Vaca Muerta Cómo se construye el gasoducto que se prevé inaugurar en junio
La obra de infraestructura energética de mayor magnitud en el país de los últimos 40 años permitirá sustituir importaciones por gas de la cuenca neuquina; robots que sueldan, trabajadores de varias nacionalidades y un clima que jugó a favor, algunas particularidaes del proyecto
Por Sofía DiamanteDiez meses después de haberse adjudicado y con varios factores que jugaron a favor, el trabajo de la construcción del gasoducto está llegando a su etapa final
La Pampa.– Un ambiente de euforia envuelve a esta pequeña localidad pampeana, a 191 kilómetros de Santa Rosa, la ciudad capital de la provincia. Peso a los pronósticos adversos, en apenas dos meses el Gobierno podría inaugurar el gasoducto Néstor Kirchner, según indicaron fuentes oficiales. Esto le daría un alivio a las golpeadas reservas del Banco Central (BCRA), ya que, una vez puesto en funcionamiento, permitirá reemplazar parte de las importaciones de gas por producción nacional proveniente de Vaca Muerta.
La construcción del gasoducto, la mayor obra de infraestructura en energía de los últimos 40 años, será una de las buenas herencias que quedará de la gestión de Alberto Fernández. La oposición le critica haber tardado cuatro años en hacerlo, pese a que el gobierno de Mauricio Macri había dejado hecho el llamado a licitación (se iba a llamar Neuba II, por Neuquén-buenos Aires). El Gobierno derogó esa resolución apenas unos días después de asumir, en diciembre de 2019. Encones, hubo que esperar hasta 2022, cuando la invasión de Rusia a Ucrania disparó los precios internacionales de gas, para que se reactivara nuevamente el proyecto.
Pese a estas demoras, diez meses después de haberse adjudicado la construcción del gasoducto, la obra está llegando a su etapa final en tiempo récord. la nacion viajó con otros medios a esta ciudad ubicada sobre la ruta nacional 143 –la “ruta del desierto”–, para ver el avance de la construcción y la llegada de los últimos camiones con los tubos de 36 pulgadas (91 centímeros de diámetro), 12 metros de largo y 3250 kilos, por donde se transportarán 11 millones de metros cúbicos de gas por día (m3/d) desde fines de junio.
Esa será la cantidad que se podrá sustituir de importaciones este año. Según la proyección oficial, el gasoducto permitirá evitar una salida de divisas de US$2200 millones en 2023, tomando como referencia un precio promedio del gas natural licuado (GNL) y otros combustibles líquidos de US$18 el millón de BTU (medida inglesa usada en el sector).
En 2024 se instalarán también las máquinas compresoras, que permitirán que el mismo ducto de 580 kilómetros transporte el doble de gas, 22 millones de m3/d. Toda la construcción del gasoducto, financiada con fondos públicos, costará US$2700 millones. En los próximos meses, el Gobierno licitará el segundo tramo del gasoducto, para extenderlo a San Jerónimo, Santa Fe, y hacer que llegue mayor volumen de gas nacional al norte argentino.
Para construir el gasoducto en once meses, cuando el plan original era un plazo de dos años, varios factores jugaron a favor, según explicaron los responsables de las empresas Techint y Sacde, que formaron una Unión Transitoria de Empresas (UTE) y fueron adjudicatarias de tres de los cuatro tramos del ducto.
En primer lugar, no ocurrió ninguno de los problemas externos que podrían haber demorado la construcción, como tener obstáculos al momento de la traza del ducto. Si bien en un principio generó preocupación el rol que iban a tener las comunidades originarias en la ocupación CHACHARRAMENDI, de la tierra, las empresas señalan que el gobierno de Neuquén se movió rápido al comienzo del proyecto y contuvo las demandas.
Tampoco hubo mayores problemas con los más de 150.000 propietarios de hectáreas por donde pasa el gasoducto. Tan solo hubo un obstáculo, pero rápidamente intervino la Justicia para que se pudiera ingresar al terreno. Fue cuando al menos cinco dueños de tierras que explotan el turismo de caza de jabalís, ciervos y búfalos dijeron que no se podía ingresar a sus propiedades durante febrero y mayo, cuando es la temporada alta. “Se judicializó el caso e ingresamos con la Gendarmería”, dijeron en la UTE.
La sequía, a diferencia de lo que ocurrió a nivel país, jugó a favor del avance del gasoducto, ya que permitió trabajar prácticamente sin lluvias desde el inicio de las obras de construcción.
Alrededor de 3000 trabajadores forman parte de la obra y cumplen un turno laboral promedio de 11 horas, desde las 7 de la mañana hasta las 18, los 7 días de la semana. Luego de 25 días, tienen 5 de descanso. También hay turnos de noche para hacer trabajos especiales de excavación y pruebas hidráulicas.
Como parte de la plantilla de trabajadores hay paleontólogos, antropólogos y arqueólogos, que tienen la función de liberar la traza.
También llegaron al país 45 trabajadores turcos, especializados en la tecnología de soldadura automática. Uno de ellos es Iskender Ucmaz, que proviene de una familia de pipeliners (tiendetubos) y que trabajó en la construcción de gasoductos en Arabia Saudita, Rusia, Irán y México. En este último país participó de un proyecto de Techint y que en total, la construcción del ducto de 580 kilómetros, que es financiada con fondos públicos, tendrá un costo de US$2700 millones
Los empleados turcos hablan en inglés y, además de realizar su labor, capacitan a los trabajadores argentinos para que aprendan a usar las máquinas, con vistas a futuros proyectos.
En el campamento donde se instalaron los contenedores viviendas para 700 personas flamean las banderas de las distintas nacionalidades que trabajan en la construcción del gasoducto. Además de las de Turquía y la Argentina, se pueden ver las de Venezuela, Chile, Paraguay, Bolivia, España, Uruguay, Brasil, Colombia y Perú.
Personal especializado
“Durante mucho tiempo no se hicieron obras de esta magnitud en la Argentina y ahora se está haciendo mucho todo junto, entre el gasoducto y la ampliación del oleoducto. Por eso no conseguíamos gente especializada. Los españoles, por ejemplo, están especializados en utilizar el ultrasonido para verificar que los tubos estén bien soldados”, cuentan a la par Alejandro Cardone y Ricardo Uzner, responsables del proyecto por parte de Techint y Sacde, respectivamente.
Además de haber distintas nacionalidades, también hay trabajadores de todo el país. La cantidad de personas que viven en el campamento durante tanto tiempo demandó la contratación de tres empresas de catering, que son de las provincias de San Juan, Santa Cruz y Neuquén.
La intensidad de las tareas laborales se combinó con la inversión en tecnología. La UTE de Techint y Sacde decidió traer por primera vez al país robots que hacen soldadura automática. En total, se alquilaron 14 máquinas para avanzar con mayor rapidez y se logró así soldar 4,5 kilómetros de tubería por día. “Es una pieza clave para acelerar los tiempos del gasoducto, ya que eleva los estándares de calidad, repetitividad y velocidad de las maniobras de soldado”, explicó Pablo Brottier, director ejecutivo de Sacde, quien viajó a Houston a buscar los equipos.
“Esto, a su vez, permite que por semana se coloquen en la zanja 30 kilómetros de tubería soldada, en promedio. La semana pasada fueron 37 kilómetros, lo que muestra la curva de aprendizaje después de tantos meses”, agrega Gustavo Gallino, director de Techint.
Para que sea posible la adquisición de la última tecnología, la UTE pudo acceder sin problema a la importación de equipos, pese a las restricciones cambiarias. “La aduana, el Banco Central y Enarsa colaboraron en todo momento para ir despejando los cuellos de botella que encontramos en el proceso de importación”, dijo Damián Mindlin, presidente y CEO de Sacde.
Por su parte, el presidente de Enarsa, Agustín Gerez, la empresa estatal a cargo de la supervisión y operación del gasoducto, ratificó que la obra se inaugurará el 20 de junio, cuando se abra la válvula para comenzar a llenar el gasoducto. Ese día, a la vez, se llamará a licitación para construir el segundo tramo.
En los próximos días, por otro lado, se hará la licitación para realizar la obras de reversión del gasoducto norte, con el objetivo de cambiarle el sentido de dirección y que se pueda transportar gas de Vaca Muerta hacia el norte argentino, algo que sería posible a partir de febrero próximo.
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Proyecciones optimistas Las expectativas del sector energético en un país que no logra ordenar su macroeconomía
Aun con las restricciones cambiarias vigentes, la industria sigue mostrando buenos números y, según especialistas, 2023 es un año bisagra para la producción y la exportación de hidrocarburos; la esperanza del litio
Por Sofía DiamantePlanta de carbonato de litio en el salar de Olaroz, provincia de Jujuy
NEUQUÉN.– Durante unas horas, alrededor de 200 personas experimentaron días atrás una suerte de realidad alternativa en la economía argentina. En esta ciudad, en el hotel Casino Magic, empresarios, sindicalistas y analistas del sector energético parecían competir entre sí en el evento de IDEA, Experiencia Energía, para ver quién daba mejores noticias.
Los números de crecimiento de la producción de gas y petróleo, el índice de productividad de las energías renovables y las proyecciones de desarrollo del litio proyectaron esperanza en un medio del contexto argentino, marcado por la tensión cambiaria, la altísima inflación y la fragilidad social.
En las charlas, varios empresarios espiaban en sus teléfonos la variación de la cotización de los dólares paralelos y comentaban en los pasillos las trabas que sufren para operar. Las restricciones para acceder a divisas y las limitaciones para importar son las principales preocupaciones del sector energético.
Pese a ello, en la última década esta industria invirtió más de US$35.000 millones en la producción no convencional, que se utiliza para las obras en Vaca Muerta. Y la Argentina aumentará sus exportaciones de 110.000 barriles por día en 2022 a 150.000 barriles este año.
“Se estima que en 2030 la Argentina podría estar produciendo 1,2 millones de barriles de petróleo por día, duplicando los 630.000 barriles actuales. Ese nivel de producción implica que el país podrá exportar 750.000 barriles diarios. Si los calculamos a un precio de US$70 el barril, eso significa exportaciones anuales por US$19.000 millones”, dijo Nicolás Arceo, director de la consultora Economía y Energía, al participar en uno de los paneles.
En el sector hay consenso respecto de que 2023 es un año bisagra, porque la Argentina reducirá significativamente su déficit comercial energético, que en 2022 representó una salida neta de US$4400 millones. “Este año vamos a tener una balanza comercial equilibrada o levemente deficitaria en torno a los US$500 millones. En los próximos años, con la culminación de la obra del gasoducto Néstor Kirchner y la construcción de la segunda etapa, y con el sostenido aumento de las exportaciones petroleras, se va a conformar una balanza comercial sectorial estructuralmente superavitaria”, agregó Arceo.
Con el mayor volumen de exportaciones de gas y petróleo, la Argentina podría tener un saldo comercial positivo en 2030 superior a los US$25.000 millones. “Esto significa el equivalente a las exportaciones del complejo sojero en 2001 y es un número que duplica a las ventas al exterior del complejo cerealero del año pasado. Vaca Muerta tiene la posibilidad de revertir la restricción externa que enfrentó la Argentina a lo largo de la última década. El impacto también es fiscal, porque bajará el costo de abastecimiento y de los subsidios y permitirá un aumento de la recaudación de US$1500 millones por retenciones a las exportaciones, más el impuesto a las Ganancias. Para las provincias, en su conjunto, significará una recaudación de US$3200 millones por regalías”, estimó el consultor energético.
El desarrollo de este sector, además, permitirá reducir el costo del suministro de gas, algo que beneficiará a los consumidores residenciales y a la industria. Según las estimaciones del consultor, el valor del gas bajará de alrededor de US$6 el millón de BTU (medida inglesa que se utiliza en el sector) a US$4. “Esto, a su vez, permitirá una reducción de los subsidios”, agrega. No es un tema menor: desde 2011 el Estado destinó US$126.000 millones en subsidios a la energía. Solo el año pasado, se demandaron US$12.4000 millones.
Nicolás Gadano, consultor en materia de energía de Juntos por el Cambio, aclaró que, para que la energía crezca aún más, la macroeconomía debe estar ordenada. “La política pública macro está en deuda con Vaca Muerta y con toda la sociedad. Pensemos lo que hoy sería el desarrollo del sector si hubiéramos tenido una macro razonable, estable, como en otros países de la región. El foco del programa económico del próximo gobierno debe ser estabilizar de manera sustentable la economía argentina”, dijo el consultor.
El boom del litio
Petróleo y gas no es el único sector que genera optimismo en la industria energética. El litio, llamado oro blanco, también genera una expectativa interesante. “El potencial para la Argentina es enorme. La demanda crece porque hay una necesidad de los países de descarbonizarse. Con el litio, vendemos un vehículo a la descarbonización del mundo. Para electrificar el transporte se necesita una batería. Se puede hacer con cualquier sal, pero las de litio son más eficientes por una cuestión química. La Argentina produce hoy 600.000 toneladas de carbonato de litio equivalente, que puede crecer a 1,5 millones de toneladas en el corto plazo”, sostuvo Martín Pérez de Solay, Managing Director & CEO de Allkem Limited.
El ejecutivo indicó que la electrificación del transporte es una realidad. “Tenemos una ventana de mercado. El Estado no tiene que cambiar ninguna regulación, no necesitamos regulaciones especiales, necesitamos empezar a cumplir la que tenemos para tener mayor inversión. El problema es que el país tiene una situación coyuntural difícil, que nos hace echar mano en proyectos futuros para resolver problemas de corto plazo. Y el problema es que la ventana de oportunidad se nos pasa. Hay que cumplir lo que existe y hacer lo que hay que hacer”, dijo Solay.
En el mismo sentido coincidió Ignacio Celorrio, presidente para América Latina de Lithium Americas: “Hoy es cierto que el litio es una realidad en la Argentina. Hay una enorme oportunidad de incrementar mucho la producción de carbonatos de litio de calidad. La Argentina no es la primera productora del mundo, pero tiene la posibilidad de serlo. Toda esta inversión nueva trae dos desafíos. Van a faltar recursos humanos de calidad y, como los proyectos están ubicados a 4000 metros de altura, el desarrollo de infraestructura es clave. Se necesitan caminos, redes eléctricas, gas y todos los factores serán críticos para aprovechar la ventana de oportunidad”.
Las obras en el sector energético tienen un impacto positivo en materia fiscal, porque bajará el gasto en subsidios y subirá la recaudación impositiva
Se estima que el potencial para la Argentina en la explotación del litio es enorme, porque la demanda global se incrementa
NEUQUÉN.– Durante unas horas, alrededor de 200 personas experimentaron días atrás una suerte de realidad alternativa en la economía argentina. En esta ciudad, en el hotel Casino Magic, empresarios, sindicalistas y analistas del sector energético parecían competir entre sí en el evento de IDEA, Experiencia Energía, para ver quién daba mejores noticias.
Los números de crecimiento de la producción de gas y petróleo, el índice de productividad de las energías renovables y las proyecciones de desarrollo del litio proyectaron esperanza en un medio del contexto argentino, marcado por la tensión cambiaria, la altísima inflación y la fragilidad social.
En las charlas, varios empresarios espiaban en sus teléfonos la variación de la cotización de los dólares paralelos y comentaban en los pasillos las trabas que sufren para operar. Las restricciones para acceder a divisas y las limitaciones para importar son las principales preocupaciones del sector energético.
Pese a ello, en la última década esta industria invirtió más de US$35.000 millones en la producción no convencional, que se utiliza para las obras en Vaca Muerta. Y la Argentina aumentará sus exportaciones de 110.000 barriles por día en 2022 a 150.000 barriles este año.
“Se estima que en 2030 la Argentina podría estar produciendo 1,2 millones de barriles de petróleo por día, duplicando los 630.000 barriles actuales. Ese nivel de producción implica que el país podrá exportar 750.000 barriles diarios. Si los calculamos a un precio de US$70 el barril, eso significa exportaciones anuales por US$19.000 millones”, dijo Nicolás Arceo, director de la consultora Economía y Energía, al participar en uno de los paneles.
En el sector hay consenso respecto de que 2023 es un año bisagra, porque la Argentina reducirá significativamente su déficit comercial energético, que en 2022 representó una salida neta de US$4400 millones. “Este año vamos a tener una balanza comercial equilibrada o levemente deficitaria en torno a los US$500 millones. En los próximos años, con la culminación de la obra del gasoducto Néstor Kirchner y la construcción de la segunda etapa, y con el sostenido aumento de las exportaciones petroleras, se va a conformar una balanza comercial sectorial estructuralmente superavitaria”, agregó Arceo.
Con el mayor volumen de exportaciones de gas y petróleo, la Argentina podría tener un saldo comercial positivo en 2030 superior a los US$25.000 millones. “Esto significa el equivalente a las exportaciones del complejo sojero en 2001 y es un número que duplica a las ventas al exterior del complejo cerealero del año pasado. Vaca Muerta tiene la posibilidad de revertir la restricción externa que enfrentó la Argentina a lo largo de la última década. El impacto también es fiscal, porque bajará el costo de abastecimiento y de los subsidios y permitirá un aumento de la recaudación de US$1500 millones por retenciones a las exportaciones, más el impuesto a las Ganancias. Para las provincias, en su conjunto, significará una recaudación de US$3200 millones por regalías”, estimó el consultor energético.
El desarrollo de este sector, además, permitirá reducir el costo del suministro de gas, algo que beneficiará a los consumidores residenciales y a la industria. Según las estimaciones del consultor, el valor del gas bajará de alrededor de US$6 el millón de BTU (medida inglesa que se utiliza en el sector) a US$4. “Esto, a su vez, permitirá una reducción de los subsidios”, agrega. No es un tema menor: desde 2011 el Estado destinó US$126.000 millones en subsidios a la energía. Solo el año pasado, se demandaron US$12.4000 millones.
Nicolás Gadano, consultor en materia de energía de Juntos por el Cambio, aclaró que, para que la energía crezca aún más, la macroeconomía debe estar ordenada. “La política pública macro está en deuda con Vaca Muerta y con toda la sociedad. Pensemos lo que hoy sería el desarrollo del sector si hubiéramos tenido una macro razonable, estable, como en otros países de la región. El foco del programa económico del próximo gobierno debe ser estabilizar de manera sustentable la economía argentina”, dijo el consultor.
El boom del litio
Petróleo y gas no es el único sector que genera optimismo en la industria energética. El litio, llamado oro blanco, también genera una expectativa interesante. “El potencial para la Argentina es enorme. La demanda crece porque hay una necesidad de los países de descarbonizarse. Con el litio, vendemos un vehículo a la descarbonización del mundo. Para electrificar el transporte se necesita una batería. Se puede hacer con cualquier sal, pero las de litio son más eficientes por una cuestión química. La Argentina produce hoy 600.000 toneladas de carbonato de litio equivalente, que puede crecer a 1,5 millones de toneladas en el corto plazo”, sostuvo Martín Pérez de Solay, Managing Director & CEO de Allkem Limited.
El ejecutivo indicó que la electrificación del transporte es una realidad. “Tenemos una ventana de mercado. El Estado no tiene que cambiar ninguna regulación, no necesitamos regulaciones especiales, necesitamos empezar a cumplir la que tenemos para tener mayor inversión. El problema es que el país tiene una situación coyuntural difícil, que nos hace echar mano en proyectos futuros para resolver problemas de corto plazo. Y el problema es que la ventana de oportunidad se nos pasa. Hay que cumplir lo que existe y hacer lo que hay que hacer”, dijo Solay.
En el mismo sentido coincidió Ignacio Celorrio, presidente para América Latina de Lithium Americas: “Hoy es cierto que el litio es una realidad en la Argentina. Hay una enorme oportunidad de incrementar mucho la producción de carbonatos de litio de calidad. La Argentina no es la primera productora del mundo, pero tiene la posibilidad de serlo. Toda esta inversión nueva trae dos desafíos. Van a faltar recursos humanos de calidad y, como los proyectos están ubicados a 4000 metros de altura, el desarrollo de infraestructura es clave. Se necesitan caminos, redes eléctricas, gas y todos los factores serán críticos para aprovechar la ventana de oportunidad”.
Las obras en el sector energético tienen un impacto positivo en materia fiscal, porque bajará el gasto en subsidios y subirá la recaudación impositiva
Se estima que el potencial para la Argentina en la explotación del litio es enorme, porque la demanda global se incrementa
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