Advierten por otro pico inflacionario y una mayor recesión
Los economistas pronostican que la corrida cambiaria de esta semana impactará sobre las reservas , la producción y los precios
Sofía Diamante y Melisa Reinhold
Después de la corrida cambiaria que esta semana sacudió la estantería financiera del país, los economistas advierten sobre los efectos que empezarán a sentirse de inmediato, y que incluyen una aceleración inflacionaria, una mayor caída del PBI y una creciente demanda de dólares para el Gobierno.
Mientras Economía apuesta a lograr un acuerdo rápido con el FMI para adelantar desembolsos, en el mercado alertan sobre los límites del modelo de intervención al que recurrió esta semana. De hecho, en los últimos tres días el Banco Central debió resignar US$115 millones para contener la suba de los dólares financieros. “El inconveniente de esta intervención es que solo puede ser limitada, porque la Argentina casi no tiene reservas. Son apenas US$1200 millones”, señaló el último informe de la consultora 1816. Los analistas también remarcan la complicación que implicó el estancamiento del dólar agro. “El costo de la corrida es más intervención cambiaria, mayor suba de tasas, menor actividad y más inflación”, concluye Gabriel Camaño, de Ledesma.
En un año electoral, mayo y junio son meses relevantes porque es cuando se definen las candidaturas. Para esta altura del año, el Gobierno esperaba llegar sin mayores sobresaltos económicos, pese a que ya se conocía el shock negativo que generará la sequía. Sin embargo, todo cambió hace 15 días, cuando el Indec informó que la inflación de marzo había sido 7,7%, muy por arriba de las proyecciones del mercado financiero.
A partir de ese momento se desató una corrida cambiaria. Tras dos meses sin grandes movimientos, los tipos de cambio libres se despertaron y pegaron un salto cercano a los $100 en cuestión de unos pocos días. El blue, la cotización más difícil de controlar, aumentó casi 20% a lo largo de abril. La situación empantanó los planes del oficialismo. Las proyecciones de inflación se deterioraron, las liquidaciones del agro se detuvieron y en el mediano plazo se estima una mayor caída de la actividad económica.
Para detener la escalada de los tipos de cambio financieros, el ministro de Economía, Sergio Massa, se vio obligado a notificarle al FMI que incumpliría una de las prohibiciones impuestas: intervenir las cotizaciones a través del mercado de bonos. Desde el martes pasado, eso le significó al Banco Central desprenderse de al menos US$115 millones de sus escasas reservas.
Se trató de un cambio de estrategia con respecto a los meses anteriores. Si bien el Gobierno empezó a estar muy presente en el mercado de bonos para contener los dólares financieros desde finales de enero, cuando anunció la recompra de deuda, en los últimos dos meses solo había operado un volumen de 3,6 millones de nominales, según datos de Portfolio Personal de Inversiones (PPI). En esta ocasión, ya con dólares genuinos de por medio, las cifras crecieron exponencialmente. El volumen operado fue de 240,4 millones de nominales el martes, 159,1 millones el miércoles y 103,7 millones el jueves.
Pero el poder de fuego del Banco Central no es eterno. Más bien al contrario: para ello necesita divisas y, últimamente, no está logrando conseguirlas. “El inconveniente de esta intervención es que solo puede ser limitada, básicamente porque la Argentina prácticamente no cuenta con reservas. Son apenas US$1200 millones, según nuestros cálculos”, señaló el último informe de 1816.
Debido a la falta de dólares, el Gobierno transitó la mayor parte de su gestión intentando convencer a los agentes económicos de que no va a devaluar el tipo de cambio oficial –que actualmente está en $223–, pese a que la brecha cambiaria superó ampliamente los tres dígitos en tres oportunidades. Fue en octubre de 2020 (brecha de 130%), julio de 2022 (160%) y este mes (120%).
En 2020 y 2022, el Gobierno pudo calmar las expectativas gracias a un fuerte ingreso de dólares, un aumento del cepo a las importaciones y una mayor certidumbre política. En esta ocasión, sin embargo, el Gobierno parece tener menos margen de maniobra. Las elecciones presidenciales y el ascenso de Javier Milei impiden lograr un nivel de certidumbre política acorde con la fragilidad económica. En cuanto a los dólares, la sequía generará que ingresen US$20.000 millones menos de lo esperado y el nuevo esquema renovado de dólar agro que lanzó Economía, por ahora, no alcanzó las expectativas iniciales. Al mismo tiempo, el Gobierno está cada vez más lejos de cumplir las metas acordadas con el FMI, que permiten liberar nuevos desembolsos para el país.
“Todo el mundo cree que habrá una devaluación, el tema es cuándo y de cuánto. Lo único que hace el Gobierno con las medidas de dólar agro es confirmar esa expectativa porque admite que necesita devaluar para que ingresen dólares, pero no quiere hacerlo, entonces lanza esos programas para ganar tiempo”, dice Gabriel Caamaño, economista de la consultora Ledesma.
Al momento, el dólar agro III logró que el Banco Central deje de perder reservas en el balance mensual, pero todavía no permite acumular divisas. Incluso a pesar de que se siguieron pisando las importaciones y que en el mes hubo dos días de feriados virtuales. Esta semana, la entidad cerró con un rojo de US$49 millones y en el mes, tiene un saldo positivo de apenas US$33 millones, muy por debajo de las expectativas previstas para el Programa de Incremento Exportador. En el año, sigue con una pérdida en intervenciones en el mercado cambiario en torno a los US$3000 millones.
Las proyecciones del Ministerio de Economía, cuando lanzó el tercer dólar agro con un tipo de cambio de $300, era que ingresen US$5000 millones. Como ese dólar no se actualiza por inflación, los exportadores suelen anticipar las ventas porque luego pierde valor, algo que en esta ocasión no ocurrió. “En las 13 ruedas desde que se inició el dólar soja III, se liquidaron US$1621 millones, 11% menos que en el mismo lapso del dólar soja II (US$1824 millones) y bien por debajo de los US$5010 millones del dólar soja I”, dijeron en la consultora Ecolatina. “Si no mostraban mucho interés cuando los paralelos valían $400, menos probable es que muestren interés con los paralelos más cerca de $500”, agregaron en la consultora 1816.
La otra fuente de ingreso de dólares que tiene el Gobierno es el FMI. Por ello, un grupo de funcionarios del Ministerio de Economía viajará a renegociar el acuerdo luego de que se incumpliera en el primer trimestre con las metas de déficit fiscal y de acumulación de reservas. Además, se usaron reservas para intervenir en los tipos de cambio paralelos, algo prohibido por el Fondo.
Hasta fin de año, la Argentina tiene que pagarle al FMI US$12.800 millones en vencimientos, según cálculos de la consultora 1816. Para ello, el país cuenta con un stock actual de US$2408 millones y el FMI debería girar US$10.800 millones entre junio, septiembre y diciembre.
Mientras que Economía está a la expectativa del dólar agro y de las negociaciones con el FMI, en los últimos días se multiplicaron los anuncios de préstamos conseguidos con organismos multinacionales y con China. Pese a ello, el mercado sigue sin creer que el Gobierno cuente con los dólares necesarios para sostener un tipo de cambio oficial que cotiza a la mitad de los paralelos. Esa lectura se desprende del mercado de dólar futuro, donde las posiciones se recalentaron de cara a las PASO.
Para contener la situación, en el mes, el Banco Central subió 13 puntos porcentuales la tasa de interés y la llevó a 141% efectivo anual (TEA), lo que equivale a una tasa efectiva mensual de 7,5%. Al mismo tiempo, aceleró el ritmo de devaluación del tipo de cambio oficial en torno a 8% mensual. Ambas medidas implicarán más inflación y menor nivel de actividad.
“Tuvieron que endurecer el cepo; están empezando a devaluar más rápido y, como el incentivo al exportador no está funcionando, hay expectativa de que habrá un nuevo programa soja IV, con un desdoblamiento más generoso. Por lo tanto, el costo de la corrida es más intervención cambiaria, mayor suba de tasas, menor actividad y más inflación”, concluyó Caamaño.
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Cristina Kirchner apoya la renegociación con el FMI
La vice deja la gestión en manos de Massa y sigue de cerca sus pasos; Alberto Fernández, más aislado
Maia Jastreblansky.Cristina Kirchner y Sergio Massa
Cristina Kirchner y Sergio Massa están embarcados juntos en el “plan llegar”. La vicepresidenta entiende que el único salvoconducto hacia las elecciones es la renegociación con el FMI que está encarando el ministro de Economía y por eso sigue elogiando su trabajo en público, aun cuando -paradójicamente- culpa al Fondo de todos los males de la Argentina. Tras la última corrida cambiaria, la jefa del kirchnerismo no le soltó la mano al ministro. A esta altura, en ambos campamentos ven que la sociedad política se sostendrá hasta las urnas.
El contacto entre la vice y el ministro de Economía es asiduo. La semana pasada, según algunos testigos, Massa la habría visitado en el Senado. Esta semana hablaron por teléfono al menos dos veces, una en lo peor de la corrida y luego cuando la fiebre del dólar cedió. “Sergio siempre dice que no le cuesta ponerse de acuerdo con ella. Tiene diálogo permanente, aunque el día a día lo maneje él. Todos entienden que hay poco margen”, dijo a la nacion un funcionario de Economía.
“Es cierto, hay un ida y vuelta, pero nosotros no decimos qué hacer, el que define es Massa”, señaló un funcionario del kirchnerismo que es testigo de las discusiones económicas. Cerca de la vice apuntan a Martín Guzmán como el responsable de haber cerrado un mal acuerdo con el Fondo (“inflacionario”, aseguran). “Decidió hacer algo con lo que nosotros no estábamos de acuerdo, nos dijo una cosa e hizo otra. Sergio es más serio, no nos miente en la cara”, agregó el colaborador. Si hace 15 meses la primera firma del programa con el FMI había provocado el quiebre total del kirchnerismo con Alberto Fernández, ahora que faltan siete meses para terminar el mandato los K están obligados a abrazarse al renegociador del acuerdo.
En su discurso en el Teatro Argentino de La Plata, Cristina no abundó en elogios hacia Massa, pero destacó la performance del ministro durante las jornadas de la corrida. Elogió el acuerdo firmado con China para pagar importaciones con yuanes y resaltó que el ministro hubiera “tomado la decisión” de intervenir con el BCRA. Muchos más párrafos le dedicó a cuestionar al Fondo, como cuando dijo que “las políticas del FMI no han dado resultado en ninguna parte”.
En el Palacio de Hacienda aseguran que las declaraciones de la vice no hacen mella en la negociación para “recalibrar” el acuerdo. “Cuando nos reunimos con el FMI nunca nos preguntan por Cristina. Es más, han preguntado por (Javier) Milei, porque tienen miedo de que aparezca otro (Nayib) Bukele que le abra las puertas a China”, dijo una fuente del Palacio de Hacienda.
Cerca de Massa, incluso, se ocuparon especialmente de hacer trascender que al ministro le pareció “brillante” la idea de Cristina de que las sumas que se paguen al FMI “estén atadas como un porcentaje al superávit comercial”. “Lo va a poner en la mesa de negociación”, aseguraron.
Que Massa lleve la idea de Cristina a la “mesa de negociación” con el Fondo no tiene costo en el toma y daca, cuando todavía todo está por verse. El ministro pretende que el organismo anticipe desembolsos por 10.000 millones de dólares -probablemente pida más- y, pese a que confía en que la sequía lo ayudará a negociar, se sabe que nada será gratis. La vicepresidenta ya advirtió: “Lo que queremos es que se revisen las condicionalidades”. La línea roja que trazan en todas las terminales del Gobierno es el rechazo de una “devaluación brusca”. Ya nadie habla de devaluación a secas, a sabiendas de que habrá una gradual depreciación del peso.
Puentes rotos
Conforme la alianza del kirchnerismo con Massa sobrevive a los avatares económicos, el Presidente queda más ninguneado por sus socios. A La Plata fueron invitadas todas las tribus del Frente de Todos, incluso algunos funcionarios del círculo presidencial, que fueron cuidadosamente seleccionados, como la ministra de Desarrollo Social, Victoria Tolosa Paz, y el vicejefe de Gabinete, Juan Manuel Olmos. La primera -expectante por su futuro electoral- asistió y el segundo dijo que tenía intención de ir, pero que se le hizo tarde en una reunión con Alberto Fernández y la Sigen.
La vice no invitó, en cambio, al jefe de Gabinete, Agustín Rossi, que tiene probado pasado como para participar de un homenaje a Néstor Kirchner. El ministro coordinador hoy aparece como posible candidato en el marco de la cruzada de Fernández para que haya PASO. Al kirchnerismo le irrita que el jefe del Estado siga condicionando el armado electoral. “Lo esmerilan sus propias acciones, hay un solo responsable de su situación y es él”, dijo un funcionario bonaerense K.
Cerca de Fernández, tras el discurso de Cristina, leyeron que la vice bajó un tono al apedreo verbal contra el Presidente. “Algunos se quedaron comentando la película que vieron el fin de semana”, dijo un funcionario de Balcarce 50, como si la tropa K que esmerila al Presidente estuviera desactualizada. “Pero va a bajar la belicosidad con Alberto”, confió. La vice ignoró al jefe del Estado en su presentación. Le dedicó solo una velada chicana.
El Presidente quedó con un rol muy deslucido tras bajarse de su candidatura. Algunos funcionarios que se mantienen cerca no comprenden cómo no negoció los términos de su renunciamiento. Hay dirigentes, incluso, que en los últimos días le recomendaron a Fernández que llame a la vice para fijar pautas que le permitan llegar más entero a diciembre.
Con Massa, el Presidente tampoco está bien pese a los esfuerzos de la Casa Rosada por exhibir sintonía. Un colaborador del ministro analizaba en las últimas horas: “Ante cada cimbronazo económico, el hilo se corta en la Casa Rosada: la salida de Antonio Aracre, la baja de Alberto y, esta semana, el avance sobre (Miguel) Pesce”. Y agregó: “Ni Massa ni Cristina pretenden humillar a Alberto, pero él tiene que aflojar con lo de las PASO”.
El líder del Frente Renovador aspira a que una buena negociación con el FMI lo lleve a entronizarse como candidato único del FDT.
Cristina Kirchner y Sergio Massa están embarcados juntos en el “plan llegar”. La vicepresidenta entiende que el único salvoconducto hacia las elecciones es la renegociación con el FMI que está encarando el ministro de Economía y por eso sigue elogiando su trabajo en público, aun cuando -paradójicamente- culpa al Fondo de todos los males de la Argentina. Tras la última corrida cambiaria, la jefa del kirchnerismo no le soltó la mano al ministro. A esta altura, en ambos campamentos ven que la sociedad política se sostendrá hasta las urnas.
El contacto entre la vice y el ministro de Economía es asiduo. La semana pasada, según algunos testigos, Massa la habría visitado en el Senado. Esta semana hablaron por teléfono al menos dos veces, una en lo peor de la corrida y luego cuando la fiebre del dólar cedió. “Sergio siempre dice que no le cuesta ponerse de acuerdo con ella. Tiene diálogo permanente, aunque el día a día lo maneje él. Todos entienden que hay poco margen”, dijo a la nacion un funcionario de Economía.
“Es cierto, hay un ida y vuelta, pero nosotros no decimos qué hacer, el que define es Massa”, señaló un funcionario del kirchnerismo que es testigo de las discusiones económicas. Cerca de la vice apuntan a Martín Guzmán como el responsable de haber cerrado un mal acuerdo con el Fondo (“inflacionario”, aseguran). “Decidió hacer algo con lo que nosotros no estábamos de acuerdo, nos dijo una cosa e hizo otra. Sergio es más serio, no nos miente en la cara”, agregó el colaborador. Si hace 15 meses la primera firma del programa con el FMI había provocado el quiebre total del kirchnerismo con Alberto Fernández, ahora que faltan siete meses para terminar el mandato los K están obligados a abrazarse al renegociador del acuerdo.
En su discurso en el Teatro Argentino de La Plata, Cristina no abundó en elogios hacia Massa, pero destacó la performance del ministro durante las jornadas de la corrida. Elogió el acuerdo firmado con China para pagar importaciones con yuanes y resaltó que el ministro hubiera “tomado la decisión” de intervenir con el BCRA. Muchos más párrafos le dedicó a cuestionar al Fondo, como cuando dijo que “las políticas del FMI no han dado resultado en ninguna parte”.
En el Palacio de Hacienda aseguran que las declaraciones de la vice no hacen mella en la negociación para “recalibrar” el acuerdo. “Cuando nos reunimos con el FMI nunca nos preguntan por Cristina. Es más, han preguntado por (Javier) Milei, porque tienen miedo de que aparezca otro (Nayib) Bukele que le abra las puertas a China”, dijo una fuente del Palacio de Hacienda.
Cerca de Massa, incluso, se ocuparon especialmente de hacer trascender que al ministro le pareció “brillante” la idea de Cristina de que las sumas que se paguen al FMI “estén atadas como un porcentaje al superávit comercial”. “Lo va a poner en la mesa de negociación”, aseguraron.
Que Massa lleve la idea de Cristina a la “mesa de negociación” con el Fondo no tiene costo en el toma y daca, cuando todavía todo está por verse. El ministro pretende que el organismo anticipe desembolsos por 10.000 millones de dólares -probablemente pida más- y, pese a que confía en que la sequía lo ayudará a negociar, se sabe que nada será gratis. La vicepresidenta ya advirtió: “Lo que queremos es que se revisen las condicionalidades”. La línea roja que trazan en todas las terminales del Gobierno es el rechazo de una “devaluación brusca”. Ya nadie habla de devaluación a secas, a sabiendas de que habrá una gradual depreciación del peso.
Puentes rotos
Conforme la alianza del kirchnerismo con Massa sobrevive a los avatares económicos, el Presidente queda más ninguneado por sus socios. A La Plata fueron invitadas todas las tribus del Frente de Todos, incluso algunos funcionarios del círculo presidencial, que fueron cuidadosamente seleccionados, como la ministra de Desarrollo Social, Victoria Tolosa Paz, y el vicejefe de Gabinete, Juan Manuel Olmos. La primera -expectante por su futuro electoral- asistió y el segundo dijo que tenía intención de ir, pero que se le hizo tarde en una reunión con Alberto Fernández y la Sigen.
La vice no invitó, en cambio, al jefe de Gabinete, Agustín Rossi, que tiene probado pasado como para participar de un homenaje a Néstor Kirchner. El ministro coordinador hoy aparece como posible candidato en el marco de la cruzada de Fernández para que haya PASO. Al kirchnerismo le irrita que el jefe del Estado siga condicionando el armado electoral. “Lo esmerilan sus propias acciones, hay un solo responsable de su situación y es él”, dijo un funcionario bonaerense K.
Cerca de Fernández, tras el discurso de Cristina, leyeron que la vice bajó un tono al apedreo verbal contra el Presidente. “Algunos se quedaron comentando la película que vieron el fin de semana”, dijo un funcionario de Balcarce 50, como si la tropa K que esmerila al Presidente estuviera desactualizada. “Pero va a bajar la belicosidad con Alberto”, confió. La vice ignoró al jefe del Estado en su presentación. Le dedicó solo una velada chicana.
El Presidente quedó con un rol muy deslucido tras bajarse de su candidatura. Algunos funcionarios que se mantienen cerca no comprenden cómo no negoció los términos de su renunciamiento. Hay dirigentes, incluso, que en los últimos días le recomendaron a Fernández que llame a la vice para fijar pautas que le permitan llegar más entero a diciembre.
Con Massa, el Presidente tampoco está bien pese a los esfuerzos de la Casa Rosada por exhibir sintonía. Un colaborador del ministro analizaba en las últimas horas: “Ante cada cimbronazo económico, el hilo se corta en la Casa Rosada: la salida de Antonio Aracre, la baja de Alberto y, esta semana, el avance sobre (Miguel) Pesce”. Y agregó: “Ni Massa ni Cristina pretenden humillar a Alberto, pero él tiene que aflojar con lo de las PASO”.
El líder del Frente Renovador aspira a que una buena negociación con el FMI lo lleve a entronizarse como candidato único del FDT.
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