viernes, 13 de diciembre de 2019

DISCAPACIDAD E INCLUSIÓN.....UN ENORME LOGRO


DISCAPACIDAD
"Lo que aprendí de una persona con discapacidad"
Primero está el cimbronazo, ese "impacto único e irrepetible" que se produce en la vida de una familia o una persona con la llegada de alguien con discapacidad. Así lo describe Elizabeth Aimar, fundadora de la Red de Asistencia Legal y Social (RALS) y mamá de Juan Agustín, un joven con parálisis cerebral.

"Desde el entorno inmediato -familia y amigos-, hasta mediato -vecinos y compañeros de trabajo, por ejemplo-, todos se ven afectados por esa nueva forma de vida, ya sea con el nacimiento de un hijo o si una persona adquiere una discapacidad", asegura
Aimar, abogada y autora del libro Los incómodos. Y agrega que, incluso en una época en la que predomina el discurso inclusivo, "son muchos los que se sintieron, se sienten o se sentirán incómodos con la discapacidad. Solo el conocimiento les hará perder el miedo".
Para ella, los derechos que las normas garantizan -en la Argentina, la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad, sancionada en 2006 por la ONU, tiene jerarquía constitucional desde 2014- están postergados hasta tanto no saldemos una tarea más compleja: derribar mitos, deconstruir estigmas y preconceptos, "para recién allí inicial el camino hacia el empoderamiento y el ejercicio de los derechos".
Son muchos los que se sintieron, se sienten o se sentirán incómodos con la discapacidad. Solo el conocimiento les hará perder el miedo..Elizabeth Aimar
En el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, los especialistas remarcan que cuando los prejuicios se caen, pero, sobre todo, cuando las familias y las personas con discapacidad cuentan con los apoyos fundamentales para impulsar su autonomía y el desarrollo de sus potencialidades, cuando las políticas públicas acompañan y se vuelven efectivas, ahí es cuando, según los especialistas, se da la verdadera inclusión: en las aulas, en los trabajos, en los grupos de amigos, en las familias. El resultado es enriquecedor para todos. Superación, paciencia y compromiso son algunos de los valores que destacan quienes comparten esos espacios inclusivos.
90.000 chicos con discapacidad están integrados en escuelas comunes. Aunque esta matrícula creció un 400% en 15 años, para la mayoría aún es muy difícil conseguir vacantes.
Ezequiel "Zequi" Speroni, rodeado de sus amigos, sostiene la pelota antes de un partido
"Últimamente me estoy enterando de muchos casos de familias jóvenes que cuando van a una entrevista para elegir colegio averiguan si es una institución inclusiva, si hay estudiantes con discapacidad", cuenta Gabriela Santuccione, coordinadora del Grupo Artículo 24. Y continúa: "Lo preguntan porque consideran que es un valor añadido, porque quieren que sus hijos se eduquen en un mundo real, apreciando la diversidad, que se valoren a ellos mismos y al otro".
Aunque quienes llevan décadas trabajando en la temática sostienen que hubo avances, ser parte de un mundo verdaderamente inclusivo sigue siendo una gran deuda pendiente.
"El camino hacia una vida independiente y autónoma tiene mucho que ver con la percepción social de la discapacidad, su reconocimiento y en qué estándares de convivencia e inclusión vivimos. Hasta no hace mucho, las personas con discapacidad no solo no eran reconocidas como sujetos de derechos, sino que eran directamente segregadas", afirma Aimar. Además, subraya la necesidad de "implementar políticas públicas tendientes a dar cumplimiento efectivo a todo lo que suscribimos en la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad, haciendo ajustes razonables en legislaciones".
1 de 4 hogares tiene un miembro con discapacidad. Son 3.571.983 las personas que tienen algún tipo de limitación física o intelectual, según los últimos datos del Indec.
Pero hubo avances. Para ella, hablar de "personas con discapacidad" es el resultado de una nueva mirada, la mirada social, "que se fija en el déficit pero también en los apoyos". "La discapacidad es un déficit real, pero lo podemos compensar con apoyos humanos y técnicos, que vienen a compensar todo lo que la persona no puede hacer y le permite estar en una universidad, en un empleo, tener una familia, vivir solo. Cuando le damos el paso a la persona y ponemos a la discapacidad como una condición que a través de apoyos puede no revertirse, sino equipararse, ahí hablamos de inclusión", concluye Aimar.
La discapacidad es un déficit real, pero lo podemos compensar con apoyos humanos y técnicos, que vienen a compensar todo lo que la persona no puede hacer...Elizabeth Aimar
"Es una locomotora, no para"
Cuando su hija menor nació, Rosario y Marcos atravesaron por el mismo terremoto, que, con algunas variaciones, produce la discapacidad en todas las familias. Tristeza, desconcierto, enojo, miedos, incertidumbre, el "por qué a nosotros", peregrinar por distintos médicos en búsqueda de respuestas, digerir el diagnóstico y "recalcular" como familia.
María llegó al mundo con hipotonía en la parte izquierda de su cuerpo y sin el nervio auditivo desarrollado: en otras palabras, sin ninguna posibilidad de escuchar. Hoy, tiene 11 años y es una nena cariñosa, de pelo largo y rubio, sonrisa grande y anteojos de marco rosa, abanderada y a punto de iniciar un nuevo camino: terminó 4º grado y el año que viene empieza 5º en una escuela común, con el acompañamiento de una maestra integradora.
María (al centro), junto a sus padres, Marcos y Rosario, sus hermanas, Greta y Alexia, y su perra, Rosita
Cuando tenía dos, le hicieron un implante en su tronco cerebral para que pudiese escuchar. Pero antes, a los siete meses y aún sin diagnóstico, empezó a ir a Las Lomas Oral, un colegio que asiste a chicos y chicas con pérdidas auditivas severas. Allí, se busca que puedan incorporar el lenguaje hablado entrenando su audición y el objetivo es que sea una escuela de paso, para que luego puedan incluirse en otra común. Para María y su familia, contar con ese apoyo fue fundamental.
Greta, de 16 años, y Alexia, de 14, son las hermanas de María. Las tres son muy compañeras. "Al principio, ellas eran muy chicas. María estuvo durante un mes internada y nosotros nos turnábamos para quedarnos a dormir en el sanatorio. Sus hermanas no entendían y era duro, pedían que les demos bola. Pero lo fueron sobrellevando", cuenta Marcos sobre esos primeros meses, los más difíciles.
"María es fuerte, una guerrera, porque lucha cada día por conseguir un esfuerzo y autosuperarse. Nunca se lo dije, pero yo la admiro: siempre tiene una mente positiva, le pone garra a todo e intenta dar lo mejor de ella", dice Greta. Alexia, coincide. Ella todavía se acuerda del miedo que sentía, en la colonia de vacaciones, de que a su hermana se le mojara el implante que le permite escuchar. "Me re fijaba en esas cosas, me importaba mucho. María me enseñó a ser más paciente", cuenta Alexia.
María (de antojos), junto a sus hermanas, Alexia y Greta
Todos coinciden en que, cada vez que María emprende un desafío, deja todo en la cancha: desde hacer equitación hasta jugar al tenis, hasta andar en bicicleta o estudiar para un examen. Siempre busca superarse. "Lo que nos enseña a todos es que la vida es persevera y triunfarás", resume Rosario, su mamá. "Es una locomotora: no para", agrega Marcos.
Hoy, para sus hermanas, compartir distintos espacios con personas con discapacidad, desde la escuela hasta las clases de equitación en el barrio privado donde viven, es "lo más normal". "María siempre fue parte de ellas y lo aceptaron con naturalidad, la incorporaron a toda su vida, por ejemplo a sus grupos de amigas cuando venían a casa. Ellas tienen una sensibilidad diferente, especial", concluye Rosario.
El derecho a un trabajo es uno de los más vulnerados. La tasa de inactividad entre las personas con discapacidad es del 64,1% y el desempleo llega al 10,3%.
Tecnolav es una lavandería sustentable industrial, ubicada en el barrio de Villa Crespo; ya llevan contratadas 13 personas con discapacidad de entre 18 y 50 años
"Vienen a romper tus prejuicios"
El primer día que fue a la universidad, a Tomás Yánez le pareció que estaba viviendo un sueño. Fue a mediados del año pasado y "no caía". "Nunca me lo imaginé. Cuando me hicieron la propuesta, pensé: 'mirá vos, ¡voy a trabajar y estudiar!'", recuerda Tomás.
Tiene 23 años, trabaja en el Colegio Marín como responsable de los materiales de educación física y es uno de los estudiantes que participan del Programa de Inclusión Universitaria para Jóvenes con Discapacidad Intelectual de la Universidad de San Isidro (USI). El objetivo de esta iniciativa, es que puedan iniciarse dentro de las áreas de Abogacía y Comunicación Social, cursando algunas materias seleccionadas de esas carreras que luego les permitan insertarse laboralmente.
Tomás Yánez junto a María Laura Ochoa, una de sus docentes en la USI
"No queríamos armar un camino en paralelo para las personas con discapacidad, sino que interactuaran, en el marco de las materias curriculares, con el resto de sus compañeros. Era un desafío porque había varias aristas para atender y buscábamos que fuera una experiencia positiva para todos", explica Fernando Barilatti, del centro de investigación Acompañados, de la universidad.
María Laura Ochoa es decana de la Facultad de Ciencias Jurídicas y fue profesora de Introducción al Derecho de Tomás y sus compañeros de programa. "No estoy preparada", fue lo primero que pensó cuando le dijeron que a su curso iban a sumarse estudiantes con discapacidad intelectual. "Cuanto más heterogéneo es el grupo, como docente hay que buscar distintas herramientas para llegarles a todos. El miedo que uno tiene es no saber si vas a contar con esas herramientas", dice Ochoa.
Para ella, fue clave todo el acompañamiento previo, durante la cursada y a la hora de tomar examen, que realiza el equipo del programa, compuesto por psicopedagogos y maestros de apoyo. Ellos son los que hacen las adaptaciones y acompañan dentro del aula. "Uno se cree no prejuicioso y abierto, pero estos estudiantes vienen realmente a romper tus prejuicios porque el resultado te sorprende", asegura Ochoa.
El programa de inclusión funciona gracias a los aportes de un fondo del exterior y los chicos están becados. Comenzó a diseñarse, "de manera artesanal", a comienzos del año pasado y, en el segundo semestre, empezó la primera camada. "Llevó un tiempo hasta que se llegó a una propuesta consensuada dentro de la universidad, siempre con la intuición de que la incorporación de alumnos con discapacidad le iba a hacer muy bien al ámbito universitario", asegura Barilatti.
Las trayectorias duran dos años y medio: en el primer cuatrimestre, se hace una introducción a la vida universitaria; mientras que, del segundo al sexto, los chicos y las chicas cursan dos veces por semana. En el último cuatrimestre, está prevista una práctica profesional. Actualmente, hay nueve estudiantes con discapacidad y, el año que viene, se sumarán seis más.
El 13% de las personas con discapacidad cursó estudios superiores, ya sea completo o incompleto y alcanzaron mayores niveles educativos quienes tienen una sola discapacidad.
Los que aprueben la totalidad de las asignaturas recibirán un certificado de asistente universitario en comunicación social y organizaciones sociales; o de asistente universitario en organizaciones jurídicas y empresaria, dependiendo del trayecto formativo que hayan elegido.
Con respecto al impacto que se produce en el resto de los estudiantes y docentes, Josefa Satragno, directora del programa, cuenta: "Lo que aportan fundamentalmente al ámbito universitario es esta posibilidad de acercarse y conocer a una persona que tiene discapacidad intelectual, porque sino se conoce es imposible que uno pueda dimensionar cuáles son los talentos en los que se pueden destacar". Por otro lado, agrega: "Además, se corren algunos mitos que existen con respecto a lo que no pueden, y se los ve en su dimensión integral de personas. Cuando hay programas que hacen foco en sus posibilidades, superan dificultades y sorprenden con los resultados a los que arriban".
Para Tomás, el primer día de clase en la universidad fue como un sueño: "No caía", recuerda.
Tomás vive en Tortuguitas con su mamá, Andrea, que es peluquera, y su papá, José, que es vendedor de insumos de peluquería. "Nunca me había imaginado que iba a ir a universidad. Mis papás tampoco lo podían creer. Al principio tenían miedos, pero después ya no. Es como todo", cuenta el joven.
En su trayecto por la universidad, hubo momentos difíciles. "Un día dije: 'Listo, abandono'. Pero una compañera, Natalia, me dijo: '¡No, no abandones!'. Y desde que ella me dijo eso, cambié y seguí", relata Tomás.
La materia que más le gusta es Introducción a la Producción Audiovisual. "Ahí vemos desde el montaje hasta el tipo de cámara", explica. Hoy tiene que presentar su trabajo final: un video de un minuto que ponga en imágenes todo lo aprendido. "Te tenés que basar en una historia y yo elegí contar el día y la noche. Estoy contento con mi producto", asegura el estudiante

M. A.


Tener un compañero con síndrome de Down cambió sus vidas
Zequi junto a su equipo de fútbol
Ezequiel Speroni (20) estaba en segundo grado y hasta ese momento ninguno de sus amigos de la escuela lo había invitado a jugar a su casa. Un día, Judith, la mamá de uno de sus compañeros, le propuso a su hijo que lo invitara. "Me preguntaba: a qué jugará un chico con síndrome de Down, qué le gustará, cómo se comunicará, pero vino a casa y todo fluyó perfecto. Al poco tiempo, vino de nuevo", recuerda la mamá de quien es hoy uno de sus mejores amigos.
Ese fue el puntapié para lograr la inclusión de Zequi -como todos lo llaman- y poco a poco más papás se fueron animando. "Es hermoso verlos jugar y reírse juntos, verlos aprender a ser pacientes, solidarios, tolerantes, verlos sentirse orgullosos cuando a Zequi le cuesta hacer algo y entre todos buscan la manera de lograrlo", detalla Judith.
"Con la inclusión ganamos todos", afirman los amigos de Ezequiel mientras se preparan para jugar un partido de fútbol en el club de Caballito en el que se reúnen todos los sábados. "Es uno más del grupo, no hay reunión, viaje o fiesta en la que no pueda participar", coinciden. Tomás, Martín y Nacho (17 años) sienten que no serían los mismos si no hubieran compartido el aula con Zequi. Los cuatro amigos cursaron juntos la primaria y la secundaria en el Instituto Educativo Modelo de Caballito y están a punto de egresar. Ezequiel será el primer chico con síndrome de Down de su escuela en recibirse.
Mayor tolerancia, paciencia, solidaridad y empatía son algunos de los valores que los chicos, maestros, padres y especialistas resaltan. Aprender a valorar las diferencias es otro de los grandes aprendizajes. "A todos los que dudan del valor de la educación inclusiva, les diría que hagan la prueba. Es la única forma de perder los miedos", recomienda Tomás.
"La educación inclusiva enriquece a todos los alumnos y mejora la calidad educativa", asegura el psicólogo y pedagogo español Emilio Ruiz, quien recientemente estuvo en la Argentina dictando cursos para directivos, maestros y padres. De acuerdo a su vasta experiencia, un maestro que recibe un niño diferente en su aula, tiene que cambiar su metodología didáctica para adaptarse a ese niño y gracias a ello, todos los alumnos se ven beneficiados. "Los niños diferentes mejoran la escuela porque no permiten que los maestros se duerman en los laureles de la rutina pedagógica", afirma.
Para este reconocido español otra de las mayores virtudes de la educación inclusiva es que mejora a los compañeros porque aprenden a vivir determinadas actitudes que de otra manera no incorporarían.
Por otro lado, "si quieres triunfar tienes que aprender a relacionarte con todo tipo de personas", enfatiza Ruiz. Es por ello, según él, que las grandes universidades del mundo están recibiendo gente cada vez más variada, chicos de entornos desfavorecidos. "Lo hacen porque entienden que los grandes empresarios del futuro van a tener que convivir con gente de muchos entornos", concluye.
La voz de los especialistas
José María Tomé, Gabriela Santuccione y Rocío Iglesias, referentes argentinos en educación inclusiva ofrecen su mirada sobre los beneficios de una escuela para todos.
¿Por qué es bueno elegir una escuela inclusiva para nuestros hijos?
"Lo que aprendí como maestra de Zequi"
Claudia Fiorito fue una de las maestras que pasó por la vida de Zequi. En una carta publicada en la web de Asdra que tuvo gran impacto en las redes sociales, resumió cómo el compartir el aula con Ezequiel marcó su vida y la de sus alumnos.
Claudia junto a Zequi en la escuela
Carta de Claudia Fiorito, Técnica en Conducción Educativa y profesora de Enseñanza Primaria, maestra de 6° grado de Ezequiel Speroni
"Como docente, en mis clases siempre hablaba de respetar las diferencias, ser tolerantes, compartir con los demás. Con mis alumnos llenábamos las paredes de la escuela con hermosas carteleras, armábamos actos escolares que reflejaban lo bueno que es respetar las diferencias, trabajábamos bonitos cuentos y todo era muy lindo mientras jugamos al 'así debe ser'.
En 20 años de docencia en escuelas privadas tuve solo dos oportunidades de compartir mi trabajo con alumnos con necesidades especiales, ellos y sus padres me enseñaron mucho. Un día, mi aula de 6° grado tuvo un cambio y yo tuve una nueva oportunidad. No era ni carteleras, ni pintura nueva, sino el combustible que se necesita para avivar el fuego y generar un ambiente confortable. A 6° grado había llegado un grupo de 24 alumnos que llevaba siete años de compartir todos los días con un compañero con síndrome de Down.
En cuanto a cómo debo preparar la clase y qué cambios realizar, las maestras integradoras, el equipo que acompaña a mi alumno y sus padres día a día me dan herramientas e incentivan para aprender cada vez más. Aprendo mucho de todos ellos y de la información que hay circulando en diferentes medios. Pero el mejor aprendizaje es que el que vivo junto con el grupo.
Todos mis alumnos saben que son diferentes, aprendieron a aceptarse y usar esas diferencias para realizar un buen trabajo de grupo: '¿Qué es lo que mejor hacés?', '¿Dibujar?', 'Entonces vos dibujá'. 'Si le dibujamos los renglones, él lo puede hacer. tiene letra grande y en imprenta. se va a poder leer mejor la lámina'. No es necesario hacer una cartelera que diga 'Respetemos y valoremos las diferencias', ellos lo viven.
Lo que más me llamó la atención fue la primera vez que mi alumno con síndrome de Down leyó en voz alta. Sus compañeros siguieron atentos la lectura, nadie le corrigió (yo siempre acostumbrada a que el resto de los grupos corrigen cuando un compañero se equivoca o suelen quejarse cuando no se los escucha o tardan en leer), atento a mis indicaciones volvía a revisar su error, al finalizar, antes de que yo pudiese dar una devolución sus compañeros al unísono le dijeron: 'Muy bien Zequi'. ¡Cuánto me enseñaron en ese momento! Paciencia, amor, reconocimiento de los logros de su compañero. No es necesario hacer una cartelera que diga ´Ser tolerantes', ellos lo viven.
Cada clase es una enseñanza. Es cierto, en la escuela se enseña; pero hablo de la enseñanza que no está escrita en un proyecto de aula como contenido. Todos los seres humanos somos, en mayor o menor grado competitivos. Queremos ganar y que se nos reconozca por ello; y son muy pocas las veces donde se comparten los logros con el corazón (muchas veces sólo son para quedar bien). Dos grupos. Juego de preguntas y respuestas. Puntajes. 'Ya sé le respuesta´, dijo un alumno. Todos coincidieron con el acierto. Nadie gritó. Se acercaron a su compañero y al oído le dijeron la respuesta. 'Correcto', contesté. Festejaron juntos pero las felicitaciones se la dieron a su compañero que a viva voz contestó. No es necesario hacer una cartelera que diga "Saber compartir", ellos lo viven.
Para comprender un poco más las experiencias compartidas anteriormente, es importante citar el comentario de un alumno mientras todos realizaban la cartelera para el Día del Síndrome de Down, en la cual incluían conceptos como 'todos tenemos derechos', 'inclusión educativa', etc. Sus palabras, a modo de pregunta reflexiva fueron: '¿Por qué hay que seguir diciéndolo si es algo tan natural?'. Está clarísimo que, dada sus experiencias cotidianas, la inclusión está en sus vidas, en sus pensamientos y en sus corazones; y son los protagonistas del cambio deseado, propuesto, declarado.
Por eso, cuando hablamos de inclusión hablamos de aprender a vivir todos los días los valores humanos conociendo y compartiendo con todos los demás, más allá de sus diferencias.
De qué nos puede servir la cultura general que todo docente busca que logren alcanzar sus alumnos si como seres humanos no buscamos que nuestros niños y niñas, sin distinciones, sean buenas personas para ser felices, brindar felicidad y desenvolverse de forma autónoma. Y eso no se aprende leyendo un libro de texto escolar ni con una clase magistral, se aprende "practicando" y cómo podemos practicarlo si no tenemos la oportunidad de una educación inclusiva.
Está en mis deseos que todos en un futuro no muy lejano vivamos en una educación y sociedad inclusiva.
Para finalizar, un gracias enorme a Zequi y a mis alumnos (amigos y compañeros), por permitirme crecer con ustedes."
Dónde denunciar
Toda persona que se enfrente a alguna de estas u otras trabas puede presentar un reclamo frente a la escuela o ante el Ministerio de Educación de su provincia. Además, puede presentar una denuncia en el Instituto Nacional contra la discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) 0800-999-2345 o en la línea nacional de Convivencia: 0800-222-1197.
Grupo Artículo 24
Una coalición de más de 150 organizaciones de todo el país que luchan por una escuela abierta a la diversidad.
Conocé más en: grupoart24.org
Más información
ACIJ y Grupo Artículo 24 ofrecen un sitio con información sobre las herramientas que pueden utilizarse para reclamar el efectivo cumplimiento del derecho a la educación inclusiva www.porunaeducacioninclusiva.org

C. Z.

20 empresas argentinas fueron distinguidas por sus planes de inclusión laboral
Varias personas con discapacidades encontraron su primer empleo formal en la empresa Tecnolav.
Nora tiene 50 años y, por primera vez, tiene un empleo formal. Es hipoacúsica y, formaba parte del 70% de las personas con discapacidad a las que les cuesta mucho insertarse en el mundo laboral. Ahora, se desempeña como operaria en una pyme industrial y su vida cambió para siempre.
Aunque el cambio cultural es lento, cada vez hay más empresas argentinas que están implementando políticas de inclusión laboral. Entre ellas, Tecnolav, una lavandería sustentable industrial, ubicada en el barrio de Villa Crespo, en CABA. "Empezamos a contratar a personas con discapacidad y fue un viaje de ida", cuenta entusiasmado Fernando Argiro, CEO de la empresa. "Lo único que tuvimos que hacer -continúa- fue animarnos a darle una oportunidad a quienes la tienen más difícil y el resultado fue maravilloso".
Desde hace un año y medio que Tecnolav estableció un programa de trabajo inclusivo. Con ayuda de la Agencia Nacional de Discapacidad (Andis), el ministerio de Producción y Trabajo y la Asociación Argentina de Padres Autistas (Apadea), ya llevan contratadas 13 personas con discapacidad de entre 18 y 50 años, algunos con hipoacusia, retrasos madurativos o con impedimentos físicos. Esto equivale a un 13% de la totalidad de la pyme, integrada por 100 trabajadores.
Fernando explica que si bien "hace muchísimos años" le daba vuelta esta idea por la cabeza -ya que su padrino posee una discapacidad motriz-, recién en 2018 pudo llevarlo a cabo. "Realmente ya no encontraba motivos para no hacerlo, era solo cuestión de ganas. Y esto va para cualquiera, lo puede hacer una multinacional y el kiosco de la esquina", afirma.
Lo puede hacer una multinacional o el kiosco de la esquinaFernando Argiro
La clave del proceso de inclusión es la búsqueda laboral. "En la entrevista con ellos nos centramos en buscar su potencial y ver en qué puesto podrán desarrollar mejor sus capacidades", relata el empresario. Además, una vez que la persona es contratada, le asignan un "tutor". Se trata de un voluntario que realiza las mismas tareas y fue capacitado por el ministerio de Producción y Trabajo, que "le enseña, lo cuida y le explica la labor a realizar".
También, a través de este programa, esta pyme implementó por estatuto "privilegiar los perfiles de personas con discapacidad" y han refaccionado "toda la planta, con un ascensor, con señalización y evacuación inclusiva". "Consideramos que es lo que debemos hacer y no porque seamos una ONG sino porque realmente para nosotros es un negocio y nos rinde. Les damos trabajo, no les hacemos un favor. Solo les damos la oportunidad de que muestren lo que saben hacer y mientras, ganamos plata porque el clima laboral mejora enormemente", destaca Fernando.
El 13% de los empleados posee discapacidades.
Además, para estimular la contratación en el ámbito privado, los empleadores de una persona con certificado obtienen beneficios impositivos, como la reducción del impuesto a las ganancias del 70% de la remuneración y la exención del 50% de las cargas sociales durante el primer año y del 25% para el segundo.
Sello de Gestión Inclusiva
Tecnolav es una de las más de 100 empresas de todo el país que este año aplicaron para obtener el Sello de Gestión Inclusiva, un reconocimiento que desde 2019 entrega el Estado a través de la Andis a empresas privadas de todo tamaño y rubro, que demuestren ejemplaridad en la inclusión de personas con discapacidad.
Si bien en esta primera instancia ninguna logró obtenerlo, la Andis decidió entregar un certificado especial a las 20 compañías que están "a mitad de camino pero que aún les falta para llegar al ideal del trabajo inclusivo", explica Ivo Luzzani, director nacional de Inclusión, y agrega: "Este ya fue un punto de partida porque han generado un cambio de actitud y se han involucrado en la temática".
En el evento realizado hoy en Casa Rosada, del que participó la vicepresidenta Gabriela Michetti, se distinguió a empresas internacionales, como Accenture y Banco Galicia, a otras nacionales como Temaiken y el Cemse y a PyMEs como De La Olla y Tecnolav.
De 100 empresas, 20 fueron distinguidas por sus programas de inclusión.
"El sello busca poner el tema en agenda en el sector privado con el fin de incluir al 70% de las personas con discapacidad que no encuentran trabajo", explica Luzzani. Y destaca: "Cada vez más personas con discapacidad están incluidas en la educación, llegan más preparadas para el mercado laboral". Sin embargo, según el último estudio nacional sobre el Perfil de las Personas con Discapacidad, los más afectados son los jóvenes de hasta 29 años.
Además de tomar ideas de otros países, la gestión de este plan fue armada "en mesa de trabajo con personas discapacitadas que plantearon los estándares a tener en cuenta para obtener el sello".
Las tres consideraciones para aplicar al sello y al reconocimiento de inclusión empresarial son: la accesibilidad universal en la infraestructura, la gestión de recursos humanos de personas con discapacidad a partir de políticas no discriminatorias e inclusivas y si están haciendo o no compras Inclusivas.
"El último ítem fue un pedido especial de las personas con discapacidad. La idea es que las empresas agreguen en su cadena de valor algún producto o servicio llevado a adelante por otras empresas con programas de inclusión. Queremos generar un círculo virtuoso", detalla Luzzani.
El director de Inclusión destaca además la predisposición y las ganas de las personas con discapacidad: "Son las más agradecidas, no faltan nunca y el grupo de trabajo mejora su rendimiento ya que el clima laboral es tan bueno que producen más".
La distinción es un incentivo para obtener el sello.
En la misma línea, Fernando Argiro afirmó que el día en que finalmente obtengan el Sello de Gestión Inclusiva significará un orgullo para él y para "todas las pyme". "Si nosotros pudimos, estoy seguro de que toda empresa, multinacional o no, puede hacerlo. Anímense a cambiarle la vida a alguien y a ustedes mismos. Porque si les ponés la pelota en la cancha, ellos juegan y son cracks", anima el CEO.
M. P. R.

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