué pasa cuando un ciudadano que viene de otra actividad se sube a la montaña rusa de la política? Automáticamente, se convierte en sospechoso. No es solo que la política lo va a embarrar (y permítanme que agravie el ombliguismo autóctono, pero esto pasa en todo el mundo), sino que va a arrancar con una deuda moral que cancelará todos sus esfuerzos. Salvo, por supuesto, que, en una falacia lógica que no sorprende, abjure de la política. Urobórico, como mínimo. Además, la sospecha iguala para abajo, hacia lo peor. Y es tan, pero tan confortable.
Pero nuestra suspicacia no termina ahí. Si no te dedicás a la política, sino que la fiscalizás, también sos sospechoso. Así, gracias a los minuciosos oficios de un vasto sector de la dirigencia, el periodismo tampoco es trigo limpio. Eso, a pesar de que tenemos algunos de los periodistas más valerosos del mundo (algunos son queridos amigos míos), gentes de bien que enfrentan a las mafias sin otro blindaje que su reputación y su honradez.
Y más. Si alguien tiene una empresa, es sospechoso. Si es rico, es sospechoso. Si recibe un plan, es sospechoso. Si es juez o fiscal, es sospechoso. No voy a decir que la Justicia argentina es la mejor del mundo, pero nunca va a mejorar, si los muchos (también tengo amigos ahí) que hacen las cosas con integridad y coraje viven bajo sospecha.
Es más o menos evidente que la Argentina tiene problemas gravísimos. Nada que no hayan experimentado otros países en otros momentos, pero es también más o menos cierto que es penoso vernos así, caricatura de lo que supimos ser y burla siniestra de lo que podríamos ser. Entiendo asimismo que la secuencia de decepciones y atracos que hemos sufrido no deja mucho espacio para volver a confiar.
Pero hemos llegado a un punto en el que nadie parece estar libre de pecado. Si es verdad, entonces está todo perdido. Si no, si esa suspicacia sistemática es solo el miedo a volver a confiar, entonces quizá nuestros nietos vean una Argentina diferente. Mejor, espero. Al menos, una Argentina que sintamos nación, que sintamos comunidad, de la que nos sintamos orgullosos, en lugar de languidecer, apáticos e indiferentes, mientras recelamos de todos.●
Corroe la convicción de formar parte de una comunidad, de ser no solo un país, sino una nación.

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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