El adiós a Milva: su relación con Ástor Piazzolla y el recuerdo de su visita a Buenos Aires
La cantante italiana, fallecida este fin de semana, fue difusora de la obra del gran Astor; visitó varias veces la Argentina y reflexionó acerca del presente que le tocó vivir
M. A.
La cantante italiana Maria Ilva Biolcati, conocida como Milva, murió en Italia, a los 81 años
La famosa cantante italiana Milva, quien murió a los 81 años, luego de una larga enfermedad, mantuvo una estrecha relación con la Argentina gracias al bandoneonista Astor Piazzolla.
Se podría decir que, como dos polos positivos (ambos con carácter fuerte e ideas defendidas con firmeza), jamás habrían podido generar buena energía. Sin embargo, la excepción hace a la regla y en 1984 dieron juntos, en el teatro Les Bouffes du Nord, de París, un concierto memorable. De aquella actuación quedó un registro que forma parte de lo destacado del currículum de ambos artistas. Fiel a su apodo (La Pantera de Goro), Milva hasta hizo sugerencias y pidió cambios en la música para que ese encuentro fuera posible, ante el dócil asentimiento de Piazzolla. La admiración era mutua. Piazzolla la elogiaba y ella se sentía afortunada por cantar su repertorio.
“Fue una experiencia muy fuerte, porque para mí no era tango. Era una música contemporánea que podía estar al nivel de un Brahms, Schubert o Bartók. Y a partir de ahí yo lo consideré mi gran maestro, por su cualidad musical y su extraordinaria capacidad de instrumentista. Ástor me dijo que la única intérprete que le interesaba para su música era yo, porque no tenía una voz femenina. Le gustaba mi tono grave porque decía que para su música lo ideal era una voz que sonara como un saxofón”, contaba en 2000, durante su visita a Buenos Aires para actuar en la sala Martín Coronado del Teatro San Martín, en el marco del Festival Latina.
La famosa cantante italiana Milva, quien murió a los 81 años, luego de una larga enfermedad, mantuvo una estrecha relación con la Argentina gracias al bandoneonista Astor Piazzolla.
Se podría decir que, como dos polos positivos (ambos con carácter fuerte e ideas defendidas con firmeza), jamás habrían podido generar buena energía. Sin embargo, la excepción hace a la regla y en 1984 dieron juntos, en el teatro Les Bouffes du Nord, de París, un concierto memorable. De aquella actuación quedó un registro que forma parte de lo destacado del currículum de ambos artistas. Fiel a su apodo (La Pantera de Goro), Milva hasta hizo sugerencias y pidió cambios en la música para que ese encuentro fuera posible, ante el dócil asentimiento de Piazzolla. La admiración era mutua. Piazzolla la elogiaba y ella se sentía afortunada por cantar su repertorio.
“Fue una experiencia muy fuerte, porque para mí no era tango. Era una música contemporánea que podía estar al nivel de un Brahms, Schubert o Bartók. Y a partir de ahí yo lo consideré mi gran maestro, por su cualidad musical y su extraordinaria capacidad de instrumentista. Ástor me dijo que la única intérprete que le interesaba para su música era yo, porque no tenía una voz femenina. Le gustaba mi tono grave porque decía que para su música lo ideal era una voz que sonara como un saxofón”, contaba en 2000, durante su visita a Buenos Aires para actuar en la sala Martín Coronado del Teatro San Martín, en el marco del Festival Latina.

Ni en Italia ni en la Argentina
Ninguno de los dos conciertos que realizaron juntos en la década del ochenta y que tuvieron publicaciones discográficas fueron realizados en Italia o en la Argentina. Como se mencionó, el primero es de 1984, en Francia. Cuatro años después, la cita fue en Japón. Era 1988, Milva estaba por cumplir 49 años; Astor tenía 67 y lideraba el último de sus quintetos. Si de aquel concierto francés de 1984 se publicó una selección de diez canciones, del registro oriental se conoció el concierto completo de 17 títulos de programa y dos bises, “Balada para un loco” y “Che tango che”, realizado en el Nakato Sunplaza Hall de Tokio.

En todo ese repertorio hay obras instrumentales y canciones que Milva interpreta en italiano, castellano y francés. Se la escuchaba muy apasionada por el universo de Piazzolla, como había ocurrido cuando compartieron el escenario por primera vez, en Francia, en 1983, para un espectáculo tanguero de la italiana, y un año después para la grabación en el teatro Bouffes du Nord.
Ya sin Ástor, que murió en 1992, a diez años de aquel concierto de Tokio, el 20 y 21 de junio de 1998 Milva dio dos presentaciones de repertorio piazzolleano, en Shibuya, Japón, con el Quinteto de Daniel Binelli. Con esa misma formación, un año antes se presentó en el Parque Centenario. El espectáculo se llamó Milva, el tango de Ástor Piazzolla.
En aquel momento, 1997, también conversó durante otra entrevista. Se refirió al clima finisecular de ese tiempo bisagra entre el milenio que se iba y el que comenzaría pronto. “Por pertenecer a una generación que vivirá el fin de siglo, siento cierta alegría. Un siglo es importante, pero un milenio es una cosa extraordinaria. Creo que la gente, es decir los pueblos y los políticos, piensa poco. Se sigue adelante, llegamos a Marte y a la Luna, pero creo que algo se está marchitando dentro de nuestra conciencia. Como si se estuviera proyectando el futuro con poca tendencia a pensar. Creo que, en este mundo tan frontal, el ser humano debería -así como yo con mi trabajo y con mi vida, que ya he vivido la mayor parte- andar con más calma. La gente tiene poca memoria, no quiere pensar, porque pensar significa ocuparse del otro. Somos bastantes egoístas, pensamos en nosotros mismos. Esto vale para las grandes potencias y para los países ricos. Es fácil tocar el corazón hablando de los niños que se mueren de hambre, pero es una realidad que yo he visto en algunos países. Mi corazón me dice que no es posible que comencemos el tercer milenio así.”
En esa visita a la Argentina Milva había participado en el Festival Internacional de Buenos Aires con ese concierto en el Parque Centenario y también con otro, en el Teatro Coliseo, titulado, Milva canta un nuevo Brecht.
Casi dos décadas después, dos jóvenes artistas que se conocieron en la escuela de Julio Bocca decidieron rendirle homenaje. Romina Cecchettini y Pedro Velázquez estrenaron en agosto de 2015 el espectáculo Milva, la pantera di Goro, en La Comedia, con dirección musical de Fernando Toyos.
Casi dos décadas después, dos jóvenes artistas que se conocieron en la escuela de Julio Bocca decidieron rendirle homenaje. Romina Cecchettini y Pedro Velázquez estrenaron en agosto de 2015 el espectáculo Milva, la pantera di Goro, en La Comedia, con dirección musical de Fernando Toyos.
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