jueves, 23 de febrero de 2023

SEGURIDAD K


Con fusiles y fuga en lancha: así ejecutaron a un barrabrava
Gustavo “Petaco” Barrientos, líder del paraavalanchas de Patronato, fue acribillado por sicarios que se movían en una Toyota robada y escaparon hacia Santa Fe a través del Paraná
Por Germán de los SantosBarrientos había sido condenado por homicidio y tenía salidas transitorias
ROSARIO.– Al grito de “policía”, seis sicarios encapuchados y vestidos de negro entraron en la casaquinta de Gustavo Barrientos, jefe de la barra brava de Patronato, y lo ejecutaron de cinco tiros. Los homicidas estaban fuertemente armados con pistolas y fusiles de alto poder de fuego. Un ataque tipo comando en Diamante, Entre Ríos.
Lo singular del cinematográfico homicidio es cómo se llevó adelante y quiénes podrían haberlo ejecutado: los sicarios usaron una camioneta Toyota SW4 negra con vidrios polarizados que había sido robada en esta ciudad en enero de 2022. La dejaron abandonada en un paraje en la costa entrerriana del río Paraná. Se cree que desde allí los asesinos habrían escapado en una lancha con la que habrían cruzado hacia la provincia de Santa Fe.
Barrientos, conocido como Petaco, fue acribillado horas después de llegar a una casaquinta en Los Cardales, en el kilómetro 14 de la ruta nacional 11, a pocas cuadras del ingreso a Diamante. Ejercía la jefatura de la barra del club Patronato de Paraná, aunque estaba en prisión tras haber sido condenado en 2015 por el doble crimen de Matías Giménez y Maximiliano Godoy, asesinados el 9 de noviembre de 2012 en el barrio Paraná XX. Estas dos muertes se produjeron en un contexto atravesado por el negocio de la venta de drogas, una actividad a la que se dedicaba Petaco, según señaló el medio Análisis Digital.
El sábado, aproximadamente a las 16, los asesinos arribaron a la casa de Barrientos en la Toyota SW4 negra con pedido de captura activo desde hace un año.
Según el registro de las cámaras de seguridad, los sicarios entraron en la casaquinta con “movimientos tácticos” y fueron directo a buscar a la víctima, que estaba con su pareja. Terminar el “trabajo” les tomó un puñado de segundos.
Llevaban armas largas, fusiles –AR15, FAL y, por la munición hallada en la escena del crimen, un AK47– y pistolas 9 mm, un equipamiento que no es común que se vea en casos de narcotráfico en Entre Ríos, y ni siquiera en el resto de la Argentina.
Lo extraño del caso es que después de matar a Barrientos los homicidas abandonaron la camioneta, sin destruirla, a la vera del río, junto con todas las armas y los proyectiles.
La policía entrerriana encontró tres fusiles, 19 balas calibre 7.62, 28 cartuchos 9 milímetros, 26 calibre 5,56 mm con un cargador, 30 cartuchos calibre 7,62x39 con su cargador, un bolso negro, un chaleco de balística blanco, una masa con mango de madera y una remera de color azul, como también cuatro musleras para llevar las pistolas.
La Policía de Entre Ríos contactó a sus pares del área de Inteligencia en Rosario para cruzar información sobre el caso, que podría tener relación con el sicariato rosarino. En noviembre pasado, un asesino a sueldo de Rosario mató de siete disparos al gremialista Mauricio Cordara, mano derecha del exlegislador y sindicalista de la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (Uatre) Pablo Ansaloni,quien –según la investigación judicial– era la víctima elegida.
La camioneta que usaron los asesinos de Petaco Barrientos fue encontrada horas después del crimen en la zona de Puerto Alvear, a pocos kilómetros de Colonia Ensayo, donde se concretó el crimen.
La sospecha que tiene la policía entrerriana es que los sicarios se fugaron en una embarcación que los estaba esperando a la vera del Paraná. La hipótesis más fuerte es que los asesinos habrían cruzado a la provincia de Santa Fe por el río y luego, en tierra firme, se podrían haber dirigido a Rosario desde Coronda o Puerto Gaboto.
En diciembre del año pasado, Barrientos había logrado la autorización por parte del Juzgado de Ejecución de Penas de Paraná, cuya titular es la jueza Cecilia Bértora, para cumplir con una serie de salidas familiares. Precisamente, en una de esas salidas fue ejecutado.
En el libro Los hijos del narco, de 2015, el periodista Daniel Enz describió el perfil de Barrientos y sus actividades ligadas a la barra de Patronato y al crimen organizado.
“En el barrio hay quienes lo odian por su violencia y por sus manejos con los pibes, en el negocio de la droga. Pero hay quienes también lo aman. En especial, las mujeres más humildes que viven entre el Municipal e Hijos de María de Paraná, donde reside mucha gente pobre, que apenas llega a fin de mes y sobrevive con las changas. Esas madres no dudan en ir a golpearle la puerta y decirle que su hija va a cumplir 15 años y que no tienen un peso”, señala el libro.
Barrientos nació en Chajarí, Entre Ríos, y luego de mudarse a la capital provincial comenzó a ser parte del hampa de Paraná, aunque vinculado a delitos comunes. Pero, tras haber sido detenido, en la cárcel empezó a forjar nuevas relaciones –con la barra de Colón, por caso– y su poder comenzó a crecer; con el tiempo se vinculó con el narcotráfico.

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