Para saber más
Cada detalle cuenta en la casa diseñada por Truus Schröder y Gerrit Rietveld. Y en esos detalles es posible detenerse gracias al sitio web dedicado al museo, que el miércoles próximo reabrirá sus puertas al público tras una pausa impuesta por la pandemia. Allí es posible profundizar en la fascinante historia de sus creadores, ver las fotos familiares y transportarse virtualmente a través de videos, para tener la sensación de verla desde la vereda de enfrente o de recorrer cada rincón. También se puede acceder al archivo Rietveld, administrado por el Centraal Museum. www.rietveldschroderhuis.nl/en
La obra maestra nacida de un vínculo creativo en Holanda
La colaboración entre Gerrit Rietveld y Truus Schröder-Schrader para crear una vivienda familiar dio origen a un hito que hoy se considera Patrimonio de la Humanidad
Una casa diseñada como una obra de arte y habitable como un barco. Con espacios flexibles que logran la máxima función con los mínimos recursos. Eso se percibe al recorrer el hogar que diseñó y habitó durante más de sesenta años en la ciudad holandesa de Utrecht Truus Schröder-Schräder, relegada por muchos a un segundo plano como simple "clienta" de Gerrit Rietveld.
Fue ella, sin embargo, quien marcó varias de las pautas visionarias que convertirían la casa Rietveld-Schröder en un hito de la arquitectura moderna, a tal punto que en el año 2000 fue incluida por la Unesco en la lista de Patrimonio de la Humanidad. Basada en los principios del movimiento artístico De Stijl, parece una versión tridimensional de una pintura de Piet Mondrian.
Mientras este último se inspiraba en las líneas rectas y los colores primarios de sus pinturas para ambientar su pequeño estudio parisino -hoy recreado en tamaño real en su casa natal de Amersfoort-, a comienzos de la década de 1920 Rietveld se mostraba dispuesto a emprender un desafío aún más ambicioso. Ambos integraban el grupo de artistas y arquitectos que abogaron por la búsqueda de la armonía universal a través de la abstracción y las formas esenciales: apelaron a una gama de colores primarios, junto con el blanco, el negro y el gris, y simplificaron las composiciones a una grilla de líneas verticales y horizontales. Confiaban así en la creación de un nuevo orden para la era de posguerra, que integraría arte y vida.
Fachada. Basada en los principios del movimiento artístico De Stijl, parece una versión tridimensional de una pintura de Piet Mondrian
Hijo de un ebanista, Rietveld había aprendido el oficio y en 1918 impulsó su propia fábrica de muebles, mientras estudiaba arquitectura. Por entonces acababa de diseñar su famosa Silla Roja y Azul, que en un principio tenía un acabado de madera natural. Adoptó los colores que le dan su nombre en 1924, año en que se construyó la casa.
El vínculo creativo entre Rietveld y Schröder se inició a comienzos de la década de 1920, cuando ella estaba casada con un abogado. El matrimonio tuvo tres hijos, y los cinco vivían en el primer piso de un edificio donde él tenía sus oficinas. Por diferencias sobre la independencia de su mujer y la crianza de los chicos, en 1921 el marido accedió a que Truus pudiera reformar como quisiera de uno de los espacios del departamento, a la manera del "cuarto propio" de Virginia Woolf. Entonces convocó a Rietveld, y comenzó a recibir allí la visita de intelectuales como el artista Kurt Schwitters y el arquitecto Bruno Taut, autor del libro El nuevo apartamento: la mujer como creadora (1924).
Al enviudar en 1923, a los 34 años, Truus buscó un terreno para construir su nuevo hogar. Quería tener más contacto con la naturaleza, y lo encontró en las afueras de la ciudad. Imaginó un mirador con amplios ventanales desde el cual pudiera contemplar aquel prado con un pequeño canal, donde hoy se levanta una ruidosa autopista.
Junto con Rietveld, diseñó tanto la casa como sus muebles. Ella quería un espacio despojado que le permitiera compartir momentos con sus hijos, y a la vez tener la necesaria intimidad para cada uno.
Junto con Rietveld, diseñó tanto la casa como sus muebles. Basada en uno de sus lemas, "el lujo de la frugalidad", ella quería un espacio despojado que le permitiera compartir momentos con sus hijos, y a la vez tener la necesaria intimidad para cada uno. La solución que encontraron fue un innovador sistema de paneles móviles, que se ocultaban durante el día para convertir la planta alta en una suerte de pequeño loft.
Otras prioridades para Schröder eran que las camas pudieran ubicarse en el cuarto al menos en dos posiciones diferentes, que cada cuarto tuviera desagüe y abastecimiento de agua directo, y que todos pudieran acceder al exterior desde su propia una puerta. Pese a las limitaciones de la época, lograron cumplir todos esos deseos dentro de una pequeña estructura construida en acero, ladrillo y vidrio. En un barrio de clásicas casas de ladrillo a la vista, de inmediato llamó la atención con su fachada con balcones que juegan con los planos, los colores y las líneas. Tanto, que una de las hijas de Truus llegó un día llorando: les había dicho a sus compañeros que no vivía en "esa casa loca" para que dejaran de cargarla.
Más convencional, la planta baja está dedicada a la cocina, el comedor, una sala de lectura, un estudio, un cuarto de servicio y una alacena. "Lógicamente era muy difícil ajustar esta idea al código constructivo local. Por esa razón, la casa presenta, en su piso bajo, una disposición bastante tradicional. Es decir, con sus muros fijos. En el nivel superior, sin embargo, simplemente añadimos un ático, y en él hicimos la casa que queríamos hacer", dijo Rietveld en 1963, un año antes de morir, cuando ya se había convertido también en su propio hogar.
Paredes móviles. Se ocultan durante el día para ampliar el espacio
Casado y con seis hijos al iniciar la construcción, se mudó con Schröder luego de que su esposa murió, en 1957. Como consecuencia de la fama que fue ganando la casa -publicada casi de inmediato en revistas de toda Europa y Japón, y visitada por grandes arquitectos como Walter Gropius y Le Corbusier- continuaron colaborando en proyectos de mobiliario y de arquitectura, y escribiendo artículos sobre arquitectura y diseño.
Tras la muerte de Gerrit, Truus impulsó la Fundación Casa Rietveld-Schröder para preservar su legado. El 12 de abril de 1985 ella murió en la casa que habían diseñado juntos y que habitó durante más de seis décadas; restaurada por Bertus Mulder, fue convertida en museo. Los restos de ambos descansan en el cementerio de Bilthoven.
Para saber más
Cada detalle cuenta en la casa diseñada por Truus Schröder y Gerrit Rietveld. Y en esos detalles es posible detenerse gracias al sitio web dedicado al museo, que el miércoles próximo reabrirá sus puertas al público tras una pausa impuesta por la pandemia. Allí es posible profundizar en la fascinante historia de sus creadores, ver las fotos familiares y transportarse virtualmente a través de videos, para tener la sensación de verla desde la vereda de enfrente o de recorrer cada rincón. También se puede acceder al archivo Rietveld, administrado por el Centraal Museum.
La colaboración entre Gerrit Rietveld y Truus Schröder-Schrader para crear una vivienda familiar dio origen a un hito que hoy se considera Patrimonio de la Humanidad
Una casa diseñada como una obra de arte y habitable como un barco. Con espacios flexibles que logran la máxima función con los mínimos recursos. Eso se percibe al recorrer el hogar que diseñó y habitó durante más de sesenta años en la ciudad holandesa de Utrecht Truus Schröder-Schräder, relegada por muchos a un segundo plano como simple "clienta" de Gerrit Rietveld.
Fue ella, sin embargo, quien marcó varias de las pautas visionarias que convertirían la casa Rietveld-Schröder en un hito de la arquitectura moderna, a tal punto que en el año 2000 fue incluida por la Unesco en la lista de Patrimonio de la Humanidad. Basada en los principios del movimiento artístico De Stijl, parece una versión tridimensional de una pintura de Piet Mondrian.
Mientras este último se inspiraba en las líneas rectas y los colores primarios de sus pinturas para ambientar su pequeño estudio parisino -hoy recreado en tamaño real en su casa natal de Amersfoort-, a comienzos de la década de 1920 Rietveld se mostraba dispuesto a emprender un desafío aún más ambicioso. Ambos integraban el grupo de artistas y arquitectos que abogaron por la búsqueda de la armonía universal a través de la abstracción y las formas esenciales: apelaron a una gama de colores primarios, junto con el blanco, el negro y el gris, y simplificaron las composiciones a una grilla de líneas verticales y horizontales. Confiaban así en la creación de un nuevo orden para la era de posguerra, que integraría arte y vida.
Fachada. Basada en los principios del movimiento artístico De Stijl, parece una versión tridimensional de una pintura de Piet Mondrian
Hijo de un ebanista, Rietveld había aprendido el oficio y en 1918 impulsó su propia fábrica de muebles, mientras estudiaba arquitectura. Por entonces acababa de diseñar su famosa Silla Roja y Azul, que en un principio tenía un acabado de madera natural. Adoptó los colores que le dan su nombre en 1924, año en que se construyó la casa.
El vínculo creativo entre Rietveld y Schröder se inició a comienzos de la década de 1920, cuando ella estaba casada con un abogado. El matrimonio tuvo tres hijos, y los cinco vivían en el primer piso de un edificio donde él tenía sus oficinas. Por diferencias sobre la independencia de su mujer y la crianza de los chicos, en 1921 el marido accedió a que Truus pudiera reformar como quisiera de uno de los espacios del departamento, a la manera del "cuarto propio" de Virginia Woolf. Entonces convocó a Rietveld, y comenzó a recibir allí la visita de intelectuales como el artista Kurt Schwitters y el arquitecto Bruno Taut, autor del libro El nuevo apartamento: la mujer como creadora (1924).
Al enviudar en 1923, a los 34 años, Truus buscó un terreno para construir su nuevo hogar. Quería tener más contacto con la naturaleza, y lo encontró en las afueras de la ciudad. Imaginó un mirador con amplios ventanales desde el cual pudiera contemplar aquel prado con un pequeño canal, donde hoy se levanta una ruidosa autopista.
Junto con Rietveld, diseñó tanto la casa como sus muebles. Ella quería un espacio despojado que le permitiera compartir momentos con sus hijos, y a la vez tener la necesaria intimidad para cada uno.
Junto con Rietveld, diseñó tanto la casa como sus muebles. Basada en uno de sus lemas, "el lujo de la frugalidad", ella quería un espacio despojado que le permitiera compartir momentos con sus hijos, y a la vez tener la necesaria intimidad para cada uno. La solución que encontraron fue un innovador sistema de paneles móviles, que se ocultaban durante el día para convertir la planta alta en una suerte de pequeño loft.
Otras prioridades para Schröder eran que las camas pudieran ubicarse en el cuarto al menos en dos posiciones diferentes, que cada cuarto tuviera desagüe y abastecimiento de agua directo, y que todos pudieran acceder al exterior desde su propia una puerta. Pese a las limitaciones de la época, lograron cumplir todos esos deseos dentro de una pequeña estructura construida en acero, ladrillo y vidrio. En un barrio de clásicas casas de ladrillo a la vista, de inmediato llamó la atención con su fachada con balcones que juegan con los planos, los colores y las líneas. Tanto, que una de las hijas de Truus llegó un día llorando: les había dicho a sus compañeros que no vivía en "esa casa loca" para que dejaran de cargarla.
Más convencional, la planta baja está dedicada a la cocina, el comedor, una sala de lectura, un estudio, un cuarto de servicio y una alacena. "Lógicamente era muy difícil ajustar esta idea al código constructivo local. Por esa razón, la casa presenta, en su piso bajo, una disposición bastante tradicional. Es decir, con sus muros fijos. En el nivel superior, sin embargo, simplemente añadimos un ático, y en él hicimos la casa que queríamos hacer", dijo Rietveld en 1963, un año antes de morir, cuando ya se había convertido también en su propio hogar.
Paredes móviles. Se ocultan durante el día para ampliar el espacio
Casado y con seis hijos al iniciar la construcción, se mudó con Schröder luego de que su esposa murió, en 1957. Como consecuencia de la fama que fue ganando la casa -publicada casi de inmediato en revistas de toda Europa y Japón, y visitada por grandes arquitectos como Walter Gropius y Le Corbusier- continuaron colaborando en proyectos de mobiliario y de arquitectura, y escribiendo artículos sobre arquitectura y diseño.
Tras la muerte de Gerrit, Truus impulsó la Fundación Casa Rietveld-Schröder para preservar su legado. El 12 de abril de 1985 ella murió en la casa que habían diseñado juntos y que habitó durante más de seis décadas; restaurada por Bertus Mulder, fue convertida en museo. Los restos de ambos descansan en el cementerio de Bilthoven.
Para saber más
Cada detalle cuenta en la casa diseñada por Truus Schröder y Gerrit Rietveld. Y en esos detalles es posible detenerse gracias al sitio web dedicado al museo, que el miércoles próximo reabrirá sus puertas al público tras una pausa impuesta por la pandemia. Allí es posible profundizar en la fascinante historia de sus creadores, ver las fotos familiares y transportarse virtualmente a través de videos, para tener la sensación de verla desde la vereda de enfrente o de recorrer cada rincón. También se puede acceder al archivo Rietveld, administrado por el Centraal Museum.
C. CH.
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
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