lunes, 11 de mayo de 2020
AUTOR Y LECTURA RECOMENDADA,
Emancipación permanente de la literatura
“Al césar lo que es del césar”, podría decirse de Fulgentius, desde el momento en que la historia se sitúa en tiempos del imperio romano y que el volumen suma otra conquista a la gran ocupación territorial propuesta por la obra de césar aira (1949).
Fabius Exelsus Fulgentius, el protagonista, es un veteranísimo general romano, prestigioso y experimentado, que avanza en campaña con su legión hacia la antigua panonia (en los Balcanes de hoy). a la par de las acciones guerreras de su troupe, el militar se entretiene con los ensayos y puestas de una obra teatral propia. Se considera también un perfecto dramaturgo. Esa doble hélice narrativa crea un efecto: el desplazamiento permanente y una tenue postergación kafkiana.
Aira es un narrador superficial. Dicho de otra forma: es un convencido de que la profundidad en literatura es un engañoso efecto óptico, que no se trata mas que de una suma de superficies, y fabula en consecuencia.
Fulgentius tiene como particularidad, sin embargo, un inesperado impacto barroco. En la continua sucesión de hechos y en los permanentes desvíos (la digresión implica reflexiones insólitas o ensoñaciones disparatadas), se produce una acumulación de información que invita, como pocas veces en el autor de Parménides, a la relectura. Aira, en su función de artificiero, se muestra dispuesto a quemar ideas en un par de párrafos, pero tensándolas hasta agotarlas. El imperio romano y los paisajes son un decorado teatral (como las representaciones escénicas del protagonista); los personajes tienen la liviandad natural del cómic. la relación de Fulgentius y el fiel Lactarius, su segundo, esconde pura picaresca contemporánea.todo es subterfugio para la emancipación permanente de la literatura.
En sus libros pampeanos, Aira maneja su prosa como con un pincel. También en Fulgentius se deja llevar por la descripción pictórica. lo prueba la que hace de la tropa, a la manera de una máquina de Raymond Roussel: “con el primer conato de la estación cálida, la legión se abría como una flor, una gran flor de hierro a la que los primeros soles le arrancaban brillos enceguecedores. Se conformaba la corola con el cuerpo cerrado de la soldadesca, los pétalos los infantes, los sépalos los jinetes, los estambres los decuriones y los carpelos los centuriones. El gran monocotiledón azul metalizado se encendía como una trompeta soplada por Bóreas”.
P. B. R.
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