miércoles, 4 de mayo de 2016

TEMA DE REFLEXIÓN


Un mismo producto puede tener varios precios, según ofertas reales o dudosas; las dos metas oficiales de inflación agregan confusión




Medir el comportamiento de los precios se ha convertido en una tarea cada vez más ardua. No sólo por la llamarada inflacionaria de estos meses, provocada por la recomposición de precios relativos que siguió a la devaluación de diciembre y a los fuertes ajustes de tarifas, porcentualmente más altos en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). También porque la ausencia de indicadores oficiales mientras se reconstruye el Indec coincidió con la licuación de salarios, el consiguiente enfriamiento del consumo y las renovadas estrategias de marketing de grandes cadenas comerciales para retener clientes.



Esta situación hace que la Argentina sea uno de los pocos países donde un mismo producto tiene distintos precios según el día de la semana, la forma de pago, las tarjetas de fidelización, el monto mínimo de compras, las promociones puntuales u ofertas tipo 2 x 1; 3 x 2; 4 x 3 o descuentos de 50 a 70% en la segunda unidad. No es una novedad después de diez años de inflación de dos dígitos. En todo caso, con muchas paritarias sin cerrar, las nuevas tarifas de servicios públicos obligan ahora a reducir otros consumos, hacer cálculos más finos y diferenciar entre ofertas reales y ficticias.



Los precios en las góndolas pasaron a ser un difuso punto de referencia para quienes no siguen su evolución paso a paso. Muchos consumidores salen del supermercado con la sensación de no saber si compraron un producto más barato hoy o más caro el día anterior, ni si volverá a subir la semana siguiente. Sobre todo cuando comprueban que el precio de una oferta por cantidad puede ser igual -o más alto- que el valor unitario en un autoservicio chino. O que el precio ya había subido antes del descuento. Algo similar suele ocurrir en otros rubros, desde electrodomésticos hasta autos, donde la financiación busca compensar los mayores precios de lista. O en repuestos de todo tipo, que aumentaron a la par o por encima del dólar y no retroceden, salvo con bonificaciones puntuales.



La inestabilidad de precios se presta además a prácticas ilegales, incluso con listas publicadas. Tras el último aumento de los cigarrillos (7,7% en febrero), que llevó el precio de las marcas más vendidas de 26 a 28 pesos por atado, más de un fumador debe haberse sorprendido en algunos quioscos porteños que pretenden cobrar 29 o 30 pesos y "privatizar" parte del componente impositivo (que alcanza al 70% del precio final). A veces con el argumento de falta de cambio y otras sin mayores explicaciones. Desde hace tiempo, una práctica similar se extendió al conurbano bonaerense con el pretexto de un impuesto específico que, según las tabacaleras, no existe. O en todo caso busca anticiparse al régimen de percepción que se aplica a la actividad comercial.



Cuando el Indec relance el 15 de junio el IPC para la Capital Federal y el Gran Buenos Aires (en base a la encuesta de gastos y las ponderaciones de 2004/2005) incluirá todos los precios de bienes (con impuestos) con pago al contado en cada punto de venta. O sea, los que aparecen en las góndolas. Las ofertas especiales se considerarán sólo cuando exista un stock suficiente para abastecer al grueso de los clientes.



El indicador permitirá además calcular la "inflación subyacente", al separar del nivel general los precios estacionales (frutas, verduras, indumentaria, turismo, etcétera) y los regulados (combustibles para vivienda, transporte de pasajeros, electricidad, gas, agua, teléfonos, etcétera). Este es el dato que actualmente toma en cuenta el Banco Central de distintas estimaciones para mantener alta la tasa de interés de las Lebac (38% anual a 35 días) y restarle combustible monetario a la inflación.

Mientras tanto, la medición que realizamos en la misma sucursal porteña de una cadena líder de supermercados aporta pistas sobre el comportamiento de los precios. En la última semana de abril, el costo de la canasta fija de 30 productos (alimentos, bebidas y productos de limpieza) se ubicó en $ 1826,60, con una suba de 4,4% con respecto a marzo ($ 1748), pero con un retroceso de 2% si se lo compara con diciembre ($ 1864,50). Más infrecuente aún es que el costo del ticket bajó 5% entre la primera y la última semana de abril (de 1925 a 1826,6 pesos), si bien obedece a un "efecto sándwich": hubo inicialmente fuertes subas en jamón cocido (62%) y queso en barra (39%), neutralizadas con ofertas que retrotrajeron los precios al nivel de marzo. No obstante, en abril se registraron subas en supremas de pollo (46%), café (8,8%), agua mineral (7,7%) y gaseosas de primeras marcas no incluidas en "precios cuidados" (de 3,9 a 5,6 por ciento).



Aun así, el costo de la canasta en los últimos doce meses pasó de $ 1469 a $ 1826, con un alza de 24,3%, por debajo de la mayoría de las estimaciones de inflación pasada. Una explicación es que muchos precios se dispararon entre noviembre de 2015 y enero de 2016, pero después se desaceleró el ritmo de aumentos e incluso hubo unas pocas bajas (casos carnes y fiambres). Dentro de esta disparidad sobresalen, sin embargo, los incrementos interanuales del pan francés (87%), papel higiénico (77%), fideos guiseros (47%), carnes rojas (de 30 a 40%), presas de pollo (de 34 a 40%), bebidas sin alcohol (de 29 a 33%), leche para bebes (25,7%), frutas y hortalizas (de 47 a 51 por ciento).



Para la Casa Rosada, la inflación de abril se ubicará en torno de 7% y será la más alta para un solo mes desde la devaluación de comienzos de 2014, cuyo traslado a precios fue proporcionalmente mayor. Este salto se explica por el fuerte aumento simultáneo de las tarifas de gas natural, agua y transporte de pasajeros en el AMBA. Para mayo y junio prevén una desaceleración gradual -por el aumento de subtes, un nuevo ajuste en combustibles y el traslado a precios de los mayores costos de la energía- que se acentuaría en la segunda mitad del año.
Como el ajuste de tarifas tiene un impacto mucho mayor sobre los usuarios porteños y del conurbano, a diferencia de otras regiones, el Gobierno se apresta a desdoblar las metas oficiales de inflación para este año: prevé mantenerla en 25% anual a nivel "nacional" y elevarla a 32/33% a nivel "metropolitano". No es nada seguro que este desdoblamiento aporte más claridad, incluso en la negociación salarial de las paritarias pendientes.

 Por lo pronto, el IPC del Indec, al reiniciarse con los datos de mayo y sin retroactividad, no incluirá el impacto de los últimos aumentos tarifarios en el AMBA. Y para contar con un índice de precios nacional habrá que esperar por lo menos hasta 2018.
N. O. S.

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