lunes, 9 de mayo de 2016

HISTORIAS DE VIDA


Macarena Palladirio. Foto: Rodrigo Néspolo
Las cifras son contundentes. Los condenan. Les dicen que la pobreza es un linaje que llevan y llevarán en la sangre. Son los 750.000 jóvenes llamados "ni-ni" porque ni estudian ni trabajan.
Esos que el Gobierno intenta asistir con su proyecto de ley Empleo Joven, que da beneficios fiscales a las empresas que ofrezcan "esa primera oportunidad" a chicos de entre 18 y 24 años.
Su contexto los limita. Además de tener un punto de partida desfavorable (el 40,4% de los niños reside en hogares pobres), las proyecciones son igual de desalentadoras: según datos del Observatorio de la Deuda Social Argentina, en relación con pares del estrato medio alto, los adolescentes de entre 13 y 17 años del nivel más bajo tienen 3,5 veces más chances de estar rezagados en educación.
Pero cuando las organizaciones sociales, el Estado y las empresas les dan oportunidades, ellos consiguen ser los primeros de sus familias que tienen un título universitario y un empleo formal. Es el caso de Alejandro Some, de Mataderos, que estudia Ingeniería Electromecánica. O el de Macarena Palladirio, de Pilar, que cursa Trabajo Social en Luján y trabaja en un call center.
¿Cómo hacer entonces para que estos adolescentes -con infancias de hambre y barro- puedan revertir esta situación y ganarles a las estadísticas?
"El gran secreto es darles oportunidades para que puedan elegir su camino, es contribuir desde el Estado y la sociedad civil en la educación, la formación del trabajo y la libertad. Porque el no tener oportunidades te hace muy resentido", dice "Toty" Flores, dirigente social, ex legislador y fundador de la Cooperativa La Juanita, en La Matanza.
En ese barrio, La Juanita puso en marcha una escuela y diferentes emprendimientos productivos que buscan precisamente eso: dar trabajo y esperanza a los vecinos.
"Es esencial que los chicos reciban una educación de calidad porque hasta para ser albañiles tienen que saber bien matemáticas. Creo que hay posibilidades y que no existe una desesperanza absoluta ni un quiebre", agrega Flores.
Para este líder social, las nuevas tecnologías son un rubro atractivo para motivar a jóvenes que ya vieron fracasar a sus padres en oficios más tradicionales, como la albañilería. "Los trabajos ligados con la informática los motiva mucho y genera que pibes que estaban cercanos a nosotros, con problemas de adicciones o delitos, terminen encontrando una vía por donde canalizar sus energías. Es que la perspectiva laboral que se les ofrece tiene que ser lo suficientemente motivadora como para competir con la oferta del delito. Son chicos muy fuertes, que aprendieron a sobrevivir en sus barrios. Si toda su creatividad la ponen al servicio de un buen trabajo, pueden mostrar todo su potencial", concluye.
Romper con la pobreza
José Luis Rodríguez. Foto: Soledad Aznarez
En el panorama actual de inflación y desempleo, los jóvenes de contextos vulnerables son los que tienen menos posibilidades de conseguir su primer trabajo y romper con el círculo de pobreza que los asfixia.
Según datos del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec) sobre la base de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), el 17,6% de los jóvenes de hasta 24 años está de-sempleado, contra una tasa de desocupación de la población económicamente activa de 6,9%.
Por su parte, el 59,8% de los jóvenes trabaja en la economía informal, mientras que el porcentaje de población económicamente activa que participa en la economía informal es de 34,3%.
"Educación y trabajo son dos pilares, no sólo de inclusión y ascenso social en términos económicos, sino del desarrollo humano integral de cada persona. Es importante que estas oportunidades vayan de la mano. Que los jóvenes puedan formarse y notar que esa formación es transformadora de su entorno", sostiene Gabriela Cicalese, vicedirectora de Cáritas, una organización en permanente contacto con las necesidades de los más excluidos.
Para Cicalese, es importante trabajar en estos contextos desde una perspectiva integral y comunitaria. Por ejemplo, en los proyectos educativos, los mismos chicos que han vuelto al sistema educativo formal son los tutores de sus pares que pretenden retomar los estudios.
Alejandro Some. Foto: Emiliano Lasalvia
"La creatividad de los jóvenes es tan floreciente que a veces basta una simple oportunidad para que eso aparezca. Y se ve todos los días y en distintos aspectos: cuando crecen artísticamente, cuando se organizan o cuando vuelcan algunas capacidades a sus grupos de pertenencia", agrega la especialista.
En relación con qué se está haciendo desde el Estado para beneficiar a este grupo, afirma: "Hay políticas públicas que son un faro en esta línea de la formación para el trabajo, el primer empleo, la proyección de microemprendimientos, potenciar la creatividad personal y, sobre todo, social. La auténtica política pública debiera apuntar al analfabetismo 0, la baja en la deserción escolar en todos sus niveles y el pleno empleo. Hay una cantidad de planes y programas que garantizan, al menos, una red de contención para lo más urgente".
Cómo colaborar
Cooperativa La Juanita
lajuanita.org
Cáritas
www.caritas.org.ar

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Tengo 22 años y soy del barrio La Cava, en San Isidro. Toda mi vida viví ahí. Hace unos años no me imaginaba cuál iba a ser mi futuro. No tenía proyectos y ahora puedo mirar hacia adelante. Conseguí mi primer trabajo y la vida es distinta.
Terminé el secundario en el Colegio Parroquial Santo Domingo Savio. Empecé a estudiar Ingeniería Electrónica, pero me resultaba muy difícil. Mis padres tienen estudios primarios y mis tres hermanos menores estudian.
Comencé mi relación con Casa de Galilea participando de un taller de computación que funcionaba los sábados, donde me enseñaron a reparar computadoras, y durante un tiempo me dediqué a eso.
Después, en Casa de Galilea, me ofrecieron participar del programa de Desarrollo de Competencias Laborales. Me enseñaron cómo hacer mi CV y a presentarme. Aprendí también a trabajar en equipo, la importancia de no faltar, la puntualidad, el respeto a la autoridad y a poder comunicarme con la gente con la que trabajo, que era muy difícil para mí. Lo logré y finalmente conseguí mi primer empleo.

Competencias laborales

Una vez conseguí trabajo en un mayorista de golosinas. Duré sólo tres días. Me llevaba mal con el hijo del dueño y me fui.
Desde que conseguí trabajo, hace tres meses, todo es distinto. Hago tareas en el área de mantenimiento del San Isidro Club (SIC). Miro el futuro, pienso lo que puedo hacer y en las oportunidades que tengo. Cuando cobré mi primer sueldo fue una enorme satisfacción, pura emoción y felicidad. Miraba el recibo y no lo podía creer.
Hoy ayudo en mi casa, colaboro con la compra de la comida y me queda algo para mis gastos. También pienso en las vacaciones. Quizá, más adelante, hasta podría volver a estudiar. A los chicos de mi edad les digo que estudien, que hagan el esfuerzo, porque en los trabajos te piden el título secundario. Los chicos están en las esquinas, no van al colegio, pero está en ellos ir. Tienen que poner voluntad.
La situación del país está muy difícil para trabajar, pero ellos tienen que esforzarse también para tener oportunidades.
El autor es beneficiario de Casa de Galilea;www.casadegalilea.org.ar
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Alejandro Some: "Hoy tenemos sueños"
"No estamos acostumbrados a soñar en grande", dice Alejandro Some, que hoy vive junto a su familia en Mataderos. Contra todos los pronósticos y gracias al apoyo de diferentes organizaciones, está en 4° año de Ingeniería Electromecánica en la UTN y tiene un emprendimiento de lámparas LED.
Cuando estaba terminando el primario desde Cimientos fueron a su escuela a ofrecer su sistema de becas. "A mí me interesaba la ayuda económica pero fue mucho más que eso", dice este joven de 25 años cuyo padre trabaja como operario en una fábrica textil y su madre - ambos con secundario incompleto- como empleada doméstica Él y su hermano mayor son los primeros universitarios de la familia. "Es un festejo en mi casa. La meta ahora es terminarla. Mis padres no tuvieron la oportunidad de estudiar y mi hermano tuvo la obligación de trabajar. Yo pude elegir. El conocimiento es lo más importante", agrega.
Cuando era chico le daba vergüenza ser pobre. "Hoy ya no me siento pobre porque tenemos sueños. Y estamos convencidos de que son metas que se pueden alcanzar", dice.

www.cimientos.org
Macarena Palladirio: "Es duro pero se puede"
Recién vuelve de las primeras vacaciones que paga con sus ahorros y está exultante. "Nunca había salido del país y viajé con mi plata", dice Macarena Palladirio, que se fue a Brasil con una amiga.
En su casa ubicada en Villa Verde, un barrio carenciado de Pilar, provincia de Buenos Aires, Macarena (20) gracias al estudio y el trabajo, empieza a escribir una historia diferente. Su papá es chofer y su mamá maestranza en el colegio al que van sus hermanos y del que ella se recibió: el parroquial San José Obrero.
"Un día fueron al colegio de la Foundation Forge a dar una charla sobre cómo te capacitaban para el primer empleo y me anoté. Ahí aprendí prácticamente todo. No tenía idea de cómo hacer un CV, cómo presentarme a la hora de hacer una entrevista. Tuve suerte porque quedé en la primera entrevista que tuve en un call center y sigo ahí. Ahora me ascendieron y estoy a cargo de personas que tienen más edad que yo", dice orgullosa.
Además, está en 2° año de la Licenciatura en Trabajo Social en la Universidad Nacional de Luján. "Voy medio lenta en la carrera por el trabajo. Es duro pero se puede", concluye.

fondationforge.org"Fui el primero en estudiar"
José Luis Rodríguez decidió sacrificar su viaje de egresados y adelantar su regalo de su cumpleaños número 18 para pedir una computadora. Tenía 16 y siempre supo que quería estudiar Sistemas.
Hoy vive en San Francisco Solano con sus padres y cuatro hermanos. Tiene 26 años, pero trabaja desde los 13. Al principio durante las vacaciones, y después con trabajos más fijos de albañilería, ayudante de electricista y soldador, entre otros.
"En casa fui el primero que encaré esto de estudiar", cuenta. Después de terminar el secundario en Lanús, José Luis empezó a perfeccionarse a través de cursos. Hoy está en 2° años de Ingeniería de Sistemas en la UTN.
Buscando a través de Internet encontró la página de Comunidad IT, una fundación que brinda cursos gratuitos en sistemas. "En 2015 hice un curso intensivo de Desarrollo Web. Dos meses más tarde me habían conseguido una entrevista laboral con Snoop Consulting y al mes ya estaba trabajando como analista programador", dice este joven que había estado dos años y medio buscando empleo en sistemas, sin suerte.
www.comunidadit.org

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