martes, 21 de febrero de 2023

ECONOMÍA


Mejoran las expectativas globales, ¿cómo puede influir eso en la Argentina?

Fernando R. Marengo* 
En las últimas semanas mejoraron las perspectivas de la economía mundial. Por un lado, se espera un mayor crecimiento y, por el otro, las políticas implementadas en la lucha contra la inflación comienzan a mostrar efectos.
China volvería a crecer en la medida que se flexibilicen las políticas de Covid Cero. Luego del estancamiento de fines de 2022 por las restricciones impuestas a la movilidad, la economía asiática comenzó a recuperar su ritmo de crecimiento, junto con la flexibilización de esas reglas. Es de esperar que, a medida que la situación sanitaria regrese a la normalidad, el crecimiento converja en su potencial, aunque lejos de las famosas tasas chinas de los primeros años de este siglo.
El proceso de desglobalización, producto de las disrupciones en las cadenas de suministro internacionales y del aumento en las tensiones geopolíticas, obliga a China a cambiar su estrategia de crecimiento basada en exportaciones, afectando su potencial. Se agravarían, así, dos problemas subyacentes para este país; el desequilibrio fiscal y la solvencia del gigantesco sistema bancario informal.
En Europa, el clima benigno permite esquivar la recesión. La proximidad del invierno hacía prever que, como consecuencia de la invasión de Rusia a Ucrania y las sanciones dispuestas, Europa enfrentaría una severa crisis energética, con el consecuente impacto en la actividad económica. Las temperaturas por encima del promedio histórico, junto con el aprovisionamiento de gas en el otoño permitieron sortear el faltante de energía; los datos que se van conociendo muestran una mejor performance que la esperada. Las dudas en Europa tienen que ver con la incertidumbre respecto de cómo continuará desarrollándose el conflicto bélico, y también con la cuestión fiscal. Sin haber aún regresado a los niveles de déficit prepandemia, la región debe enfrentar el incremento del gasto en subsidios energéticos y defensa, a la vez que aumentó el costo del endeudamiento.
Por su parte, Estados Unidos sigue con su necesario proceso de desaceleración. Luego de la fuerte recuperación experimentada pospandemia, 2022 fue un año en el cual la economía de ese país tendió a la normalización. Si bien la inflación se ubica por encima del objetivo de la Fed (algo que pasa en la mayoría de las economías de mundo), las medidas de ajuste fiscal y monetario dispuestas comienzan a tener efecto, con lo que empieza a avizorarse el fin del ciclo de subas de tasas antes que en el resto del mundo. Eso explica la depreciación del dólar respecto de las principales monedas del mundo. Por delante tiene el desafío político de resolver el límite al endeudamiento, y sería saludable que el acuerdo viniera acompañado de una reducción del elevado déficit fiscal.
El precio de las materias primas está en niveles altos y en recuperación. Las mejores perspectivas económicas, junto con la depreciación del dólar, propician la recuperación del valor de esos bienes. Luego de que el desencadenamiento de la guerra llevara los precios de materias primas no energéticas a máximos históricos en abril de 2022,en los seis meses siguientes se registró una baja cercana a 20%. Desde entonces comenzaron a recuperarse y acumulan, en promedio, subas del 3% (6% en el caso de los granos).
El escenario luce favorable para economías emergentes en general, particularmente para las de América Latina. La expectativa de finalización del ajuste de la política monetaria en Estados Unidos, un mayor crecimiento que el esperado hace unos meses, y la recuperación en el precio de las materias primas configuran un contexto favorable para la región. El panorama repercutió en las bajas de tasas de interés (riesgo país) de la región y el consecuente incremento de precio de los activos. Sin embargo, el impacto difiere, dependiendo del contexto político local y de la situación económica de cada país. Mientras que Uruguay, Paraguay Ecuador y Chile lideran las bajas de tasas, Brasil y Perú tuvieron mejoras más moderadas.
El caso argentino merece un párrafo aparte. Ante la expectativa de un cambio en la forma de implementar la política económica cuando asuma un próximo gobierno, de una campaña agrícola 2023/2024 sin sequía y de una fuerte dinámica del sector energético tendiente a eliminar o incluso a revertir el déficit externo, y cuando hay activos con valuaciones muy castigadas, comienza a generarse interés en inversiones de mediano plazo. Sin embargo, aún falta que pase un largo 2023.
El autor es economista
Jefe en BLACKTORO Global Investments

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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