Mejor perro en mano que Massa arengando
María Elena Polack
Último día de abril. Qué bueno que apenas haya tenido 30 días, así la mishiadura del inicio del otoño se percibe más corta. Los expertos en consumo viven planteando que, aunque el calendario de abril marca oficialmente 30 días, para las billeteras de los argentinos y las argentinas el almanaque finiquitó el 15 con suerte, esperanza y optimismo. Mañana arranca mayo, 31 días, pero con varios feriados, empezando por el Día del Trabajador, que debería aclararse si es del “formal” o del “informal”, para entender por qué cada año la “patria sindical” tiene menos concurrencia en sus actos en los que sí mantienen incólume la promesa de la “justicia social” y de que los gobiernos peronistas no son exactamente peronistas, pero que ya va a llegar el verdadero peronismo y cumplirá con las promesas del General.
Para un optimista, ha sido una gran idea diseñar feriados puente para generar fines de semana extra largos en los que se sale a disfrutar de los paisajes y climas de la Argentina. Para un pesimista, con estos niveles de inflación, el Previaje es nocivo porque contribuye a subsidiar de forma romántica a la clase media, pero a costa de ahondar la pobreza y la indigencia. Para un peronista, lo más importante es que el movimiento esté en el poder y que el relato corra más rápido que la realidad que exhibe el periodismo, esos medios hegemónicos a los que nada les viene bien.
Abril termina con algún sinceramiento imprevisto que le ha dado cierta paz a Diocleciano. “Los acuerdos de precios nunca funcionaron, pero algo hay que hacer”, admitió Hugo Moyano, el eterno líder de Camioneros. Una señal de que el “superministro” Sergio Massa prometió mucho, pero desde el vamos sus compañeros de andanzas sabían que su éxito era improbable. Pero ¿quién no le “aguantó los trapos” a algún carismático amigo podólogo cuando nos dijo que podía operarnos sin anestesia de una peritonitis? Diría Cristina Kirchner, y no por su indefinición política de cara a las elecciones: “No se hagan los rulos”.
El sinceramiento más inesperado fue el del propio “superministro”, que se ve venir días difla altura de los nervios de acero que se necesitan al menos hasta las PASO. “Si alguien tiene miedo, que se baje ahora o que se compre un perro”, amenazó Massa a su “círculo rojo” hace tres días. Según supo esta cronista, sobrevoló detrás de esa arenga la idea de que a esta altura del mes siempre es mejor adoptar que andar malgastando billetes en un perro callejero.
“Si alguien tiene miedo, que se baje ahora o que se compre un perro”.
(De Sergio Massa)
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El regreso a la Unasur
La Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), creada en 2008 e integrada en su momento por la mayoría de los países de América del Sur, tuvo por fin coordinar de manera participativa y consensuada políticas de mayor integración entre sus miembros, propósito que no llegó a cumplirse.
Desde su inicio, estuvo teñida por visiones ideológicas que fueron haciendo evidente que la asociación se alejaba cada vez más de los objetivos planteados en su tratado constitutivo, transformándose en una abultada y costosa burocracia de nula efectividad.
En 2017 entró en crisis cuando los 12 países miembros no pudieron acordar su nuevo secretario general, contexto que se agravó por las posiciones encontradas sobre la crisis venezolana. La situación se tornó más crítica cuando, en 2019, la Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Paraguay y Perú suspendieron su participación y financiación y, de a poco, abandonaron el espacio para que muriera lentamente. Más tarde, Uruguay tomó idéntica decisión.
El vergonzoso y cómplice silencio de la Unasur frente a los atropellos del régimen de Nicolás Maduro fue una de las mayores razones que esgrimió ese grupo de países para abandonar definitivamente la organización, más aún considerando que, en 2010, se agregó a su tratado constitutivo una cláusula democrática en la cual se contemplaban sanciones a los Estados infractores, lo que obviamente terminó en letra muerta y ayudó a consolidar la dictadura chavista.
Hace pocos días, por decisión del presidente Alberto Fernández, la cancillería argentina notificó a todos los países integrantes de la Unasur su regreso pleno a ese bloque regional. También el presidente Lula da Silva decretó el regreso de Brasil al bloque regional, del que se había retirado en 2019 por decisión de Jair Bolsonaro.
Algunos otros mandatarios están asimismo evaluando su regreso a la Unasur, esta vez con una visión más económica que política, concentrándose también en temas vinculados a la cooperación regional en áreas fundamentales como la educación, el cambio climático y la infraestructura.
El lamentable papel que cumplió la Unasur en los últimos años previos a la salida de la Argentina del grupo no permite trazar perspectivas favorables. Es difícil esperar que, al menos en lo inmediato, la nueva versión del bloque regional no caiga en sesgos ideológicos como aquellos que lo llevaron al fracaso, y que dedique sus esfuerzos a convertirse en un antídoto contra totalitarismos como el de Venezuela.
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