Un vínculo sin conflictos que se ideologizó con Cristina
Los lazos entre el Kremlin y la Casa Rosada atravesaron las últimas décadas sin sobresaltos, pero la vicepresidenta lo intensificó en su segundo gobierno; el desafío de Fernández entre las tensiones internas y externas
Celichini Delfina
Con pocos altibajos y con una agenda en común que se intensificó por cuestiones ideológicas, la Argentina y Rusia no registran durante las últimas décadas distanciamientos o conflictos. Analistas internacionales en diálogo con la nacion coinciden en identificar al gobierno de Cristina Kirchner como el que profundizó los lazos, en un intento de mostrar un posicionamiento geopolítico alternativo a Occidente. El presidente Alberto Fernández, finalmente, mostró una postura oscilante, que penduló entre la tensión internacional y los tironeos internos de su propia coalición.
Con la llegada de Néstor Kirchner a la Casa Rosada, a la par del ascenso de otras presidencias de izquierda en la región, el interés de Rusia en el Cono Sur se incrementó. “El gobierno argentino leyó la situación como una oportunidad”, definió Sebastián Vigliero, profesor de Ciencia Política y miembro del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales, y señaló que, a partir de la llegada del patagónico al poder, comenzó un relacionamiento con Rusia con “un condimento ideológico importante”.
El encuentro inicial entre el primer mandatario argentino y el presidente ruso, Vladimir Putin, se dio en una cumbre de la Organización de Naciones Unidas (ONU) en Nueva York. Allí, se barajaron oportunidades de inversión y comercio que delinearon un camino, pero que se evaporaron con el retorno de los líderes a sus países.
Para Julio Burdman, profesor de geopolítica de la Universidad de Buenos Aires, “Néstor Kirchner no concebía que pudiera materializarse la idea de un polo alternativo a occidente en los Brics –una asociación comercial de las economías emergentes de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica–. Esa idea formó parte de Cristina Kirchner como presidenta”. La vicepresidenta le agregó a la relación con Rusia una carga ideológica adicional.
Después de la crisis financiera de 2008 como el último traspié del capitalismo occidental, y con el ascenso de China como potencia, Cristina promovió una profundización del vínculo con Rusia.
Durante un encuentro bilateral en el año 2012, Cristina Kirchner se reunió con Putin en una cumbre del G-20 en México. A partir de ese primer encuentro, y según comunicó el entonces canciller argentino Héctor Timerman, resolvieron que los titulares de las empresas petroleras de ambos países, YPF y Gazprom, se pusieran en contacto para “trabajar conjuntamente” y “favorecer el diálogo”.
Durante julio de 2014, el primer mandatario ruso concretó su primera visita oficial a la Argentina en el marco de una gira diplomática por América Latina. Con un vínculo que crecía por los gestos discursivos de la entonces presidenta a favor de Rusia en el conflicto con Crimea –territorio ucraniano ocupado por Rusia en marzo de 2014–, la relación diplomática se selló con la firma de un “acuerdo de asociación estratégica integral” entre ambos países.
Si bien el entendimiento estipulaba inversiones rusas en materia energética –la represa Chihuido I y la sexta central nuclear–, nunca llegaron a materializarse. “Si miramos los números de intercambio, vemos que no hubo aumentos significativos de participación comercial e inversiones rusas en Argentina”, remarcó Burdman a la nacion, y explicó: “La presencia de Rusia en Argentina no es tan importante, no somos países tan complementarios”.
Mauricio Macri continuó con esta relación, privilegiando el pragmatismo comercial y desestimando los lazos político-ideológicos que el kirchnerismo había profundizado. “La Argentina es un país en desarrollo que necesita comerciar, recibir inversiones y promover el multilateralismo. Debe mantener buenas relaciones con la mayor cantidad de países con los que sea posible y Rusia es un actor importante debido a su poder diplomático y militar”, explicó Francisco de Santibañes, presidente del CARI.
El actual presidente Alberto Fernández tuvo el primer encuentro con su par ruso durante una gira internacional en la que visitó, además, China y Barbados. Con el objetivo de viajar a Pekín para la apertura de los Juegos Olímpicos, Fernández hizo una escala en Moscú para reunirse con Putin, en la que habló de profundizar los vínculos y dijo que “la Argentina tiene que ser la puerta de entrada de Rusia a América Latina”.
La pandemia de coronavirus ya había acercado a los presidentes ante la necesidad de inmunizar a la población. La Argentina no solo compró vacunas al Kremlin, sino que, además, anunció la producción local a través de la empresa farmacéutica Laboratorios Richmond Sacif, con el Centro Gamaleya como garante de calidad. “Con las vacunas, Fernández jugó todo a la carta rusa. Pensaban que Rusia se iba a plegar más a la Argentina y eso no pasó”, subrayó Vigliero.
“Hasta hace pocas horas, Fernández trataba de no enojar a Cristina Kirchner y a los grupos prorrusos de la coalición, mostrando relaciones estrechas con Rusia”, señaló Fabián Calle, politólogo y especialista en relaciones internacionales. Sin embargo, “Rusia no nos puede ayudar con el FMI ni es la capital financiera internacional, y esa es la prioridad de Argentina en los próximos años”, agregó.
Y señaló una contradicción: “Putin tirándole con lanzallamas a Lenin por haber perdido Ucrania, su alineamiento carnal con la iglesia ortodoxa rusa, su veneración a los zares y su posición homofóbica, no coinciden con el relato del kirchnerismo duro”. Hasta el momento, Cristina Kirchner, Axel Kicillof, y Máximo Kirchner no se pronunciaron sobre la escalada bélica.
Marcado por una política exterior oscilante, y ante la avanzada rusa sobre territorio ucraniano, la cancillería Argentina lanzó un primer comunicado en el que evitó pronunciarse expresamente sobre el conflicto y solo hizo referencia a “razones de público conocimiento” para sugerir a los ciudadanos argentinos en Ucrania abandonar dicho territorio.
Unas horas después, y con la noticia del aumento de muertos y heridos por los ataques del Kremlin, Fernández utilizó su cuenta de Twitter para pedir a Rusia “que ponga fin a las acciones emprendidas y que todas las partes involucradas vuelvan a la mesa del diálogo”.
“Los países de América Latina hacen equilibrio. Tienen las mejores relaciones con Estados Unidos y también con Rusia, para potenciar nuevos negocios o posibilidades económicas”, explicó Burdman, y anticipó: “Hay que ver si una mayor tensión geopolítica vuelve posible ese juego bifronte”.
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