Jared Diamond."El cambio climático no es nuestro principal desafío"
Martín De Ambrosio
El autor del best seller Armas, gérmenes y acero, experto en investigaciones que combinan la geografía, la antropología y el ambientalismo, incluye a la Argentina ("un asunto interesante") en sus clases de la UCLA
Jared Diamond, como casi todos, es una mezcla singular de conocimientos y experiencias. Profesor de la Universidad de California Los Ángeles (UCLA), creció en un suburbio bostoniano, pasó cuarenta años en Nueva Guinea (isla que visita recurrentemente desde 1964 y donde aprendió a amar la naturaleza) y es aficionado al avistamiento de aves aunque está "más interesado en cuestiones ambientales por sus consecuencias visibles para las personas que por sus consecuencias para las aves", como se ocupa de aclarar. Fue director de la World Wildlife Fund (WWF), pero no es un ambientalista que reniegue y acuse de todos los males a las grandes empresas, sino que ha trabajado y habla con empresarios extractivistas (mineros, petroleros) y ha llegado a comprender sus puntos de vista y problemas.
Tampoco fue ajeno al éxito editorial. Sus hermosamente documentados y astutamente narrados libros de divulgación (compleja, pero divulgación al fin) conocieron los listados de best sellers. Ahí está Armas, gérmenes y acero. Breve historia de la humanidad en los últimos trece mil años que ganó el premio Pulitzer de 1998 (el mismo año en que lo obtuvo Pastoral americana, de Philip Roth), donde se pregunta por qué los colonizadores españoles dominaron en América a civilizaciones avanzadas con relativamente pocos hombres. Y, más inquietante aún, por qué no hubo una colonización inversa: por qué los americanos no atacaron a una medieval Europa. Lo que parece un rompecabezas de la historia toma forma explicativa a medida que Diamond desgrana las causas, que exceden la tríada del título y llegan por ejemplo a la disponibilidad de animales para domesticar y cereales para sembrar durante miles de años. Ese libro, junto con Colapso (de 2005, donde explica que muchas sociedades fallidas lo fueron por olvidarse de extraer recursos de manera sustentable), y El mundo hasta ayer (2012), conforma otra trilogía: la de los libros de historia antropológica de Diamond que no persiguen un fin modesto, sino explicar todo el devenir humano (de joven le dijeron que su deber era unificar la ciencia con las humanidades). Su obra popular se completa con sus dos libros más evolucionistas: El tercer chimpancé (1991) y ¿Por qué es divertido el sexo? (1997).
Criticado por quienes lo ven demasiado reduccionista, e incluso racista (especialmente, tras su obra El mundo hasta ayer), Diamond -al borde de los 81 años- no cree en deus ex machina (ayudas providenciales) que salven al homo sapiens del desastre ambiental en el que está metido. Y cuenta en esta entrevista que suele explayarse sobre el misterio argentino en sus clases de la UCLA y hasta desliza alguna explicación para el destino del país.
En su libro Colapso. Por qué unas sociedades perduran y otras desaparecen (recientemente reeditado en español por Debate), escribió: "Ni en Montana ni en los Estados Unidos hay un riesgo inminente de colapso". Desde la asunción de Donald Trump, ¿ha reconsiderado esa opinión al menos de manera parcial? Es decir, todos los imperios en algún momento caen?
No, la llegada de Donald Trump a la presidencia no ha colocado al país en situación de riesgo inminente de colapso, aunque sí ha puesto más cercana la posibilidad de declinación económica y de dictadura militar. Pero tampoco creo que todos los imperios en algún momento deban caer: el Imperio japonés ha sobrevivido los últimos mil quinientos años y la jefatura de Tikopia (una isla del Pacífico), todavía más.
Como geógrafo, estudió profundamente las relaciones entre la situación geográfica y el éxito (o fracaso) de las sociedades a través de la historia. ¿Esas condiciones constituyen de alguna manera un destino o solo son las bases a partir de las cuales desarrollarse? ¿O quizá una mezcla de ambas?
La influencia de la geografía varía desde las influencias abrumadoras (deterministas, esas que sí definen un destino) a las leves. Depende de qué se hable. La vestimenta en invierno de los pueblos del Polo Norte, el uso de camperas abrigadas, depende por cierto de la geografía. En cambio, si la pregunta es, por ejemplo, respecto de por qué el Colegio Electoral de Estados Unidos votó más a Donald Trump antes que a Hillary Clinton, hay muchos factores que analizar, y es algo que no está determinado por la geografía por más que, desde luego, la geografía es importante para explicar las condiciones previas a esta elección (como el hecho de por qué Estados Unidos es una democracia rica).
Al revés que otros activistas ambientales, usted ha hecho investigaciones para grandes empresas y ha escrito que no son malas por intentar perseguir sus beneficios. ¿Es posible crear una especie de círculo virtuoso y conseguir que las empresas tengan en cuenta las consecuencias ambientales negativas de sus acciones?
Hay muchas grandes empresas que advirtieron que perseguir metas que son buenas para la sociedad en general es esencial para hacer que su propia empresa sea redituable. Un buen ejemplo es Chevron y otras grandes petroleras que aprendieron que a largo plazo es más barato ser ambientalmente limpios y evitar derrames que incurrir en desastres súper caros. Otro ejemplo es Walmart, que descubrió que puede ahorrar mucho dinero si usa camiones de bajo consumo y recicla materiales y lleva a cero el desperdicio de comida. Eso es bueno para la empresa y es bueno para el ambiente.
En ese sentido, ¿cómo ubica al cambio climático en el contexto de los desafíos humanos? ¿Es el principal o apenas uno de ellos?
El cambio climático es uno de los principales desafíos, pero no el principal. Otros más importantes son el riesgo de guerras nucleares, el consumo no sustentable de los recursos del mundo y la desigualdad global que alienta al terrorismo, la inmigración indetenible y la diseminación de enfermedades emergentes.
Mencionó el consumo de los recursos planetarios. Es un problema que también señala en sus libros a la par del crecimiento de la población. Como solución para que sobreviva la humanidad a largo plazo se oyen propuestas de colonización de otros planetas. Lo ha hecho el recientemente fallecido Stephen Hawking, por ejemplo. ¿Lo considera una opción posible o solo una especie de deseo más o menos fantástico?
¿Colonizar otros planetas para que sobreviva la humanidad? Qué idea increíblemente estúpida. Si no podemos mantener una prosperidad económica y paz en la Tierra, ¿cómo vamos a conseguir la enorme cantidad de recursos necesarios para subsidiar los asentamientos humanos en otros planetas y mantener la paz en la Tierra necesaria para apoyar esos asentamientos?
Imagino que la idea es que los humanos consigan sus propios recursos en esos planetas. De hecho, ya hay algunas ideas concretas respecto de hacer minería en asteroides además del viejo proyecto de terraformar Marte.
Me sigue pareciendo una mala idea. Mandar a colonizar otro planeta sería terriblemente caro para los recursos terrestres debido a que, para sobrevivir, los colonizadores necesitarán comida, agua y oxígeno de la Tierra, no minerales marcianos.
Volviendo al cambio climático, ¿cuál es su opinión respecto del sistema de negociaciones de la ONU para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero? ¿Es un buen sendero de gobierno global basado en hechos o esta es una visión extremadamente optimista?
El sistema de la ONU que menciona es un paso valorable en la dirección correcta. Por supuesto no ha sido exitoso desde el primer intento, como suele suceder cuando se trata de cambios enormes y complicados. Requiere optimismo, pero es un optimismo con buenas bases.
Parece que usted cree que es posible controlar los agudos problemas ambientales que bien describe dentro del sistema capitalista que de algún modo los engendró. ¿Qué opina de otros pensadores -como Naomi Klein o Herve Kempf, por citar casos conspicuos- que deliberadamente afirman que no alcanza y hace falta pensar otra cosa?
Cualquiera que crea que es necesario cambiar el sistema capitalista para controlar los problemas ambientales es igual a aquel pensador que decía que se debía transformar al cielo en verde y dejar el azul con el mismo fin. Sí, es posible que sea más fácil controlarlos con un cielo verde, pero eso no va a suceder. Tampoco el reemplazo de nuestro sistema capitalista. Tenemos que hacer lo mejor que podamos con nuestro sistema capitalista y con nuestro cielo azul.
¿De verdad no se pueden pensar alternativas? ¿Cree que el capitalismo es algo que durará para siempre?
No. El capitalismo durará tanto en el futuro como prever se pueda.
En ese contexto, ¿cómo ve el rol de los líderes religiosos? ¿Qué opinión le merece la actividad ambientalista del papa Francisco y su encíclica Laudato Si?
No leí la encíclica de Francisco. Hoy, como en el pasado, el papel de los líderes religiosos puede ser tanto bueno como malo. La Iglesia Católica jugó un terrible papel en los genocidios de poblaciones no europeas hace 500 años. Y continúa jugando un papel terrible al oponerse a la planificación familiar, al divorcio y a la igualdad femenina. Esporádicamente, algunos líderes religiosos juegan un papel positivo, sin embargo.
En el debate respecto del optimismo o pesimismo acerca de cómo ver a la humanidad en perspectiva histórica (estamos mejor, peor o igual que antes) usted se ha definido como "cauto optimista". ¿Qué significa?
Me defino así respecto de las posibilidades de que el mundo en que mis hijos vivan dentro de 30 años sea un mundo en el que valga la pena vivir. Quiere decir que pongo esa posibilidad en 51% antes que en 49%. Eso es así porque los grandes problemas que encara la humanidad son problemas que nos causamos a nosotros mismos, y de igual modo podríamos dejar de causárnoslos. Las soluciones dependen de nuestras decisiones. No es que el futuro esté amenazado por un gran asteroide que va a chocarnos y acerca del cual no podemos hacer nada.
Por último, lo llevo a Sudamérica. En la Argentina existe el concepto extendido de que el país merecería un mejor destino y que podría haber sido Australia o Canadá, pero que en algún momento se falló como sociedad. ¿Tiene una explicación geográfica para eso o, al menos, una explicación de algún tipo?
El tema Argentina es un asunto interesante. Forma parte de una de mis lecciones en la Universidad de California en mi curso introductorio de Geografía Mundial. La Argentina comparte con Estados Unidos y Canadá dos grandes ventajas que contribuyen a hacerlo un país rico: una localización en una zona templada que favorece una alta productividad para la agricultura y un relativo aislamiento de la amenaza de países vecinos. Eso explica por qué, pese a las bien conocidas deficiencias de los gobiernos de buena parte del último siglo, la Argentina es todavía el país más rico de América Latina, si se toma ingresos promedio. Lo que quiere decir que si el país está localizado en zonas templadas sin vecinos amenazantes y dispone de toda esa tierra maravillosa para la agricultura, ni siquiera los malos gobiernos pueden transformarlo en un país pobre. Pero igual uno tiene que preguntarse por qué la Argentina, aunque sea el más rico de América Latina, tiene menos de un tercio del promedio de ingreso per cápita de Estados Unidos o Canadá. Eso se debe a las instituciones y gobiernos argentinos, que fueron el resultado de la colonización española antes que la inglesa, y por lo tanto han sido instituciones no democráticas más que democráticas. A lo que hay que sumar una llegada tardía de la Revolución industrial y las extensas distancias marinas hacia Europa en comparación con Estados Unidos y Canadá. Esa es la explicación corta. Que se reduce a que la Argentina no ha estado a la altura de sus ventajas geográficas debido a sus desventajas institucionales. Y otro pequeño papel adicional de la geografía: Estados Unidos tiene costas en los dos océanos mientras que la Argentina se reduce al Atlántico. Pero de todos modos, si la Argentina tuviera las buenas instituciones de otro país latinoamericano, como Costa Rica, los ingresos del país serían al menos el doble de los actuales.
Biografía
Jared Diamond nació el 10 de septiembre de 1937. Se formó como fisiólogo en Harvard y luego se doctoró en Cambridge. Pero sus éxitos más rutilantes no tuvieron que ver con las aves, su primera pasión, sino con el estudio de la historia de la especie humana con un fuerte anclaje en los determinantes geográficos.
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.