viernes, 1 de mayo de 2020

MANUSCRITOS,


Soledades y compañías
Nadie escribió con más gracia que Alfonso Reyes en castellano, y muy pocos en otras lenguas
Alfonso Reyes, figura esencial de las letras - El Sol de México
En Maestros antiguos, novela de Thomas Bernhard, hay unas líneas que enlazan la soledad del poeta con el recogimiento que pide el arte, opuesto al gregarismo. le dice el crítico musical Reger a su interlocutor Atzbacher: “Padezco también lo que llamo egoísmo cultural, quiero, en el arte, tenerlo todo para mí solo, quiero poseer solo mi Schopenhauer, mi Pascal, mi Novalis y mi querido Gogol, quiero poseer esos productos artísticos sólo yo solo… me gustaría creer que Goya pintó solo para mí, que Gogol y Goethe escribieron solo para mí, que Bach compuso para mí”.
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 Reger dice eso en el Kunsthistorisches museum de Viena, en un banco delante del Retrato de un hombre de barba blanca, de Tintoretto, con la ilusión de que (sí, también) Tintoretto la hubiera pintado únicamente para él.Retrato de un hombre de barba blanca de Tintoretto (Jacopo Comin ...
la frase del imaginario crítico musical, tal vez derivada de su vivencia en las salas de concierto, suena como otra versión del poema “Alone”, de Edgar Allan Poe. las traducciones del poema de Poe suelen pasar por alto el énfasis en la primera persona del singular, que debería ser: “And all I lov’d, i lov’d alone”, “Y todo lo que amé, lo amé yo solo”.
La soledad, es claro, satisface fácilmente este capricho posesivo. Pero hay otras maneras de gozar de esa contemplación indivisa.
Del mismo modo que hay artistas que gritan, hay también otros que hablan al oído. o que si no lo hacen, logran por lo menos depararnos esa ilusión. Y los hay también que mantienen con nosotros una conversación. No una conversación de varios, sino entre dos amigos. Sacar sin premeditación de la biblioteca cualquiera de los libros de Alfonso Reyes es iniciar de inmediato una de esas conversaciones.
LUIS DE GÓNGORA (SOLEDAD PRIMERA, PARTE 1) - YouTube
El tema de conversación de Reyes es lo que menos importa, porque del detalle filológico de las Soledades de Góngora puede salirnos al encuentro, con toda sensatez, su amado Mallarmé, como puede pasar que, en Memorias de cocina y bodega (mucho más entretenido que los hosts que viajan por el mundo en televisión) saltemos del origen del café o de las particularidades del queso Brie a Alonso Quijano o Chateaubriand, y así la conversación, que nunca se deshilacha, no se resiste a seguir una dirección única. lo dice Reyes: “El principio no está en imitar ni en desechar, sino en adquirir, claro es que con discernimiento. ¿No aconteció así para la patata, el tomate, el cacao, el tabaco?”.
Reseña} Alfonso Reyes: Memorias de cocina y bodega (Editorial ...
Nadie escribió con más gracia que Reyes en castellano, y muy pocos en otras lenguas. Es diáfano, pero siempre se guarda algo. Podría referirse a él una frase, que le gustaba, de Mallarmé, según quien, al escribir, o bien se exhibían “las cosas en un imperturbable primer plano, como el vendedor ambulante activado por la presión del instante”, o se tendía “la nube preciosa, flotante, sobre el intimo abismo de cada pensamiento, ya que lo vulgar es a lo que se discierne un carácter inmediato”. Si algo no era Alfonso Reyes era vulgar.
FCE - Detalle
Cualquier línea lo revela (así como cualquier línea revela lo contrario); por ejemplo ésta de su ensayo biográfico sobre Goethe (uno de sus varios escritos sobre Goethe): “Se da y se recobra, se enloquece y se salva. Vende el alma al diablo y no se la entrega”. De nadie más podría escribirse semejante frase.
Reyes lo sabía todo, pero su erudición es un aire seco, en el que se puede respirar, se dedicó al trato con los mejores libros y con los mejores hombres, y de ellos recibió el don de la anécdota que no es nunca un “cuentito”; era inmune a las modas, y, cuando hacía crítica, prefería a la diatriba la corrección fraterna.
Cartones de Alfonso Reyes | Michael Thallium
Uno cierra el libro, y cuando lo hace, se siente más sabio por esa sabiduría prestada un rato, más agradecido a ese escritor que todos querríamos ser y deberíamos querer ser, y más humilde.
P. G. 

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