sábado, 30 de enero de 2021

EN HOMENAJE AL POLIFACÉTICO CARLOS ESCUDÉ


Las lecciones de Escudé

Juan Pablo Scarfi

Provocador, apasionado e imprevisible, Carlos Escudé fue una figura polifacética tanto en las aulas y el mundo intelectual y académico como en la política exterior concreta y la televisión. Escudé supo desplegarse con una soltura ejemplar en todos estos escenarios. Quienes lo conocimos y tuvimos como docente sabemos bien que antes que un profesor de Relaciones Internacionales, fue un intelectual erudito especializado en dicha disciplina y particularmente preocupado por pensar los dramas y peripecias de la Argentina, las raíces de su tradición cultural y política nacionalista territorial y ante todo su inserción en la sociedad internacional. Al mismo tiempo por su estilo, ciertamente de una excentricidad irrepetible, podía ser fácilmente estigmatizado como un loco o delirante y por lo tanto siempre se corría el peligro de no tomárselo en serio. No cabe duda de que muchos y muchas de sus colegas contribuyeron a promover y difundir ese estigma. Por la profundidad y agudeza que mantenía Escudé era mucho más sencillo desmerecerlo y no tomárselo verdaderamente en serio. Mi director en el doctorado que realicé en la Universidad de Cambridge, Charles Jones, quien incluía y discutía algunos trabajos de Escudé como parte de su seminario de maestría sobre la historia de las relaciones exteriores sudamericanas, en el que yo también enseñé, lo definió en una conversación informal, en cambio, como "crazy but right." No hay duda de que a Carlos Escudé cabía tomárselo muy en serio, especialmente cuando era irónico o hablaba en broma.



Luego de recibirse de Sociólogo en la UCA, Escudé se formó bajo la influencia de la socióloga argentina Francis Korn, quien lo estimuló para que desarrollara, siguiendo sus propios pasos, una formación de posgrado en el St Anthony´s College de la Universidad de Oxford, donde Escudé terminó realizando su Maestría. Poco después completó su doctorado en la Universidad de Yale con una tesis que se convirtió pronto en un clásico titulada Gran Bretaña, Estados Unidos y la declinación argentina, 1942-1949 , la cual fue discutida con fervor en la Argentina de comienzos de los años 80 en las páginas de la revista Desarrollo Económico. En 1992, Escudé publicó el libro que quedó asociado con lo que se consideró como su contribución mayor al campo de las relaciones internacionales, Realismo periférico: fundamentos para la nueva política exterior argentina (1992). Este último libro proponía una teorización rigurosa, novedosa y altamente polémica sobre el lugar que le cabía jugar a la Argentina como país periférico y su necesidad de establecer alianzas con las grandes potencias mundiales y en especial con los Estados Unidos, repensando las tradiciones dominantes de la política exterior argentina. Esta obra tan controversial como única en el campo de las relaciones internacionales en la Argentina encontró eco y fundamentos políticos en quien fuera entonces el canciller argentino Guido Di Tella en el contexto del gobierno de Carlos Menem . Al haberse puesto al servicio como asesor de Di Tella, Escudé y el aporte de su libro fueron luego simplificados e incluso vulgarizados al quedar asociados desde entonces a lo que dio en llamarse las "relaciones carnales" con Estados Unidos. Como asesor de Di Tella, Carlos Escudé quedó asociado al neoliberalismo de los años 1990 y comenzó a adquirir un perfil tan político como mediático, todo lo cual ayudó a construir su mito.
Forjar un mito puede contribuir, pero no siempre lleva a la estigmatización. Simplificar puede contribuir, pero no siempre implica vulgarizar. Escudé fue sin duda objeto de estigmatizaciones y sus ideas fueron vulgarizadas. Aunque no estaba especialmente interesado en la vulgarización, a Escudé le apasionaba que las grandes ideas y proyectos académicos y políticos fueran discutidos más allá de la vida académica, con lo cual contribuyó a que sus ideas fueran debatidas y así simplificadas más allá de las aulas, los libros y los papers. Por lo tanto, él mismo forjó su propio mito al calor de la fuerza desmesurada de su propia pasión, su gusto por la provocación y su capacidad para sorprender e irritar a cualquier audiencia de alumnos, diplomáticos, políticos y televidentes. La culpa del mito Escudé no fue sino del propio Carlos Escudé. Al querer contribuir a su propio mito se vio motivado a simplificar sus ideas. Y al forjar un mito, Escudé se vio sujeto a una gran variedad de estigmatizaciones de parte de sus colegas y de todas sus audiencias. Sus transformaciones ideológicas y su atracción por una diversidad de tradiciones políticas y estéticas lo volvieron inclasificable. Se lo asoció con justicia al neoliberalismo de los años 1990 y también al kirchnerismo de los años 2010 al que adhirió con convicción. Carlos Escudé había sido a la vez amigo personal de Adolfo Bioy Casares y de otras figuras vinculadas al mundo de las elites argentinas, y también a la vez había formado parte del público selecto y de culto inicial que asistía a los pequeños conciertos que realizaban Patricio Rey y los Redonditos de Ricota en sus primeros años de carrera antes de adquirir una popularidad masiva.
A comienzos de la década del 2000, Escudé comenzó a aparecer regularmente en la televisión opinando y polemizando sobre el atentado de 2001 a las Torres Gemelas y sus efectos en la así llamada "Guerra contra el Terrorismo" emprendida y liderada desde los Estados Unidos por George W. Bush. Durante esos años, Escudé llegó a defender enérgicamente y de manera controversial el accionar de los Estados Unidos, al punto de que en una entrevista que le hicieron llegó a cantar en vivo el himno de los Estados Unidos en un gesto de defensa de la soberanía de dicho país y una suerte de compasión por los atentados recientes de que había sido objeto. Escudé era afilado, filoso y agudo cuando de debatir se trataba. Pero tenía un gusto especial por la provocación y por producir irritación. En un coloquio sobre Malvinas realizado entre académicos argentinos y británicos, Escudé se refirió a las Islas Malvinas como si no fuera él mismo un argentino y las llamó "Falklands" ante la sorpresa y las risas contenidas de gran parte de la audiencia. Esos gestos respondían no solo a un gusto especial por la provocación y por producir irritación, sino también a una actitud ecléctica y profundamente crítica del nacionalismo territorial argentino y de los nacionalismos en sentido amplio. Quizás los trabajos que produjo a finales de los años 80 y comienzos de los 90 sobre estos temas explorando las raíces culturales y educativas del nacionalismo territorial argentino hayan sido sus contribuciones más originales y perdurables para pensar críticamente a futuro la política exterior argentina y su lugar en el mundo. Entre ellos se cuentan, Patología del nacionalismo: el caso argentino (1987) y El fracaso del proyecto argentino: educación e ideología (1990).
En la década de 2010, Escudé readaptó su teoría del realismo periférico al contexto del kirchnerismo y postuló que la nueva potencia con la que la Argentina debía realizar alianzas estratégicas ya no eran los Estados Unidos sino China. En esa coyuntura, Carlos Escudé adhirió con convicción a la política exterior que el gobierno de Cristina Kirchner estaba forjando y la entendió como encauzada en los marcos de su propia teoría del realismo periférico readaptada a un nuevo contexto geopolítico mundial.



El mito Carlos Escudé produjo una infinidad de anécdotas. Me gustaría cerrar con una propia. La primera materia que cursé en mi vida de relaciones internacionales la dictó Carlos Escudé en el año 2000 y su ayudante era Paola De Simone, quien falleció, como él, de Covid a comienzos de septiembre de 2020 mientras dictaba su clase por zoom. Escudé la despidió escribiendo lo siguiente: "Ya nos llegará el turno a nosotros, querida Paola. Nada sabemos sobre este misterio que es la vida, pero ahora, del otro lado, ya sabes mucho más que los que dejaste atrás. Que sea con Dios." Frente a esa despedida emotiva le confesé por Facebook a Carlos que guardaba un bello recuerdo de las clases que compartían y dictaban juntos a coro, generando un diálogo tan interesante como intenso y apasionado. De ese modo conocí por primera vez en mi vida el campo de las relaciones internacionales y el mito Carlos Escudé.

Investigador adjunto del Conicet, Universidad de San Andrés

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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