martes, 10 de diciembre de 2019

LECTURA RECOMENDADA,


Luz de guerra, de Michael Ondaatje
La emoción de una trama llena de espías

Se llama luz de guerra -de hacer caso a la solitaria línea donde se la describe en la última novela de Michael Ondaatje (1943)- a la iluminación asordinada de una ciudad en tiempos bélicos cuando para evitar los bombardeos, como ocurría en Londres en los años cuarenta, adquiere una tonalidad de baja escala, casi secreta. El autor de El paciente inglés sabe de metáforas, como poeta que es, pero su neologismo ( Warlight) parece particularmente oportuno para esta trama donde los espías son tan sigilosos y reservados que, en vez de un thriller, dan forma a un misterioso rompecabezas sobre la memoria.
De ancestros holandeses, pero nacido en Ceilán (hoy la asiática Sri Lanka), Ondaatje se convirtió en escritor canadiense, aunque sus ficciones pertenecen por derecho propio a la amplia órbita anglosajona. Podría decirse que el desarraigo le legó un trauma narrativamente rentable: como en libros anteriores, su nuevo opus recupera los años de posguerra, los de su infancia.

Ondaatje es un maestro en el arte de construir las tramas por adición y contraste: cada sección de la novela presenta episodios concentrados, casi autónomos, que en la suma total del conjunto se iluminan unos a otros. No supone ningún inconveniente que un personaje que se revelará central haga su aparición en el último tercio de la historia (el inefable Marsh Felon) o que una de las instancias cruciales de la historia consista no tanto en la verdad de lo ocurrido como en lo que el narrador imagina que habría sucedido.
Luz de guerra empieza en la senda de Dickens y termina en la de John le Carré. Cuando al final de la Segunda Guerra Mundial los padres dejan a Nathaniel y Rachel al cuidado "de dos hombres que quizá fueran delincuentes" no hay todavía indicios de que esos londineses buscavidas pudieran estar disimulando la doble vida del espionaje. La mirada es retrospectiva: Nathaniel, distanciado de su hermana, es el que en una casa en la campiña de Suffolk (no hoy, sino en los años 50) intenta desanudar esa intriga que lo excede, paralela a su educación sentimental. No llegará a resolver por completo -ni siquiera volviéndose burócrata del espionaje- los enigmas de esa madre leal hasta el final a su oficio secreto; menos todavía la ausencia del padre. Es lo de menos: Ondaatje es de los pocos novelistas de hoy que saben tensar una cuerda emocional sin pasar vergüenza.

LUZ DE GUERRA
Por Michael Ondaatje
Alfaguara. Trad.: Guillem Usandizaga. 274 páginas. $ 849

P. B. R.

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