Apagón mental: cómo afecta a los argentinos el constante flujo de información referida a la pandemia
Un estudio reciente indica que el 79% de los consultados se siente sobrecargado de noticias; según especialistas, esto deriva en desgaste y bloqueo psíquico
C. P.
Los especialistas recomiendan tomarse pausas y permitir al cerebro elaborar el caudal informativo
“Poné una película, una comedia, un partido. No sé. Al menos para cenar no pongas noticieros”, se queja Mariana. “Pero quiero saber si habrá nuevas restricciones”, contesta su marido. Esta escena se replica en la mayoría de los hogares del país; tal vez cambien los protagonistas y las frases, pero la sensación es la misma: el agotamiento ante la cantidad de información, aunque a veces sea necesaria.
Durante la pandemia, más del 52% de los argentinos consumió “muchas más” noticias en comparación con un año normal, según el estudio “La infodemia y su impacto en la vida digital” de la empresa de seguridad informática Kaspersky en asociación con la compañía investigadora Corpa.
Este reporte observa, además, que el 79% de los consultados se siente saturado de información. “El efecto infodemia, es decir, el exceso de información durante la pandemia ha generado un apagón mental”, reconoce Dmitry Bestuzhev, director del equipo de investigación y análisis para América Latina en Kaspersky.
Una característica en la pandemia es el alto flujo de información y la dificultad para discernir la verdadera de la falsa
“Al inicio del confinamiento tuvimos que aprender sobre el virus, cómo protegernos y cómo adaptarnos a las reglas de distanciamiento. Nuestra investigación muestra que muchas personas se sintieron agotadas por el constante flujo de información que, en ocasiones, se contradecía. Lo que experimentamos es similar a un ataque de denegación de servicio (DDoS, un ciberataque que intenta sobrecargar un sitio con múltiples accesos) a nuestro cerebro, que al saturarse nos genera un apagón mental”, agrega Bestuzhev.
Los temas que han causado más “sobrecarga” mental son los relacionados con la actualización diaria del número de infectados y fallecidos a causa del Covid-19, los consejos para prevenir el virus y el estado de la vacunación.
Según el experto, dado a que el coronavirus es nuevo, al principio de la pandemia la información oficial cambiaba constantemente y esto, justamente, dio lugar a la creación y la propagación de noticias falsas, creando confusión y afectando el comportamiento de las personas. El estudio reveló que la sobrecarga de información ha causado estrés (51%), pesimismo (41%), ansiedad (28%), depresión (33%) e incomodidad (26%) entre los latinoamericanos, contribuyendo así al apagón mental. “Esto se hizo evidente cuando, a pesar de la constante repetición sobre las estrategias de protección, las personas continuaban aglomerándose sin barbijo”, subraya Bestuzhev.
Estar conectado para desconectarte
Jorge psicoanalista e investigador, relata que hace unos días llegó un paciente a su consultorio y le contó que había chocado por mirar su celular. Se lamentó por no haber visto al otro auto, por el tiempo que iba a llevar el arreglo y por cuánto le iba a costar. Nunca se cuestionó haber mirado el teléfono mientras manejaba. Es más, ni siquiera recordaba cuál era el mensaje o notificación que había recibido. “Después de un rato de hablar sobre el tema, terminó llegando a la conclusión de que está conectado las 24 horas porque quiere tener ‘todo bajo control’, quiere ‘saber todo lo que sucede’. Pero en realidad, bajo esa máscara de seguridad, hay una persona que se evade de lo que está viviendo. Pasa todo el día conectado y mirando las noticias porque no quiere conectarse con lo que le está sucediendo a él: sus seres queridos enfermos, la muerte de dos familiares y la imposibilidad de despedirlos. Todo esto, además, está ligado inconscientemente a otras situaciones de su historia que cobran nuevo impacto actual”, describe.
Los especialistas recomiendan tomarse pausas y permitir al cerebro elaborar el caudal informativo
El psiquiatra y psicoanalista Guillermo explica que esta situación extraordinaria obligó a cambiar los hábitos y provocó un sentimiento de amenaza. “En la medida que fue pasando el tiempo y las personas empezaron a ver la amenaza más cerca, porque sus familiares y amigos se enfermaban y hasta morían, se incrementó su angustia. Al mismo tiempo comenzaron a generarse más noticias y se incrementó la demanda del público, ávido por saber. El problema es que al haber un exceso es muy difícil procesar toda la información y la persona termina en un estado de alienación”, sostiene.
Frente a este contexto, Gabriela , psicoanalista y presidenta de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), propone pensar en un pharmakon, palabra griega que significa remedio. “La clave es la dosis. Su proporción adecuada nos cuida y es curativa, mientras que el exceso puede intoxicarnos. Es un momento muy particular en el cual nuestra nueva adicción parece ser la información. Digo ‘parece ser’ porque cumple una función esencial para permitirnos estar informados sobre la forma de cuidarnos y lo que sucede en el mundo, pero también puede contener un componente adictivo. Otro punto importante es que no solo puede producir angustia, sino también anestesiarnos ante una realidad compleja”, reflexiona.
Cómo evitarlo
Catelli reconoce que tener los mecanismos inconscientes en permanente alerta con objetivo de aplacar el miedo provocan, paradojalmente, un desgaste psíquico en dos direcciones. “Por un lado, se produce un efecto de distanciamiento ficcional, que es cuando se leen números siderales de contagios, salas saturadas y muertes con frialdad, como si se tratase de una película. Por otro lado, la insuficiencia de esta misma defensa genera un agotamiento del estado de alerta permanente. En este caso, la fantasía y representaciones catastróficas comienzan a horadar aspectos de la subjetividad. Esta situación podría generar tendencia a la enfermedad psicosomática, hipocondría, retracción libidinal, depresión, irritabilidad y otros malestares”, dice. Al mismo tiempo, aclara que esta será solo la “punta del ovillo” de la forma en que las personas responden a la permanente exposición ante un predador renovado y tecnológico: la “intrusión informativa”.
Según los especialistas, es fundamental descansar o hacer una pausa después de un largo tiempo de concentración
“El procesamiento de esta cantidad de estímulos abrumadores requiere un tiempo de elaboración para que esa potencialidad perturbadora se logre aminorar, metabolizar y eventualmente asimilar”, sugiere Catelli. Además, afirma que es clave intentar tamizar la exposición a la información bajo la consciencia de nuestro propio afán de estar en contacto y “con la amenaza bajo control”. También aconseja evaluar las fuentes que originan o difunden esa información. “Es importante analizar la confiabilidad de las noticias viralizadas de dudosa procedencia y origen. No debemos someternos a voces exteriores que exacerban los peores fantasmas y miedos”, propone.
Desde Kaspersky, recomiendan crear hábitos saludables, como organizar nuestro tiempo, comer adecuadamente, hacer ejercicio físico y dormir ocho horas. También resaltan que es fundamental descansar o hacer una pausa después de un largo tiempo de concentración, y desconectarse. “Es recomendable que las personas apaguen las notificaciones del teléfono celular durante breves períodos y por la noche. Esto permitirá que el cerebro descanse y se despeje”, señala Bestuzhev.
Para concluir, Goldstein invita a “tomar distancia. Las pausas en la velocidad de los tiempos virtuales y los cambios de escenarios son clave para permitirnos recuperar una dimensión del mundo real y el mundo interno, vivible, con alguna imagen de esperanza”.
Los especialistas recomiendan tomarse pausas y permitir al cerebro elaborar el caudal informativo
“Poné una película, una comedia, un partido. No sé. Al menos para cenar no pongas noticieros”, se queja Mariana. “Pero quiero saber si habrá nuevas restricciones”, contesta su marido. Esta escena se replica en la mayoría de los hogares del país; tal vez cambien los protagonistas y las frases, pero la sensación es la misma: el agotamiento ante la cantidad de información, aunque a veces sea necesaria.
Durante la pandemia, más del 52% de los argentinos consumió “muchas más” noticias en comparación con un año normal, según el estudio “La infodemia y su impacto en la vida digital” de la empresa de seguridad informática Kaspersky en asociación con la compañía investigadora Corpa.
Este reporte observa, además, que el 79% de los consultados se siente saturado de información. “El efecto infodemia, es decir, el exceso de información durante la pandemia ha generado un apagón mental”, reconoce Dmitry Bestuzhev, director del equipo de investigación y análisis para América Latina en Kaspersky.
Una característica en la pandemia es el alto flujo de información y la dificultad para discernir la verdadera de la falsa
“Al inicio del confinamiento tuvimos que aprender sobre el virus, cómo protegernos y cómo adaptarnos a las reglas de distanciamiento. Nuestra investigación muestra que muchas personas se sintieron agotadas por el constante flujo de información que, en ocasiones, se contradecía. Lo que experimentamos es similar a un ataque de denegación de servicio (DDoS, un ciberataque que intenta sobrecargar un sitio con múltiples accesos) a nuestro cerebro, que al saturarse nos genera un apagón mental”, agrega Bestuzhev.
Los temas que han causado más “sobrecarga” mental son los relacionados con la actualización diaria del número de infectados y fallecidos a causa del Covid-19, los consejos para prevenir el virus y el estado de la vacunación.
Según el experto, dado a que el coronavirus es nuevo, al principio de la pandemia la información oficial cambiaba constantemente y esto, justamente, dio lugar a la creación y la propagación de noticias falsas, creando confusión y afectando el comportamiento de las personas. El estudio reveló que la sobrecarga de información ha causado estrés (51%), pesimismo (41%), ansiedad (28%), depresión (33%) e incomodidad (26%) entre los latinoamericanos, contribuyendo así al apagón mental. “Esto se hizo evidente cuando, a pesar de la constante repetición sobre las estrategias de protección, las personas continuaban aglomerándose sin barbijo”, subraya Bestuzhev.
Estar conectado para desconectarte
Jorge psicoanalista e investigador, relata que hace unos días llegó un paciente a su consultorio y le contó que había chocado por mirar su celular. Se lamentó por no haber visto al otro auto, por el tiempo que iba a llevar el arreglo y por cuánto le iba a costar. Nunca se cuestionó haber mirado el teléfono mientras manejaba. Es más, ni siquiera recordaba cuál era el mensaje o notificación que había recibido. “Después de un rato de hablar sobre el tema, terminó llegando a la conclusión de que está conectado las 24 horas porque quiere tener ‘todo bajo control’, quiere ‘saber todo lo que sucede’. Pero en realidad, bajo esa máscara de seguridad, hay una persona que se evade de lo que está viviendo. Pasa todo el día conectado y mirando las noticias porque no quiere conectarse con lo que le está sucediendo a él: sus seres queridos enfermos, la muerte de dos familiares y la imposibilidad de despedirlos. Todo esto, además, está ligado inconscientemente a otras situaciones de su historia que cobran nuevo impacto actual”, describe.
Los especialistas recomiendan tomarse pausas y permitir al cerebro elaborar el caudal informativo
El psiquiatra y psicoanalista Guillermo explica que esta situación extraordinaria obligó a cambiar los hábitos y provocó un sentimiento de amenaza. “En la medida que fue pasando el tiempo y las personas empezaron a ver la amenaza más cerca, porque sus familiares y amigos se enfermaban y hasta morían, se incrementó su angustia. Al mismo tiempo comenzaron a generarse más noticias y se incrementó la demanda del público, ávido por saber. El problema es que al haber un exceso es muy difícil procesar toda la información y la persona termina en un estado de alienación”, sostiene.
Frente a este contexto, Gabriela , psicoanalista y presidenta de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), propone pensar en un pharmakon, palabra griega que significa remedio. “La clave es la dosis. Su proporción adecuada nos cuida y es curativa, mientras que el exceso puede intoxicarnos. Es un momento muy particular en el cual nuestra nueva adicción parece ser la información. Digo ‘parece ser’ porque cumple una función esencial para permitirnos estar informados sobre la forma de cuidarnos y lo que sucede en el mundo, pero también puede contener un componente adictivo. Otro punto importante es que no solo puede producir angustia, sino también anestesiarnos ante una realidad compleja”, reflexiona.
Cómo evitarlo
Catelli reconoce que tener los mecanismos inconscientes en permanente alerta con objetivo de aplacar el miedo provocan, paradojalmente, un desgaste psíquico en dos direcciones. “Por un lado, se produce un efecto de distanciamiento ficcional, que es cuando se leen números siderales de contagios, salas saturadas y muertes con frialdad, como si se tratase de una película. Por otro lado, la insuficiencia de esta misma defensa genera un agotamiento del estado de alerta permanente. En este caso, la fantasía y representaciones catastróficas comienzan a horadar aspectos de la subjetividad. Esta situación podría generar tendencia a la enfermedad psicosomática, hipocondría, retracción libidinal, depresión, irritabilidad y otros malestares”, dice. Al mismo tiempo, aclara que esta será solo la “punta del ovillo” de la forma en que las personas responden a la permanente exposición ante un predador renovado y tecnológico: la “intrusión informativa”.
Según los especialistas, es fundamental descansar o hacer una pausa después de un largo tiempo de concentración
“El procesamiento de esta cantidad de estímulos abrumadores requiere un tiempo de elaboración para que esa potencialidad perturbadora se logre aminorar, metabolizar y eventualmente asimilar”, sugiere Catelli. Además, afirma que es clave intentar tamizar la exposición a la información bajo la consciencia de nuestro propio afán de estar en contacto y “con la amenaza bajo control”. También aconseja evaluar las fuentes que originan o difunden esa información. “Es importante analizar la confiabilidad de las noticias viralizadas de dudosa procedencia y origen. No debemos someternos a voces exteriores que exacerban los peores fantasmas y miedos”, propone.
Desde Kaspersky, recomiendan crear hábitos saludables, como organizar nuestro tiempo, comer adecuadamente, hacer ejercicio físico y dormir ocho horas. También resaltan que es fundamental descansar o hacer una pausa después de un largo tiempo de concentración, y desconectarse. “Es recomendable que las personas apaguen las notificaciones del teléfono celular durante breves períodos y por la noche. Esto permitirá que el cerebro descanse y se despeje”, señala Bestuzhev.
Para concluir, Goldstein invita a “tomar distancia. Las pausas en la velocidad de los tiempos virtuales y los cambios de escenarios son clave para permitirnos recuperar una dimensión del mundo real y el mundo interno, vivible, con alguna imagen de esperanza”.
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