Por qué los “padres perfectos” son un mal ejemplo
La pediatra española Lucía Galán Bertrand expone las principales dudas sobre la crianza en la primera infancia
Ángela Márquez“Los niños necesitan apoyo incondicional”, dice Galán Bertrand
Cuando nace el primer hijo, la duda existencial como padres es: «¿Lo haré bien?». ¿Hay respuesta para semejante pregunta?
Lucía Galán Bertrand, es una reconocida pediatra, investigadora y escritora de España que durante la charla que realizó en Aprendemos Juntos 2030, la plataforma de contenidos inspiradores del BBVA, dio consejos a los padres primerizos y no tanto y respondió a este interrogante.
A lo largo de su carrera, se ha topado con miles de familias, y cree tener una sola respuesta para esa pregunta: la clave es ir desprendiéndose de esa carga, de esa responsabilidad que tenemos de ser padres perfectos.
Esto se aprende, como los años. No transmitirle esa imagen de perfección a nuestros hijos es clave para que cuando ellos salgan a la vida puedan enfrentar desafíos y tolerar frustraciones. “Los niños no necesitan padres perfectos, necesitan padres que estén con ellos incondicionalmente”, afirma la experta y señala los principales dilemas que plantea la crianza.
Depresión posparto
«Es el momento más feliz de nuestras vidas», piensan quienes son padres por primera vez. Pero la realidad es que no lo es sobre todo al principio. Hasta que las piezas del “puzzle” empiezan otra vez a encajar, a veces pasan semanas o meses donde la madre y el padre se sienten raros, miedosos, por momentos tristes, cansados, abrumados y culposos de sentirse así. Con el segundo hijo se vive diferente, porque ya se tiene algo de experiencia y todo resulta más fácil y liviano, afirma la especialista durante la charla.
En el mismo sentido, reconoce que nadie habla sobre el puerperio y la depresión posparto. “Es responsabilidad de la sociedad explicarlo a los padres primerizos. Porque el hecho de sentirse reconocido, de saber que no eres el único, ya es un gran consuelo”, reflexiona Galán Bertrand. En otras palabras, a lo que se refiere es que se sabe que no es el momento más lindo de la maternidad y paternidad, pero que también forma parte de ésta.
La culpa
Los ritmos de vida actuales impiden pasar tiempo de calidad con los hijos. En estas situaciones aflora el sentimiento de culpa principalmente en las mujeres. Es un sentimiento que siempre arrastramos. “Cuando nos miramos al espejo y sentimos culpa, nos vemos feas, oscuras, grises, gruñonas. Hay que preguntarse, ¿es la imagen que les regalo a mis hijos todas las mañanas cuando se levantan? Hay que convertir la culpa en ejemplo”, sugiere la pediatra y responde una pregunta clave: ¿Qué quiere decir? “Es inspirador que los hijos vean que tienen una mamá que le gusta su profesión, que viene contenta de trabajar, que habla bien de su trabajo”, reflexiona. Se refiere a la importancia de inspirar a que los hijos recuerden a su madre contenta y que, además de ser mamá, tenía una profesión que le apasionaba. “Esta es una forma de criar niños que se dediquen en un futuro a cosas que les apasionan, que les mueven. Ahí es donde realmente puedes ser bueno, cuando haces algo que realmente te gusta”, profundiza y aconseja realizar un ejercicio diario: antes de entrar por la puerta de la casa, elegir pequeñas anécdotas del día para compartirlas con los hijos y transmitir también esa pasión por lo que uno hace.
Autocuidado
Otro punto clave es analizar cómo una persona que no está bien con su rol de padre, puede cuidar y criar de una manera sana. “Para evitar esto, cada persona debe mantener su individualidad y saber que convertirse en madre y padre no hace que tenga que renunciar a todo lo demás que lo rodea: su profesión, sus amigos, sus hobbies. Los padres somos mucho más felices cuando tenemos todas esas “parcelas” cubiertas”, afirma Galán Bertrand.
Educación compartida
Tener un hijo es una responsabilidad. El niño es tanto del padre como de la madre. Y las dificultades, cuando son compartidas, son mucho más fáciles de llevar. Y las alegrías, cuando se comparten, saben mejor. “Debe ser un trabajo de ambos y hay que aprender a pedir ayuda unos a otros y delegar”, analiza la pediatra.
Una buena premisa a la hora de organizar actividades e incluso la vida diaria es que los niños coleccionan momentos. “Hay que lograr que la mayoría sean maravillosos e inolvidables y que puedan recordarlos de esa manera cuando sean adultos”, reflexiona la médica. En actos concretos, aconseja levantarse antes para desayunar juntos y organizar actividades aunque sean cortas.
Manejar las emociones
Trabajar las emociones con ellos también es fundamental. No hay buenas, malas, positivas, negativas. Las personas atraviesan por todas. Pero en la primera infancia suelen darse situaciones de berrinches. “En esos momentos, hay que tranquilizarlos. Esperar a que el tono del llanto vaya bajando y luego hablar porque a medida que el niño se relaja naturalmente tiene la necesidad de acercarse al padre con el que tuvo el conflicto. Ahí es cuando lo tenemos que besar y abrazar y explicarles las razones por las que no es posible comprarle lo que desea o ir al juego que quiere”, finaliza. En definitiva, no es fácil la crianza y los padres se enfrentan al desafío de hacerlo “bien” mientras aprenden en el camino.
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