viernes, 22 de mayo de 2020
MARA..SÉ FELIZ....
Tras un largo viaje, la elefanta llegó a Mato Grosso
El animal pasó toda su vida en cautiverio, en circos y zoológicos; dejó el Ecoparque el sábado y ayer empezó su adaptación a un hábitat de semilibertad
Mara, recién llegada al Santuario de Elefantes de Brasil
Después de cuatro días y 2700 kilómetros de viaje se completó el traslado de la elefanta Mara, que desde ayer al mediodía ya se encuentra en el santuario de Brasil donde empezará un período de adaptación antes de encontrarse con sus nuevos compañeros de vida. El largo trayecto se realizó sin inconvenientes y se cumplieron los tiempos esperados antes del inicio de la relocalización, una de las más simbólicas del Ecoparque porteño desde que comenzó el proceso de transformación del predio de Palermo.
Junto con el traslado de la orangutana Sandra, la salida de la elefanta se destaca por la importancia y la vida de cautiverio que tuvo el animal, que arribó al exzoológico de la ciudad en octubre de 1995 proveniente del Circo Rodas. Desde junio de 2016, cuando la administración del lugar pasó de manos privadas a públicas, ya se derivaron más de 800 animales, aunque durante el mismo período hubo muertes significativas, como las de una jirafa y dos rinocerontes.
“Es razonable que se sienta insegura porque está en un lugar desconocido, hay que darle tiempo a que salga de la caja, no hay que apurarla. Hay que darle el tiempo que sea necesario”, dijo Scott Blais, el director ejecutivo del Santuario de Elefantes de Brasil (SEB) en la ciudad de Chapada dos Guimarães, en el Mato Grosso brasileño, al arribar Mara.
Lentamente, con pasos tímidos, Mara empezó a asomarse de la caja de 5700 kilos en la que fue trasladada para ingresar en el recinto de adaptación del santuario. La esperaban algunas hojas verdes y montículos de tierra similares a los que tenía en su espacio de esparcimiento en el Ecoparque. Los veterinarios y cuidadores de Brasil, y los que viajaron desde la Argentina, observaban en silencio los primeros pasos del animal en su nuevo hábitat.
El mismo Blais, que había estado en contacto con la elefanta en Buenos Aires y acompañó el tramo de la travesía en territorio brasileño, se acercó a la puerta de la caja con una manguera para arrojar agua sobre el cuerpo de Mara, una costumbre que le sienta bien. Rociándola sobre la cabeza, las orejas y la trompa, el especialista en traslados de elefantes la estimulaba para hacerle más amigable el nuevo entorno.
“Fue fundamental el trabajo que se hizo con Mara previo a su salida y el apoyo que tuvimos de muchos de los actores involucrados para que el santuario sea su nuevo hábitat. El viaje fue largo, pero en todo momento la elefanta estuvo muy bien y de excelente ánimo, además de estar permanentemente monitoreada por veterinarios y cuidadores”, contó Federico Iglesias, subsecretario a cargo del Ecoparque, que fue parte de la comitiva que acompañó a la elefanta.
Rumbo a la libertad
Mara viajó sin ser sedada y no abandonó la caja en ningún momento. Fue monitoreada cada dos o tres horas. El lunes por la mañana se realizaron los trámites en la aduana y allí, en Foz de Iguazú, casi todos los veterinarios y cuidadores del Ecoparque se despidieron de Mara y tomó la responsabilidad el equipo del santuario.
El último tramo del viaje empezó ayer a las 9.30. La misión se había interrumpido durante la noche porque se necesitaba luz natural para transitar por los caminos rurales que conducen al santuario. En otro camión, que se adaptaba mejor a las características del terreno, Mara llegó al SEB a las 13 para comenzar el procedimiento de adaptación.
Apenas salió de la caja de traslado, tomó contacto con la tierra que la esperaba y comenzó a esparcirla por todo su cuerpo, ayudándose con la trompa. Como habían anticipado sus cuidadores en el Ecoparque, rápidamente su piel tomó un color rojizo, característico de los suelos de la región donde vive desde ayer en libertad.
Poco más tarde, la elefanta –que tiene entre 50 y 54 años– reposó y tomó una siesta junto a uno de los montículos de tierra, para descansar del agotador viaje. Estaba extenuada, pero bien, explicaron en una transmisión desde el santuario.
Durante la travesía, fue recibiendo alimentación que era parte de su dieta diaria en Buenos Aires con manzana, calabaza, naranja, banana, sandía, alimento balanceado y alfalfa seca; pero además se sumaron productos típicos de Brasil, como hojas de plátano y ramas de mango; algunos los aceptó dócilmente, aunque otros los descartó. Estos animales pueden comer entre 100 y 130 kilos por día.
“Que Mara esté en Brasil es el resultado de una decisión que tomamos hace mucho tiempo cuando decidimos transformar el Ecoparque. Hace unos años veíamos este hito como algo lejano, casi imposible. Trabajamos todos los días cumpliendo con todos los pedidos y las regulaciones legales. Un día nos sorprendió la pandemia, adaptamos el protocolo y hoy Mara camina en un ambiente natural por primera vez en su vida”, afirmó Eduardo Macchiavelli,secretario de Ambiente de la ciudad.
Mara, que entró en cuarentena sanitaria para evitar que contraiga enfermedades que podrían haber puesto en riesgo su partida, iba a ser trasladada a fin de marzo. Pero el cierre de fronteras y el aislamiento social y preventivo por la expansión del coronavirus pusieron en pausa el movimiento.
Toda su vida fue en cautiverio. Nació en la India y en 1970 fue comercializada en Alemania por la Institución Tierpark Hagenbeck de Hamburgo y trasladada a Montevideo para exhibirla en el Circo África. En junio de 1971, la elefanta llegó a la Argentina para integrar el Circo Sudamericano.
Para concretar su liberación fueron varios los destinos que se analizaron antes de elegir el santuario de Brasil en 2017, cuando se firmó un convenio con la Fundación Franz Weber y se inició el proceso de derivación.
Hoy, según anticiparon desde el SEB en una transmisión por Facebook, Mara será lentamente presentada a otras tres elefantas de su nuevo lugar de residencia: Maia, Lady y Rana. El equipo del santuario irá evaluando cómo se desenvuelve, siempre respetando sus tiempos y teniendo sus necesidades como guía.
M. G.
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