sábado, 10 de agosto de 2019

OPINA EDUARDO FIDANZA,


Factores que podrían explicar el repunte de Macri

Eduardo Fidanza
Cuando no falta nada para las PASO, los medios de comunicación, los analistas y el tercio de la sociedad que se interesa en la política están en vilo, expectantes, desconcertados. Nadie arriesga cuál será el resultado, el oráculo de las encuestas se acerca a la mítica zona del "error estadístico", mientras se calibran las razones de voto sin llegar a conclusiones ciertas. Llueven las estadísticas, alimentadas por datos que según cómo se miren podrían otorgarle la victoria a uno u otro. Análisis lúcidos aseguran, con fundamento, que si fuera por la economía el oficialismo debería perder. Pero esos mismos enfoques admiten que este es un país extraño donde las explicaciones convencionales suelen naufragar. Lo que ocurrió esta semana avala esa paradoja: mientras se conocieron indicadores adversos en los principales rubros económicos que inciden en el ingreso de las familias (empleo, producción, valor del salario), la fórmula Macri-Pichetto siguió repuntando en los sondeos, aproximándose a una situación de relativa paridad. ¿Será así, se trata de una ilusión demoscópica o es una muestra más de la excepcionalidad argentina?
Esta columna, por cierto, no podrá resolver el enigma. Lo que intentará aportar es la estimación de algunos factores extraeconómicos que podrían explicar el escenario. Uno de ellos es el Índice de Confianza en el Gobierno (ICG) de la Universidad Di Tella, un indicador de opinión pública confiable que acumula una serie estadística de casi 20 años. Este índice, cuyo valor oscila entre 0 y 5, mide la evaluación global sobre el Gobierno, la percepción de si se gobierna para el bien general o para sectores particulares, la eficiencia en la administración del gasto, la honestidad de los funcionarios y la capacidad de estos para resolver problemas. La primera observación es que el valor actual del ICG resulta superior al que poseía el oficialismo cuando Cristina obtuvo la presidencia en 2007 y supera ligeramente al de 2015, cuando Scioli ganó la primera vuelta. Si bien este indicador debe ser leído junto con otros de naturaleza económica, que son desfavorables al Gobierno, muestra que hay aspectos no económicos preservados que podrían explicar en parte el escenario de paridad. Debe computarse también que los indicadores económicos subjetivos se están recuperando, junto con los políticos. Un ejemplo es el Índice de Confianza del Consumidor, también de la Di Tella, que se incrementó más del 35% desde octubre pasado, cuando alcanzó uno de los valores más bajos de la serie histórica.
Hasta acá los números. Es miope centrarse solo en ellos porque, en rigor, hay otros factores significativos, usualmente velados. Mencionaremos cuatro: la calidad de las campañas, el dominio territorial, la posición de las elites y la eficacia de los oficialismos para ser reelegidos. Respecto de las campañas, se observa que el oficialismo cuenta con una maquinaria electoral sistematizada, con abundantes recursos económicos, creatividad y organización, que contrasta con la principal oposición, que tiene dificultades severas -como la coordinación del discurso, las tensiones entre las principales figuras, el insuficiente financiamiento- coronadas por una incongruencia que no puede superar: el candidato a presidente es un delegado de la candidata a vice que en el pasado fue un severo detractor de su persona y sus políticas. Al votante le hace ruido y los medios desempolvan el archivo.
El dominio territorial y la posición de las elites no son tan evidentes, pero descifrando gestos y comportamientos puede conjeturarse que se inclinan más por Macri que por Cristina. Los gobernadores peronistas y los pertenecientes a partidos provinciales, con una sola excepción, ya fueron reelegidos y. más allá de apoyos formales, no se están involucrando. Si lo hacen, sus gestos son más afines al oficialismo que a la oposición, como en el caso de Juan Schiaretti. Por lo bajo, dicen: Cambiemos fue más previsible, con Macri pudimos negociar, su gobierno es de otro palo, pero cumplió más que el nuestro. La opacidad de los gobernadores con Cristina equilibra la desventaja geográfica de Macri en el interior. Ella está pagando caras sus tiranías e infidelidades, que la condicionan a la hora de volver.
Las elites empresarial y sindical completan el cuadro. Los gremios más poderosos mantienen con disimulo el diálogo con el Gobierno y los Moyano paradójicamente lo ayudan al enfrentarlo. Las grandes empresas prefieren a Macri aunque con él hayan perdido plata. Resta considerar la eficacia del poder: la casuística muestra que los presidentes, además de los gobernadores, tienden a ser reelegidos. Menem, en 1995; los Kirchner, en 2007 (cambiando de cónyuge) y 2011.
¿Torcerán estos factores la adversidad económica que castiga a los argentinos? ¿La compensará el Gobierno con otros logros? ¿Deciden los poderes fácticos o solo los ciudadanos? En pocos días, estos misterios de la sociología política empezarán a resolverse.

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