Juan Cruz Ruiz: “El periodismo se ha malversado a través de las redes sociales”
La Web pone en riesgo valores esenciales de la prensa, dice el autor español, quien además analiza las recientes elecciones en su país
Laura Ventura
Juan Cruz Ruiz, escritor y periodista español
MADRID
Juan Cruz Ruiz (1948) se empeñó en entrevistar a Pablo Neruda. El poeta pasaría en un barco por el puerto de Santa Cruz de Tenerife, la isla natal del periodista, editor y escritor. Era 1970 y la dictadura de Francisco Franco aún regía en el país. El Premio Nobel de Literatura se había negado a pisar España mientras continuase el régimen, pero Cruz insistió, con el argumento de que el chileno había hecho una excepción a su promesa y había descendido al muelle de Barcelona para saludar a Gabriel García Márquez. Con la complicidad de la mujer de Neruda, Cruz logró su cometido. La anécdota pinta su inclaudicable vocación periodística.
Maestro y referente del periodismo gráfico, Cruz también despliega una incesante actividad en la radio, donde habla de literatura y actualidad. Adjunto de la presidencia de Prensa Ibérica, un grupo de medios de comunicación con diecisiete periódicos, miembro del equipo fundador del diario El País, fue director editorial de Alfaguara desde 1992 hasta 1998. Escritor prolífico de no ficción (Egos revueltos, Ciudadano Polanco, Toda la vida preguntando, Un golpe de vida) y de ficción (Mil doscientos pasos, Crónica de la nada hecha pedazos, El sueño de Oslo, que obtuvo el Premio Azorín, entre otros), fue galardonado por el propio Mario Vargas Llosa con el premio Antonio Garrido Moraga a la Difusión Literaria en 2021 y fue distinguido con el Premio Nacional de Periodismo Cultural en 2012. Además, fundó La Gaceta de Canarias y fue corresponsal en Londres para RNE Canarias.
La entrevista transcurre en un lujoso hotel madrileño una tarde en plena ola de calor. Ni los huéspedes salen de sus habitaciones, guarecidos bajo el aire acondicionado. Cruz bebe té de hierbas con hielo y asegura que no piensa en las vacaciones porque baraja varios proyectos en simultáneo. Faltan tres semanas para las elecciones generales y los analistas políticos, el oficialismo y la oposición coinciden en que el Partido Popular (PP) ganará con amplia ventaja sobre el oficialista Partido Socialista Obrero Español (PSOE), pero Cruz lo duda. Plantea un escenario muy cercano al que arrojaron las urnas el pasado domingo, un resultado que tanto sorprendió a los españoles. Lector exquisito, de literatura y del comportamiento humano, supo leer una trama y anticipar un desenlace, motivo por el cual La Nación volvió a contactarlo esta semana, tras los comicios.
–Hace algunas semanas, a contramano de la mayoría de voces, usted aseguraba que el Partido Popular no obtendría la rotunda victoria que se daba casi por sentada en las elecciones generales.
–No es que yo sea un adivino o nada, pero tuve la impresión de que era imposible que un partido como Vox convenciera a la gente, después de haber convencido al PP [en un posible pacto para poder conformar mayoría en el Congreso de Diputados] de que ellos eran aptos para gobernar en una democracia de cierta experiencia como lo es la española actual. Había un eco mundial, por lo menos en nuestra lengua, y también en otros lugares de Europa, de que ya el PSOE estaba perdido en la causa de la reelección de Pedro Sánchez. A mí me dio la impresión después de algunas declaraciones fraudulentas del líder del PP [Alberto Núñez Feijóo], en sus errores e indecisiones, de que algo iba a fallar entre Vox y el PP. No tengo unos grandes conocimientos de la demoscopia, al contrario, fue pura intuición.
–¿Cómo interpreta estos resultados? ¿Es un síntoma positivo de la salud de la sociedad española? ¿Es el rechazo de la sociedad hacia la extrema derecha?
–Diría que este resultado es un aviso al PP, un partido constitucional, europeo, que está pactando con lo peor de Europa, que es la extrema derecha, como si eso no tuviera consecuencias. Son muy frágiles los derechos de Vox para los grupos LGTBI, para las mujeres, para las libertades culturales, elementos muy peligrosos porque tienen que ver con la educación, con las libertades civiles, elementos que se suponía eran grandes logros sociales y políticos de la democracia española. Es una regresión sin guerra civil que recuerda a la dictadura de Franco. El PP no ha sido capaz en ningún caso de advertir que ellos no pasan por eso. Ellos estaban dispuestos a gobernar con esta gente y creo que este mal resultado nos ha salvado de un error que nos hubiese costado años rectificar.
–El PSOE también tiene vínculos estrechos con gobiernos violentos y corruptos de América Latina.
–Sin duda alguna, pero no se necesita esa adhesión para gobernar. Sin dudas el PSOE tiene un montón de razones para ser objetado, pero en estas elecciones el PP quería pactar con un peligro público para la democracia española. El PSOE ha ido arrinconando desde el gobierno a lo más parecido al peronismo que ha tenido España, que es el peronismo de Pablo Iglesias, que dejó de existir.
–Los miembros de Unidas Podemos fueron absorbidos por el flamante partido Sumar, de Yolanda Díaz, o abandonaron la política. ¿Cómo se explica el ocaso de este partido?
–Creo que el autoenamoramiento lo destruyó. Creían que eran infalibles. Y estuvieron, además, jugando contra la Transición, que es uno de los tesoros democráticos más importantes del posfranquismo. Ellos han creado unos contrafuertes contra los logros de la democracia verdadera para destruir valor. Creo que el futuro de Podemos está oscurecido por esa destrucción de valor.
–¿Fue el pacto con Unidas Podemos el motivo por el cual el PSOE perdió tanta fuerza?
–Sin duda alguna. Por eso el pacto es ahora con una mujer [Díaz] que tiene experiencia de gobierno y que es capaz de hablar con unos y con otros sin las obligaciones demagógicas que ha puesto sobre la mesa en España el partido más peronista y chavista que ha habido en la historia europea: el partido de Pablo Iglesias. Ya esa alianza se acabó, a tiempo, aunque duró demasiado.
–¿Existe en España todavía la crítica por parte de los intelectuales? ¿Se permite el disenso? Pareciera haber pluralidad de voces, de lecturas y de ideas, incluso por aquellos que respaldan al oficialismo.
–Me parece que se ha activado en este último tiempo una diferencia entre intelectuales, pensadores o profesores e incluso periodistas. Algunos están más cerca del PSOE y otros están más cerca del conservadurismo. En una época había más homogeneidad intelectual en la izquierda. Ahora creo que cada lado tiene su expresión. No digo que esto no sea saludable, al contrario. Pero todavía estamos en un periodo que se parece demasiado a los tiempos republicanos en que se odiaban las dos facciones.
–¿Cómo analiza hoy al periodismo, en un momento complejo, con las redes sociales en primer plano, en un escenario de ultracorrección política y con la presencia de la cultura de la cancelación?
–Me parece que, entre otros, Donald Trump, pero la ultraderecha europea también han hecho que el periodismo se quiera parecer a las redes. Hay una libertad ridícula porque no es una libertad con conocimiento, sino una libertad para decir también lo que desconoces. El periodismo, a través de las redes sociales, se ha malversado porque no responde a las cuestiones fundamentales del periodismo. Bill Kovach, gran tratadista del tema en los Estados Unidos, decía que no se podía prescindir jamás de los datos y los hechos. Hoy todo el mundo siente que es periodista porque ha recibido una noticia de alguien y no se realiza aquello que Kovach llama “la ceremonia de la verificación”. Hoy asistimos a una deformación acelerada de lo que el periodismo tendría que ser.
–¿Qué debería ser? ¿Cómo debería comportarse?
–Eugenio Scalfari decía que periodista es “gente que le dice a la gente lo que le pasa a la gente”. Es decir: no lo que piensa él. Ahora se está poniendo de manifiesto lo que piensa el periodista. En la última campaña electoral, un periodista [Carlos Alsina] de radio le preguntó al presidente de Gobierno: “¿Por qué nos miente tanto?”. El periodista no añadió ejemplos sobre la mentira.
–¿A qué obedece este modo extendido de preguntar deslizando opiniones? ¿Es en la actualidad el periodista, en algunos casos, más protagonista que el propio entrevistado? ¿Obedece a la “espectacularización de la noticia”?
–Aquí algunos periodistas consideran que cualquier pregunta vale. Las preguntas tienen que estar informadas. Las redes hoy forman parte del periodismo. La existencia de las redes se debe al rumor, o a la capacidad para convertir el rumor en algo probable. El periodismo actual publica lo último que aparece en las redes como si ya hubiera sido verificado. La primera vez que se dio una noticia periodística con todos los elementos fue cuando Livingston [explorador escocés que se perdió en África a mediados del siglo XIX] fue encontrado en medio de la selva. El periodista que dio con él le dijo: “Mister Livingston, I presume”. Cuando Livingston lo confirmó, el reportero pudo mandar la noticia a su periódico en Estados Unidos.
–¿Se considera un periodista cultural? ¿O se considera periodista a secas, sin precisar su especialización?
–Yo soy periodista. Siempre he estado más o menos en el mundo de la cultura, pero yo soy periodista y aquí para serlo no se necesita una carrera. Se necesita, sobre todo. conocer los elementos del periodismo y yo creo saberlos y, al conocerlos, me da vergüenza transgredirlos.
–Es un veterano de la redacción, un jefe reconocido. ¿Se ha perdido algo en el periodismo, en su esencia, al existir una lógica diferente en la actualidad con redacciones cada vez menos concurridas?
–Las redacciones de todo el mundo se han cerrado durante un tiempo, con la pandemia. Volver a ellas ha costado trabajo, porque los periodistas nos acostumbramos a trabajar en casa. Hay un rumor que es el rumor de la redacción, que no es el rumor de las falsas noticias, ese murmullo que tiene la redacción que te hace levantar para preguntarle a otro cómo ve una cuestión. Esa referencia, ese contraste, se acabó. El ejercicio del periodismo proviene de la obligación del contraste: ¿esto que estoy contando será verdad? ¿Lo estaré contando bien? Si estás en casa solo, es probable que no le preguntes a nadie. Esto está destruyendo al periodismo.
–¿Alguna vez había vivido una época como esta de la ultracorrección?
–Solo en el franquismo, con la censura y las cancelaciones.
–¿Qué lugar ocupa la literatura argentina en el mundo?
–El otro día dije en un acto de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires que la Argentina es el país mejor escrito de la Tierra. No ha habido desmayo, sobre todo en la Argentina, de la buena literatura, y la buena literatura viene de la buena lectura. En el caso de los grandes escritores jóvenes de ahora se advierten sus lecturas de Borges, de Cortázar, de Bioy Casares. Y sobre todo son extraordinarias las mujeres: Claudia Piñeiro, Samanta Schweblin, Selva Almada. La literatura escrita por argentinos, de cualquier nivel, es una extraordinaria literatura. Las bibliotecas, las librerías, los encuentros literarios no han dejado de estimularse.
–¿Hay en el presente alguna exigencia editorial a los autores? En la trama, en las temáticas...
–La Argentina, Colombia, México, Uruguay y Chile tienen excelentes editores y un pasado con gente como Onetti o Sabato. Todos tienen una manera distinta del estilo. En América Latina hay territorios rabiosamente literarios, mientras que en España hay territorios comerciales de la literatura.
–¿En qué sentido la literatura es comercial en España?
–Los escritores tienen agentes literarios, editores, pero ellos mismos se confían mucho en lo que les dicen los más próximos. Creo que tendrían que fijarse en los ejemplos más lejanos para llegar a establecer una literatura verdaderamente exigida. A veces los escritores españoles, desde mi punto de vista, parece que están escribiendo obligados por el testimonio y no por la sintaxis.
–En Egos revueltos describió su experiencia como editor y como periodista frente a los grandes autores de nuestra lengua. ¿Este escenario que describe tiene que ver con el auge de las denominadas “literaturas del yo”?
–Pienso que los escritores jóvenes, pero también los de mediana edad, una vez que consiguen un éxito lo que hacen es tratar de proseguir ese éxito. No observo en el siguiente libro un deseo de superación. Al contrario que en América Latina, donde hay maestros que los hacen ir más allá, en España hay amigos aprobándoles.
–Como lector atento y voraz conoce autores de distintos estilos y tonos. Si pudiera elegir a alguien para que escribiera su biografía, ¿qué autor le gustaría que lo hiciera?
–Jorge Fernández Díaz, porque me trataría con cariño.
–¿Hay algún autor o autora que siempre lo sorprenda?
–Rosa Montero, en España. En América Latina, Laura Restrepo.
–Un editor argentino de un importante medio gráfico decía que no se puede ser buen periodista si se es mala persona.
–Estoy de acuerdo. Tiene que ser buena persona para contrastar. Y no se puede divulgar una noticia si no es relevante y lo relevante tú lo percibes si eres alguien que tiene fe en las personas.
Juan Cruz Ruiz, periodista y escritor español
Maestro del periodismo y la edición
■ Juan Cruz Ruiz (Tenerife, 1948) es licenciado en Periodismo por la Universidad de Laguna. Desarrolló una extensa carrera como periodista en el diario español El País, en el que trabaja desde su fundación, en 1976.
■ Dirigió la editorial Alfaguara de 1992 a 1998. Recordó sus años de editor en sus libros Egos revueltos (XXII Premio Comillas), Especies en extinción, Beatriz de Moura. Por el gusto de leer, Toda la vida preguntando y Literatura que cuenta.
■ Su dilatada labor literaria se desplegó en obras como Crónica de la nada hecha pedazos, El sueño de Oslo, La foto de los suecos, Retrato de un hombre desnudo, Ojalá Octubre y Muchas veces me pediste que te contara aquellos años.
■ Entre otras distinciones, a obtenido los premios Benito Pérez Armas, Azorín de novela y Nacional de Periodismo Cultural.
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
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