martes, 31 de mayo de 2016
NUEVA TV; NUEVO PÚBLICO; OTRAS EXIGENCIAS
Más que definirse por sus novedades en materia de contenidos, la televisión de hoy puede identificarse a partir de otras dos dimensiones: la elección y el rescate. En ellas se encierra y se explica un cambio revolucionario: nadie recuerda en toda la historia una transformación en el comportamiento de los televidentes tan amplio, profundo e influyente como el actual.
De a poco empieza a hacerse realidad el vaticinio lanzado en octubre de 2014 por Ted Sarandos, el máximo responsable de los contenidos de Netflix. Ese año, durante el gigantesco Mipcom (el mayor encuentro global de la industria televisiva), el ejecutivo profetizó que “en un futuro cercano lanzar una temporada completa al mismo tiempo será algo normal para cualquier emisión televisiva”. Una fórmula que, como todos sabemos, es la que le permitió a Netflix convertirse a la velocidad de un rayo en uno de los protagonistas clave de este cambio de paradigma.En verdad, la afirmación de Sarandos prueba todo el tiempo su consistencia no desde la exactitud, sino a partir del matiz. Hoy, el televidente tiene a su alcance un abanico cada vez más grande de alternativas para elegir dónde, cuándo y de qué manera ver su programa favorito. Entre ellas, la más visible e ilustrativa consiste, por cierto, en devorarse de una sola vez la temporada entera de una serie desde el momento en que está disponible para el consumo. Pero en la actualidad está muy lejos de ser la única.
Aquí entran a correr las dimensiones que mencionamos al principio: elección y rescate. De a poco, hasta los actores más conservadores del escenario televisivo van reconociendo que les espera un tiempo de ostracismo e indiferencia si se empeñan en aprisionar al televidente en los rígidos modelos de emisión que rigieron toda la vida y hoy empiezan a parecernos verdaderas antiguallas.
Los canales argentinos de TV abierta líderes en audiencia empiezan a acostumbrarse a las nuevas modalidades. Ya es posible recuperar desde la Web, a través de las aplicaciones y los sitios oficiales de las emisoras, los episodios perdidos u omitidos de las ficciones diarias del horario central. Algunas, gracias a convenios con poderosas cadenas extranjeras que participan como coproductoras, logran que algunas señales de la TV paga reproduzcan esas emisiones al día siguiente de conocidas en la pantalla abierta.
Hasta se dio el curioso caso de una novela extranjera (la turca Karadayi) que fue levantada de un día para el otro en la grilla vespertina de Telefé, pero siguió emitiéndose desde la Web del canal hasta completar su ciclo a razón de un capítulo nuevo por día. Si esta práctica empieza a hacerse habitual (hasta con estrenos directos desde esas plataformas on- line en el futuro) no tardará el día en que nos preguntemos cuál es el verdadero lugar del televisor en el hogar. En rigor, ya empezamos de a poco a despedirnos de ese término, para usar en su lugar el de “pantalla” a todos los efectos.
Hablar de pantallas también significa entrar a ese mundo en el que es posible transformar la rigidez en movimiento.
Por eso a la idea de rescate también añadimos la posibilidad de la elección. De esto ya hablaba hace un año Juan José Campanella, empeñado en construir una red de fidelidad hacia una producción tan maltratada en la televisión abierta como mimada por sus propios artífices en la Red. Campanella sabe de sobra que, entre otros cambios, Netflix logró reconquistar para la TV algunos títulos de culto que fueron descartados prematuramente por a TV convencional cuando todavía tenían mucho por contar. Sobran ejemplos desde Arrested Development hasta Gilmore Girls, que está por volver con una esperada coda de cuatro capítulos adicionales. Lo que Netflix promueve para el retorno de viejos y nobles éxitos el director de El secreto de sus ojos lo imaginó para Entre caníbales. Hizo que desde Internet, esa serie comenzara de nuevo para mucha gente. La Red haría visible de nuevo todo lo que la TV abierta se empeñaba en ocultar. Hoy pasa lo mismo con La leona y Los ricos no piden permiso.
Así las cosas, el tevidente se apodera de las decisiones. Elige ver uno, dos, cinco o diez capítulos consecutivos. Avanzar, frenar, retroceder. Sobre todo no esperar. Una muestra más del binge-watching, expresión anglosajona que podría traducirse como atracón televisivo y que está en la esencia del consumo de espacios como Netflix. Los ejemplos del éxito ya nos son enteramente familiares, muestras de un comportamiento que hoy vemos natural, pero que ayer nomás podían ser entendidos como una rareza: House of Cards está a la cabeza, pero todos los días se suman nuevos títulos a la lista.
Este nuevo escenario alumbra comportamientos impensados e imprevisibles, que los tradicionales protagonistas del medio contemplan con desconcierto y deben aceptar a marcha forzada. El encumbramiento de nuevos actores surgidos del espacio virtual es uno de los más trascendentes. Amazon y Hulu siguieron la huella de HBO y se empeñan en crear y promover contenidos originales marcados por la frescura y la audacia. Otro protagonista de última hora es YouTube desde su canal de contenidos originales (YouTube Red), concebidos para el consumo de una audiencia muy joven y abierta a la novedad de comedias de corta duración, pensadas para ser vistas una y otra vez.
Otro giro inesperado es el que nos lleva desde Internet hasta la TV abierta, inversión del camino actual que a primera vista parecía inexorable solamente desde la vía contraria. Ahora también es posible que las cosas sucedan al revés: la primera temporada de la serie Narcos, todo un éxito de Netflix, será transmitida por la cadena Univisión para la población hispanoparlante de los Estados Unidos. “La promoción de estos programas originales en Univisión es una gran manera de llegar aún más a la comunidad hispana y ayudarla a descubrir Netflix”, dijo hace unos días el astuto Sarandos.
El movimiento es constante y los cambios también. Hoy, cada protagonista televisivo quiere que bajo su propia insignia el televidente siga comprometido todo el tiempo con el programa que eligió ver en pantalla en un momento circunstancial.
Para lograrlo, todos sin excepción (canales de aire en la Argentina y networks en Estados Unidos, señales de TV paga, emisores de contenidos múltiples para Internet, sistemas on demand) desarrollan sin pausa los espacios disponibles en la Red para continuar con la experiencia televisiva de la gente en todas partes. Algunos lo hacen porque está en su naturaleza. Otros, en cambio, ingresan en ese mundo por necesidad.
Lo único que todos tienen bien en claro es que el televidente de estos días no se queda quieto. Se mueve cada vez más entre la elección y el rescate.
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