ROCK INTERNACIONAL
The Rolling Stones y un refugio ante el mundo violento de los 70
1. “Strawberry Fields Forever” (The Beatles, 1967)
Inspirado en los recuerdos de su infancia en Liverpool, John Lennon decidió tomar el nombre del orfanato de su ciudad para crear un nuevo destino onírico. En plan de psicodelia para las masas, los Beatles lucharon con dos versiones posibles del tema (la primera más relajada y etérea, la segunda más intensa y ajustada) hasta que George Martin encontró la solución al unir una mitad de cada una de ellas, y convirtió a la música de los Fab Four en la banda de sonido de un carrousel lisérgico. “Se hace difícil ser alguien, pero todo funciona / No me importa demasiado” esboza Lennon, como en una reflexión propia de su viaje interno.
2. “Gimme Shelter” (The Rolling stones, 1969)
La imagen de la gente buscando refugio frente a un diluvio inesperado tomó un giro drástico cuando Keith Richards recordó esa postal urbana para componer “Gimme Shelter”. En el último año de la década, Mick Jagger vio cómo el sueño hippie de amor y paz se perdía entre conflictos bélicos y escaladas de violencia a lo largo y ancho del planeta que convirtió a la canción en un recordatorio de que todo eso “está a un disparo de distancia”. La grabación fue tan intensa como el tema en sí, al punto que la guitarra de Richards (una Maton 777 australiana) se partió en dos luego de que grabase la última nota.
3. “i want you back” (The Jackson 5, 1969).
A mitad de camino entre el producto para los programas de concurso de talentos y la primera renovación genuina del soul, los hermanos Jackson pisaron fuerte desde su simple inicial. Con una edad más propia para apuntar al público infantil, “I Want You Back” escaló fuerte en los rankings, una pieza pop en estado puro que a la fecha ha resultado inoxidable. Basta con escuchar cómo Michael Jackson era capaz de llevar el registro de su inocencia aniñada del comienzo a los aullidos del final para entender que ya desde el comienzo era el aspirante al trono que la música popular estaba necesitando.
4. “mercedes benz” (Janis Joplin, 1971)
El destino quiso que Janis Joplin no llegase a grabar más que dos álbumes al frente de Big Brother & the Holding Company, y otra misma cantidad en solitario. Pearl, el segundo de ellos y el encargado de propulsar su fama, se publicó tres meses después de su muerte, y fue la reafirmación de la versatilidad de su garganta, capaz de convertir una súplica sutil en un vendaval rabioso. Uno de los puntos más altos del disco es este spiritual grabado a capella en su última sesión y en el que, con muchísima ironía, pide a Dios una serie de bienes materiales con bastante sorna, dejando a un himno anti consumo como su mayor testamento.
5. “welcome to the jungle” (guns n’ Roses, 1987).
Para finales de los ochenta, el rock estaba corriendo el riesgo de volverse su propia caricatura a fuerza de artificialiadad, spray capilar y las capas de delineador que le impregnó el glam metal. En la vereda opuesta, cinco tipos volvieron a poner al género en estado de gracia. “Welcome to the Jungle” es tan hostil como el escenario que describe, la otra cara de Los Ángeles, lejos de la fábrica de sueños y bien cerca de una jungla de cemento en la que el peligro y la diversión suelen tener la misma apariencia. La enjundia fruto de la unión de la guitarra de Slash con la voz de Axl Rose se encargó de devolverle al rock una cuota de salvajismo que parecía ya perdida.
6. “ray of light” (Madonna, 1998)
La segunda mitad de los noventa encontróamadonnaenunaencrucijada: la película Evita y el nacimiento de su hija la alejaron cuatro años de los estudios, por lo que su regreso debía estar más que a la altura de las circunstancias. Junto al productor William Orbit, la ex chica material se reinventó por enésima vez en su carrera y lo hizo con un disco que mezcla electrónica de vanguardia, música oriental y misticismo religioso. Después de una introducción amable que promete un falso orden y progreso, la canción que le da nombre al álbum se abre paso con un dance eufórico convertido en un grito de libertad en efervescencia constante.
7. “Supersonic” (oasis, 1994)
Si la dinámica de las tendencias rockeras es un tira y afloje constante entre Estados Unidos e Inglaterra (el primero inventa, el segundo perfecciona), que el primer single de la banda de los hermanos Gallagher llegase a las bateas a días de la muerte de Kurt Cobain parece una suerte de señal divina. Tras años de dominio grunge, el Reino Unido recogió el guante de la mano de un grupo que mezclaba arrogancia, tribuna y sensibilidad melódica por igual. Compuesta en tiempo récord, en “Supersonic” Liam Gallagher arrastra las vocales como Johnny Rotten mientras su hermano Noel desgrana riffs que toman lo justo y lo necesario de The Stone Roses y George Harrison.
8. “one more time” (daft punk, 2000)
Sobre el filo del cambio del milenio el dúo francés Daft Punk creó la banda de sonido de la llegada del nuevo siglo. “One More Time” es una odisea retrofuturista que se eyecta derecho en la pista de baile gracias a la unión del funk y el french-house creado por Thomas Bangalter y Guy-manuel de Homem-christo con la voz del cantante invitado Romanthony procesada a través de un vocoder. Su videoclip con estética de animé espacial ayudó a rematar la idea: todo suena a cómo en el pasado la ciencia ficción imaginaba que sería el futuro. Sobre esa hipótesis, “One More Time” es por lejos la banda de sonido más adecuada para ese escenario.
9. “last nite” (The strokes, 2001)
En un momento en el que el pop prefabricado y el nü metal dominaban las pantallas y el éter sobre el fin de siglo, la aparición de The Strokes fue recibida como una bocanada de aire fresco. Con un desaliño fríamente calculado, Julian Casablancas y compañía volvieron a poner a las guitarras eléctricas en el centro de la escena, con un garaje-rock con referencias a la vista. Un poco de The Velvet Underground por acá, otro poco de Television por allá y -en este tema en cuestión- otra pizca de Tom Petty & the Heartbreakers bastaron para abrirse paso en una escena adormecida que estaba esperando que la despertaran a guitarrazo limpio.
10. “uptown Funk” (Mark Ronson & Bruno Mars, 2014)
La enésima prueba de que no hay nada más moderno y actualizado que lo que ya se hizo. Mark Ronson, el productor estrella detrás de discos de Amy Winehouse, Adele, Duran Duran, Paul Mccartney y King Princess, llamó a Bruno Mars, y juntos dieron forma a un funk con esteroides que suena como si el Michael Jackson de Thriller se sumase a Prince en la etapa de Sign O’ the Times. La canción mezcla una banda orgánica y elástica con la pesadez de unos graves sintetizados, con la sensación de que “Uptown Funk” se bailó fuerte en la temporada 2014/2015, pero podría haber sido grabada en 1982.
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ROCK NACIONAL
El himno “whitmaniano” de los Abuelos de la Nada
1. “bajan” (pescado Rabioso, 1973)
Además de ser parte de uno de los discos más emblemáticos del rock argentino (Artaud) y de conformar el podio de las mejores canciones de Luis Alberto Spinetta, “Bajan” impacta con su riff iniciático con impronta country. Luego, la voz del Flaco se abre paso: “Tengo tiempo para saber si lo que sueño concluye en algo”. Se habla del paso del tiempo porque hay un pedido que apunta a desacelerar pero, en realidad, no queda tiempo y esa angustia se transforma en manifiesto. Spinetta, como buen profeta, vibra en su obra.
2. “viernes 3am” (serú girán, 1979)
Somos espectadores aquí, de una tragedia irresistible y conmovedora, de la vida en segunda persona a quien Charly García habla: el suicida como perdedor hermoso. Y nos angustia, incluso, ese “domingo sin tristeza” (porque sabemos que no existe). Sentimos el reloj, lo que acucia. Ese mismo tic tac está presente de manera literal, y hay un montaje de cuadros y sonidos, un piano y un bajo fretless que conducen hacia lo irremediable. En el derrotero de quien busca salidas cambiando de sexo y de dios, de tiempo y de música, o de color y de fronteras sólo hay despedidas: “Esquivas a tu corazón y destrozas tu cabeza”. Se recomienda escuchar muchas veces, cualquier día, a cualquier hora (menos un viernes 3AM).
3. “himno de mi corazón” (los abuelos de la nada, 1984).
En lo primero que da en el clavo Miguel Abuelo es en definir y anticipar, desde el título, el alcance de su tema: nacido para ser un himno. Pero no solemne, no encorsetado y, definitivamente, libertario. Posado en “la palma de mi lengua” como una celebración de uno mismo (a lo Whitman) y del otro-prójimo, como algo propio pero colectivo (un himno). Miguel es el autor junto a Cachorro López. Y hay otro inicio inolvidable, in crescendo desde la insistencia de la batería y el sintetizador hasta el coro: banda de sonido ideal para la mística de multitudes.
4. “Pronta entrega” (Virus, 1985)
Podrían ser “Tomo lo que encuentro” o “Luna de miel en la mano”, entre los que integran el repertorio de Virus y, en particular, del disco Locura. Pero es “Pronta entrega”. Lo que destila este tema contagioso (cuando se permitió momentáneamente que el contagio y el virus estuvieran asociados al amor y al deseo) es una urgencia corporal (“pronta entrega”), una invitación erótica y una necesidad de goce y liberación posasfixia (de años de dictadura). La corporalidad no es un detalle menor, sino todo lo contrario; se busca un cuerpo (libre) para amar (y no ya para desechar, lastimar o hacer sufrir).
5. “Persiana mericana” (soda stereo, 1986)
Este integrante estrella de Signos podría conformar con “Pronta entrega” un yin y yang del deseo. Si allí el cuerpo se materializaba y concretaba de manera inmediata, aquí se mediatiza y se posterga a través de una ventana, de una persiana. Y asistimos a ese striptease que observa con avidez el voyeur que la voz de Gustavo Cerati encarna. La intro percusiva y el inolvidable riff marcan la senda de este clásico, incorporado a los shows y giras de Soda Stereo por la recepción popular exitosa.
6. “el ojo blindado” (sumo, 1986)
Forastero siempre desde la mirada (más extrañada que extranjera, en realidad), Luca aquí canta en español y confluyen sus culturas y contraculturas. En clave de denuncia y aceleración punk, ese ojo blindado puede ser anecdótico (si, como señala Pettinato, es un regalo que hizo a Luca una novia). Sin embargo, se lee y advierte la crítica: la vigilancia anterior (policial o panóptica) y la vigilancia que existe y se potenciará (la televisión como ejercicio social de control). La letra repite y machaca y nos mueve, y nos adelanta hasta qué punto podemos ser observados.
7. “carnaval toda la vida” (los Fabulosos cadillacs, 1992)
El tema abre un disco clave para la articulación desde y hacia América Latina, El León. Gran cancionero, lógica de denuncia y el reinado del ritmo, en general. Pero lo particular: “Carnaval toda la vida” no se trata de una simple propuesta festiva y eternizable, se trata de la democratización de la alegría. Donde todos y todas somos iguales. A eso apela esa gran intervención percusiva que da inicio a la canción y que la concluye (“¡Se le van a reventar las manos de tanta percusión!”, se escucha al final).
8. “muy despacito” (los piojos, 1994)
La guitarra se asoma tímida como el paisaje, en principio. La voz es más solitaria que sutil. Como la experiencia. Pero en esos jardines la calma es feroz y las palabras que se mencionan al pasar construyen una historia íntima, guardada en una cajita frágil y transparente. No es el tema más conocido ni el más popular ni el más admirado de Los Piojos, es el más desgarradoramente honesto. Andrés Ciro le habla al padre y se menciona en su boca espejada: “Andrés, vení por favor”. Y hay que darle la mano porque lo está pidiendo papá. Por eso, este tema se necesita. Porque sólo así de cerca la locura puede contarse tan tangible, dolorosa y clara (y sólo así de cerca podemos verla, también). La armónica sugiere una salida, pacífica y libre: volar.
9. “crímenes Perfectos” (andrés calamaro, 1997)
En una de las reinvenciones de Andrés Calamaro, la edición de Alta
suciedad da cuenta de un hito. Y ahí están “Flaca”, “Media Verónica” y “Alta suciedad”, sí. Pero también está “Crímenes perfectos”, la más vulnerable y sensible, la que pide clemencia y empatía: “Si resulta que sí, sí podrás entender lo que me pasa a mí esta noche”. Y se pone en juego el azar (una moneda que cae del lado de la soledad) pero hay premeditación (porque se trata de un crimen perfecto). Desde lo musical y lírico, la letanía y la cadencia del desamor (siempre individual) se articulan con la vivencia generacional “de la quinta que vio el mundial 78”. Dice Andrés: “Todo lo que termina, termina mal poco a poco. Y si no termina, se contamina mal” y habrá que agradecerle esta verdad.
10. “mi enfermedad” (Fabiana cantilo, 1991)
Empezaba la década del 90 y, en duplicado, se editaba un tema nacido para ser hit, para ser resignificado en la cancha y para ser bendecido por D10S. “Mi enfermedad” fue compuesto por Andrés Calamaro y grabado por él con Los Rodríguez. Pero, a la vez, intervino en la segunda versión la voz mágica de Fabiana Cantilo. Y ésa fue la definitiva, la que el imaginario popular replica y recuerda. “Esta vez la cadena se rompió”, sintetiza y esparce ansias de liberación. En realidad, toda la letra es simple pero contundente. Y junto a la propuesta melódica y rítmica, el combo es irresistible. Si a esto sumamos el componente legendario de contar con el apoyo público de Maradona y su identificación con esa vulnerabilidad heroica que destila la canción, podemos postularla para el podio de los temas-mito en estos terrenos. Más aún hoy que el Diez viajó.
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
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