En el barrio: el musical de Lin-Manuel Miranda sobre el Nueva York latino encuentra su mejor época
El creador de Hamilton lleva a la pantalla grande su éxito de Broadway, que se apoya en las tradiciones del género adaptadas para esta era de cambio social
P. V. P.
Anthony Ramos y Melissa Barrera en la versión cinematográfica de En el barrio, que llega a los cines porteños el viernes
En el barrio (In The Heights, Estados Unidos/2021). Dirección: Jon M. Chu. Guion: Quiara Alegría Hudes, Lin-Manuel Miranda. Fotografía: Alice Brooks. Edición: Myron Kernstein. Elenco: Anthony Ramos, Melissa Barrera, Leslie Grace, Corey Hawkins, Olga Merediz, Jimmy Smits. Duración: 143 minutos. Distribuidora: Warner Bros. Calificación: apta para todo público con leyenda. Estreno: en salas.
El multipremiado Lin-Manuel Miranda (Hamilton) lleva al cine lo que fue su primer gran éxito en Broadway, una obra inspirada en la vida del barrio latino de Nueva York, Washington Heights. Dirigida por Jon M. Chu (Locamente millonarios), En el barrio define su espíritu al apropiarse de la historia del musical sin reinventar demasiado, sino dispuesta a asentar aquella tradición en una nueva era y un nuevo humor social.
La historia nace del recuerdo de Usnavi (Anthony Ramos), un joven de raíces dominicanas que despliega ante la mirada de un grupo de niños la materia de los sueños convertida en baile y música, en coreografías que recogen la inspiración de Busby Berkeley, los desafíos a la gravedad de Fred Astaire, el regreso al hogar de El mago de Oz, y sobre todo el concepto de ópera urbana de Amor sin barreras. Lo que había de avant garde en aquellos hitos del género, Miranda lo establece como arena firme de su historia: anécdotas de inmigrantes, crónicas de sueños y aspiraciones, canciones sobre arraigo y pertenencia.
En el barrio piensa su mundo adherido a los contornos de la fábula, a las historias contadas de memoria, idealizadas por la distancia y el peso del recuerdo. En ese gesto, que refuerza el homenaje, sus personajes se convierten en mera encarnación de un puñado de ideas: los que sueñan con volver a los días de la infancia, los que ambicionan un futuro prometedor, los que lidian con la frustración de las falsas oportunidades. Todos los actores son excelentes intérpretes, pero sus personajes persisten como abstracciones antes que como criaturas con carne e historia.
En el barrio
Con ecos de la tradición operística, como los musicales de Nelson Eddy y Jeanette MacDonald en la MGM, las escenas con diálogos cantados priorizan el desplazamientos de la cámara y los parlamentos de los personajes antes que el concepto de la coreografía. En esa decisión, nunca alcanzan el pretendido peso dramático, quitan humor y soltura a la película y atenazan la fluidez de la puesta en escena a lo que el discurso debe dejarnos en claro.
En cambio, los musicales de conjunto son los grandes hitos de espectacularidad de la película: la escena de la calle del comienzo, la del natatorio, la de la disco. Los encuadres en función de la danza, el despliegue del baile de Melissa Barrera –que resulta una de las mejores del elenco- y el uso festivo de la tradición consiguen que esta oda sentimental al barrio latino encuentre su mejor época en el presente, en esas calles que viste de reivindicaciones y de fiesta.
Anthony Ramos y Melissa Barrera en la versión cinematográfica de En el barrio, que llega a los cines porteños el viernes
En el barrio (In The Heights, Estados Unidos/2021). Dirección: Jon M. Chu. Guion: Quiara Alegría Hudes, Lin-Manuel Miranda. Fotografía: Alice Brooks. Edición: Myron Kernstein. Elenco: Anthony Ramos, Melissa Barrera, Leslie Grace, Corey Hawkins, Olga Merediz, Jimmy Smits. Duración: 143 minutos. Distribuidora: Warner Bros. Calificación: apta para todo público con leyenda. Estreno: en salas.
El multipremiado Lin-Manuel Miranda (Hamilton) lleva al cine lo que fue su primer gran éxito en Broadway, una obra inspirada en la vida del barrio latino de Nueva York, Washington Heights. Dirigida por Jon M. Chu (Locamente millonarios), En el barrio define su espíritu al apropiarse de la historia del musical sin reinventar demasiado, sino dispuesta a asentar aquella tradición en una nueva era y un nuevo humor social.
La historia nace del recuerdo de Usnavi (Anthony Ramos), un joven de raíces dominicanas que despliega ante la mirada de un grupo de niños la materia de los sueños convertida en baile y música, en coreografías que recogen la inspiración de Busby Berkeley, los desafíos a la gravedad de Fred Astaire, el regreso al hogar de El mago de Oz, y sobre todo el concepto de ópera urbana de Amor sin barreras. Lo que había de avant garde en aquellos hitos del género, Miranda lo establece como arena firme de su historia: anécdotas de inmigrantes, crónicas de sueños y aspiraciones, canciones sobre arraigo y pertenencia.
En el barrio piensa su mundo adherido a los contornos de la fábula, a las historias contadas de memoria, idealizadas por la distancia y el peso del recuerdo. En ese gesto, que refuerza el homenaje, sus personajes se convierten en mera encarnación de un puñado de ideas: los que sueñan con volver a los días de la infancia, los que ambicionan un futuro prometedor, los que lidian con la frustración de las falsas oportunidades. Todos los actores son excelentes intérpretes, pero sus personajes persisten como abstracciones antes que como criaturas con carne e historia.
En el barrio
Con ecos de la tradición operística, como los musicales de Nelson Eddy y Jeanette MacDonald en la MGM, las escenas con diálogos cantados priorizan el desplazamientos de la cámara y los parlamentos de los personajes antes que el concepto de la coreografía. En esa decisión, nunca alcanzan el pretendido peso dramático, quitan humor y soltura a la película y atenazan la fluidez de la puesta en escena a lo que el discurso debe dejarnos en claro.
En cambio, los musicales de conjunto son los grandes hitos de espectacularidad de la película: la escena de la calle del comienzo, la del natatorio, la de la disco. Los encuadres en función de la danza, el despliegue del baile de Melissa Barrera –que resulta una de las mejores del elenco- y el uso festivo de la tradición consiguen que esta oda sentimental al barrio latino encuentre su mejor época en el presente, en esas calles que viste de reivindicaciones y de fiesta.
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Disney+: Luca, una carta de amor a Italia que devuelve a Pixar a su mejor nivel
La película estará disponible desde el viernes en las salas porteñas y en la plataforma de streaming
N. T
Luca, un viaje a la cultura italiana que entretiene y emocionaDisney +
Luca (Estados Unidos/2021). Dirección: Enrico Casarosa. Guion: Jesse Andrews, Mike Jones. Música: Dan Romer. Fotografía: David Juan Bianchi, Kim White. Duración: 95 minutos. Calificación: apta para todo público. Disponible en: Disney+ sin costo adicional y en salas de cine.
“¡Santa mozzarella!”, exclama Giulia, uno de los personajes de esta nueva película de Pixar cada vez que algo es sorprendente, emocionante o un total desastre. La expresión que por sí misma puede parecer un intento de caricaturizar la forma de hablar de los italianos resulta en realidad, como todo el resto de Luca, un tierno y gracioso homenaje a ese país, su forma de vida y sus habitantes.
El director Enrico Casarosa, un veterano de Pixar, debuta en el largometraje con un historia que, como su corto nominado al Oscar, La luna, transcurre en su Liguria natal y más precisamente en su riviera, zona de pueblos pesqueros y abuelas sentadas en la vereda viendo el mundo pasar. Al menos eso es lo que sucede en Portorosso, el poblado repleto de leyendas sobre los monstruos marinos que supuestamente se esconden en el océano. Claro que en este caso los mitos son ciertos y, en las profundidades del mar, una comunidad de criaturas marinas viven con temor a los monstruos terrestres que cada tanto se acercan demasiado a ellos con sus botes. Un espanto para algunos y un motivo de curiosidad inmensa para Luca, el joven pastor de peces que se pregunta que hay más allá aunque, porque es un buen chico, no se aleje del límite que le impuso su amorosa y sobreprotectora mamá. Hasta que lo haga y se encuentre con Alberto, un chico algo mayor con muchas ganas de aventuras.
Así, entre la tierra y el agua el film que retoma el espíritu de la maravillosa Ratatouille con su amor por la comida, el cine y la nostalgia y deja descansar por un rato a los metafísicos conceptos de películas como Intensamente y la reciente Soul, para contar una historia de amistad, de familia y esos inolvidables veranos en los que la vida cambia para siempre.
Aunque no haya una referencia explícita de época, las pistas como el cartel de La princesa que quería vivir en el fondo de una escena en el pueblo, una foto estratégicamente colocada de Marcello Mastroianni y una alusión al alunizaje, hablan de una Italia cercana a los años sesenta, la de la dolce vita romana y las tradiciones firmes de los pueblos genoveses. Y así lo refleja una animación prodigiosa que combina el fotorrealismo con la fantasía marítima.
Ese amalgama construye un relato tan colorido y específico como era el de Coco, otro de los aciertos de Pixar de los últimos años. Si en la fábula musical mexicana se trataba de honrar a la familia a través de las costumbres culturales aquí todo gira en torno a la amistad, la identidad y si, también de esas familias en las que se nace o las que se construyen a veces en los lugares más inesperados o con los seres más extraños que, curiosamente, no son tan distintos a los demás.
Luca, un viaje a la cultura italiana que entretiene y emocionaDisney +
Luca (Estados Unidos/2021). Dirección: Enrico Casarosa. Guion: Jesse Andrews, Mike Jones. Música: Dan Romer. Fotografía: David Juan Bianchi, Kim White. Duración: 95 minutos. Calificación: apta para todo público. Disponible en: Disney+ sin costo adicional y en salas de cine.
“¡Santa mozzarella!”, exclama Giulia, uno de los personajes de esta nueva película de Pixar cada vez que algo es sorprendente, emocionante o un total desastre. La expresión que por sí misma puede parecer un intento de caricaturizar la forma de hablar de los italianos resulta en realidad, como todo el resto de Luca, un tierno y gracioso homenaje a ese país, su forma de vida y sus habitantes.
El director Enrico Casarosa, un veterano de Pixar, debuta en el largometraje con un historia que, como su corto nominado al Oscar, La luna, transcurre en su Liguria natal y más precisamente en su riviera, zona de pueblos pesqueros y abuelas sentadas en la vereda viendo el mundo pasar. Al menos eso es lo que sucede en Portorosso, el poblado repleto de leyendas sobre los monstruos marinos que supuestamente se esconden en el océano. Claro que en este caso los mitos son ciertos y, en las profundidades del mar, una comunidad de criaturas marinas viven con temor a los monstruos terrestres que cada tanto se acercan demasiado a ellos con sus botes. Un espanto para algunos y un motivo de curiosidad inmensa para Luca, el joven pastor de peces que se pregunta que hay más allá aunque, porque es un buen chico, no se aleje del límite que le impuso su amorosa y sobreprotectora mamá. Hasta que lo haga y se encuentre con Alberto, un chico algo mayor con muchas ganas de aventuras.
Así, entre la tierra y el agua el film que retoma el espíritu de la maravillosa Ratatouille con su amor por la comida, el cine y la nostalgia y deja descansar por un rato a los metafísicos conceptos de películas como Intensamente y la reciente Soul, para contar una historia de amistad, de familia y esos inolvidables veranos en los que la vida cambia para siempre.
Aunque no haya una referencia explícita de época, las pistas como el cartel de La princesa que quería vivir en el fondo de una escena en el pueblo, una foto estratégicamente colocada de Marcello Mastroianni y una alusión al alunizaje, hablan de una Italia cercana a los años sesenta, la de la dolce vita romana y las tradiciones firmes de los pueblos genoveses. Y así lo refleja una animación prodigiosa que combina el fotorrealismo con la fantasía marítima.
Ese amalgama construye un relato tan colorido y específico como era el de Coco, otro de los aciertos de Pixar de los últimos años. Si en la fábula musical mexicana se trataba de honrar a la familia a través de las costumbres culturales aquí todo gira en torno a la amistad, la identidad y si, también de esas familias en las que se nace o las que se construyen a veces en los lugares más inesperados o con los seres más extraños que, curiosamente, no son tan distintos a los demás.
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