viernes, 2 de septiembre de 2016

CINE RECOMENDADO


Café Society es una película de milagros sutiles
Café Society
(EE. UU., 2016, hablada en inglés) / Dirección: Woody Allen / Guión: Woody Allen / Fotografía: Vittorio Storaro / Edición: Alisa Lepselter / Intérpretes: Jesse Eisenberg, Kristen Stewart, Steve Carell, Corey Stoll, Sari Lennick, Blake Lively, Jeannie Berlin / Distribuidora: Energía Entusiasta / Duración: 96 minutos / Calificación: apta mayores de 13 años



Café Society, película de milagros sutiles, es uno de esos logros gigantes que parecen fáciles: un film que simula narrar y profundizar en sus personajes como si meramente respirara; en realidad juega a simular porque sabe jugar, porque el juego lo dirige un sabio que aprendió mientras hacía, e hizo mucho.
Otra vez en el cine y en el cine de Woody Allen, con una introducción que nos ubica en el Hollywood de los años treinta, década amada por el responsable de este entretenimiento sofisticado. Conocemos al protagonista, Bobby (Jesse Eisenberg), el principiante que entra a un mundo cuyas reglas desconoce, que tiene que surfear las diferencias de clase y de costa dentro de la misma familia. Películas y personajes anteriores de Allen se nos aparecen como estructuras familiares, como obsesiones, casi como retazos de sueños. La relación entre el arte y la mafia, como en Disparos sobre Broadway; la promesa de felicidad del amor que puede escurrirse, como en Manhattan; la vivacidad de la Annie Hall de Diane Keaton recuperada en la Vonnie de Kristen Stewart, y las diferencias entre Los Ángeles y Nueva York, y la eterna elección de Allen por una de las costas.
Están las marcas del cine de Allen -afortunadamente no está el desdén moral y cinematográfico del período londinense-, están los diálogos, el humor; están las dudas, y está el gris de los motivos para hacer, para decir, para tomar decisiones, como en sus películas más grandes, como Crímenes y pecados.
Todos tienen sus razones, el joven que llega para hacer carrera en Hollywood y se enamora, su tío el gran agente (Steve Carell), su hermano el mafioso, la propia Vonnie. Hay ocultamientos que no suenan forzados, y que revelar aquí sería atentar contra el disfrute de la película. Y el disfrute de Café Society es de esos placeres que se hacen cada vez más raros: una comedia agridulce que fluye con constante interés sin necesidad de forzar resoluciones o de ponerse terminante o maniquea. Una película en cuyos personajes creemos, incluso en aquellos más cercanos a la caricatura -el cuñado intelectual de izquierda, los mafiosos-, porque manejan deseos, inseguridades, tienen personalidades.


Son personajes que interactúan entre ellos y no se recortan contra algún concepto de remake, revival o diseño de marketing. Comedia sobre Hollywood, comedia romántica, comedia sobre la finitud de la vida, comedia sobre las oportunidades, comedia de diferencias de clase y de religiones. Y también sobre la imposibilidad de la comedia y las comedias, sobre el arte y su relación con el espectáculo y la moda. Además, Café Society es una demostración esplendorosa del manejo de la luz para embellecer, y que constituye la primera colaboración entre Allen y Vittorio Storaro.
Y, como si todo esto fuera poco, el elenco completo debería ganar todos los premios de ensamble actoral del año. Kristen Stewart -su fotogenia debería estar asegurada por una suma astronómica- brilla y demuestra, como lo hace desde hace años, que es una actriz descomunal, que puede combinar malicia, seducción y frescura, como ya lo hizo en Adventureland. Y de yapa tenemos a los dos personajes secundarios más encantadores del año: Rad Taylor (Parker Posey) y Steve (Paul Schneider). Café Society no es una película de ruptura, sino pura tradición, personal e histórica, una gran película que no busca imponerse, quizá porque está llena de seguridades y sabiduría para poner en escena dudas, decisiones, errores y aprendizajes.
J. P. F.

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Kubo y la búsqueda samurái es una auténtica joya de la animación
Kubo y la búsqueda samurái (Kubo and the Two Strings
, Estados Unidos/2016) / Dirección: Travis Knight / Guión: Marc Haimes y Chris Butler / Fotografía: Frank Passingham / Música: Dario Marianelli / Edición: Christopher Murrie / Voces: Charlize Theron, Art Parkinson, Matthew McConaughey, Ralph Fiennes y Rooney Mara / Distribuidora: UIP / Duración: 101 minutos / Calificación: apta para todo público / Producción animada en versión doblada o subtitulada


En un mercado como el de la animación dominado por grandes productoras (Disney-Pixar, Illumination, Blue Sky, DreamWorks) hay algunas compañías "gourmet" que apuestan por películas más arriesgadas. En la última década, a la británica Aardman se le sumó un pequeño estudio propiedad de Nike con sede en Portland llamado Laika, que concibió films como El cadáver de la novia, Coraline y la puerta secreta, ParaNorman y Los Boxtrolls. Ahora, de la mano del presidente de la empresa, Travis Knight (en su debut en la dirección), llega la notable Kubo y la búsqueda samurái.
Esta historia de aventuras fantásticas protagonizada por un niño japonés de 11 años con habilidad para el origami y la música (toca un instrumento llamado shamisen que tiene poderes mágicos) no sólo atrapa y conmueve con sus escenas de acción o sus búsquedas espirituales, sino que además regala uno de los universos más hermosos que la animación haya concebido en mucho tiempo. Cada plano, cada movimiento, cada criatura, cada detalle, cada textura, es de una belleza apabullante gracias a la mixtura de distintas técnicas en su mayoría artesanales.
Más allá de que es una película apta (y recomendada) para toda la familia, hay que advertir que Kubo y la búsqueda samurái se ubica en las antípodas de la animación vertiginosa y a puro estímulo primario de, digamos, Madagascar, La era de hielo o Los Minions. En ese sentido es muy probable que los más pequeños la encuentren un poco rebuscada y hasta algo aburrida.
Sin embargo, aquellos adultos que disfrutan del cine de animación tienen en este film una oportunidad única y es verlo en la versión original subtitulada (por suerte hay varias funciones con esta opción). El protagonista, Kubo, es interpretado por Art Parkinson, pero cuando él se ve obligado a abandonar el pueblo costero en el que vive para iniciar una larga travesía descubriremos que la voz de Escarabajo es de Matthew McConaughey y la de Simio, de Charlize Theron, mientras que las malvadas hermanas están a cargo de Rooney Mara y el no menos temible Rey Luna, de Ralph Fiennes. Todos concretan multifacéticos trabajos de enorme expresividad.
Conflictos familiares, iconografía propia de las tradiciones milenarias niponas, historias de samuráis, elementos sobrenaturales (la inmortalidad es uno de los temas recurrentes, al igual que las formas de lidiar con la pérdida de los seres queridos) y buenas dosis de humor se combinan para una auténtica joya hecha con mucho talento y corazón por la factoría Laika, el secreto mejor guardado de Hollywood.
D. B.

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La luz incidente demuestra por qué el dolor no siempre se expulsa a los gritos
La luz incidente
(Argentina, 2015) / Dirección y guión: Ariel Rotter / Elenco: Érica Rivas, Marcelo Subiotto, Susana Pampín, Greta y Lupe Cura, Rossana Vezzoni, Elvira Onetto, Roberto Suárez / Fotografía: Guillermo Nieto / Sonido: Martín Litmanovich / Montaje: Eliane Katz / Música: Mariano Loiácono / Dirección de arte: Aili Chen / Vestuario: Mónica Toschi / Producción: Juan Pablo Miller, Ariel Rotter / Calificación: Apta para mayores de 13 años / Duración: 97 minutos 


No todo el mundo reacciona igual ante una pérdida como la que sufre Luisa, la protagonista de La luz incidente. Luego de un trágico accidente en el que su marido perdió la vida, debe afrontar la crianza de sus dos pequeñas hijas casi sin colaboración ni demasiados recursos. Apenas la ayuda su madre que, al mismo tiempo, presiona no muy sutilmente para que reconstruya su vida con una velocidad que no parece la más adecuada. Ariel Rotter (Sólo por hoy, El otro) ha declarado que La luz incidente es una película sobre la ansiedad, y la definición es pertinente. Porque al apuro de la madre que encarna con gran precisión Susana Pampín se suma el de Ernesto, un candidato que aparece sorpresivamente en la vida de Luisa y muy pronto se va transformando en otro problema para ella: los tiempos de los dos no son los mismos, y él parece no entenderlo cabalmente.
Marcelo Subiotto consigue crear con mucha eficacia un personaje ambiguo, inquietante, que parece esconder algo detrás de su persistente cortesía. Una las virtudes de la película de Rotter es justamente su poder de sugestión. El director regula muy bien la temperatura de un relato que, por el asunto que aborda, podría haber sido incendiaria, alude veladamente al fatal accidente que dispara el drama y traza una sutil pintura de época sin recurrir a los subrayados, confiando en la perspicacia del espectador.
Ambientada en la década del 60, la película también rememora cuál era el rol de la mujer en esa época, la Argentina de la proscripción al peronismo, el movimiento que en los años previos al golpe del 55 había impulsado los derechos femeninos a través de una de sus figuras más vitales, Evita. Todo parece lúgubre y angustioso en los días de Luisa, que reclama sin alardes su derecho al duelo. Pero inteligentemente Rotter equilibra ese tono gris -acentuado por la excelente fotografía en blanco y negro de Guillermo Nieto- con la aparición de breves pasajes de un humor leve e incómodo (las escenas de la lucha grecorromana y la fotografía familiar, con un Subiotto liberado y brillante) que permite que la película respire y al mismo tiempo revela el desconcierto que suele provocar el absurdo de una muerte inesperada.
De reconocido talento para la comedia, Érica Rivas demuestra en este papel que también es una actriz dramática consistente, maciza. Su trabajo es potente y a la vez delicado, en perfecta sintonía con una película que entiende que el dolor no siempre se expulsa a los gritos.
A. L.



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