miércoles, 14 de febrero de 2018

MILLENNIALS....NO SE SI EL FUTURO SERÁ MEJOR....MUCHAS DUDAS


Los millennials ya son padres y cambian las reglas
Crianza equitativa, flexibilidad laboral y tecnología omnipresente conforman el modelo de paternidad que impone esta generación
Que son impacientes, que no retienen un trabajo por más de dos años, que son narcisistas, que viven en las redes, que no saben lo que es el esfuerzo, que son unos niños mimados... Mucha tinta se ha derramado al juzgar a la generación millennial, casi como si fuera un nuevo deporte. Sin embargo, a muchos miembros de esta generación (que abarca a aquellos nacidos entre el 1984 y 2004, pero que también se extiende a comienzos de la década del 80) el estereotipo no solo no les queda, sino que les resulta totalmente errado. Sucede que muchos de estos jóvenes adultos hoy ya son padres, y la experiencia de su paternidad ha cambiado al ritmo de la cultura, la tecnología, y las nuevas prioridades que la época ha impuesto, o mejor dicho, que ellos mismos han podido moldear. A diferencia de sus padres o abuelos, atados a la poca flexibilidad laboral y los roles estancos con respecto a la crianza y las tareas del hogar, hoy los padres millennials replantean las reglas a la hora de criar a sus hijos.
"No hace mucho decidí que quería casarme y ser mamá, antes no lo sentía. La verdad es que prefería viajar, invertir el tiempo en mí y por sobre todas las cosas crecer profesionalmente, pero hace dos años eso cambió y empecé a querer ser mamá, como una especie de anclaje o experiencia que quería vivir, me sentía segura en muchos aspectos", admite Adriana (35). Incluso la manera de arribar a la decisión de ser padres parece ser diferente hoy en día, con jóvenes adultos guiados más por un deseo propio (aunque muchas veces menos planificado o hasta improvisado) y no tanto por un mandato familiar social. En especial en una época de baja natalidad y con el retraso de los hitos tradicionales (casamiento, familia y casa propia), por citar algunos rasgos que hacen que la trayectoria de vida de muchos jóvenes adultos sea menos compulsiva en estos sentidos.
"Ninguno de nuestros amigos tiene hijos. Algunas, muy pocas, dos para ser exactos, están embarazadas. El resto todavía no, y no piensa, y algunos incluso piensan que nunca van a tener porque no les interesa. Yo creo que eso tiene que ver con una concepción distinta del tiempo. Creo que nuestros padres, nuestros abuelos, tenían la idea de que el tiempo pasaba y demasiado rápido. Y que mejor que cuando eso sucediera hubiera un par de vástagos, mínimo, para poder hacerse cargo de ellos. Para nosotros, para los millennials, el tiempo no pasa. Creo que hay una sensación de presente eterno muy intensa", acota Manuela  (30), madre primeriza.
Mandatos con fecha de caducidad, otras disposiciones, incluso otras formas de percibir el tiempo, son algunas de las variables que hacen de la paternidad una experiencia distinta.
Y no solo eso, sino también otras posibilidades operativas concretas. "A los 28 años nos quedamos embarazados con mi novio. No me preparé para la maternidad, no leí libros, no ensayé qué estilo de madre quería ser. Laburaba en una empresa de servicios y sabía que iba a tener que volver a mi laburo en tanto terminara mi licencia de tres meses, pero no sabía cómo me iba a impactar emocionalmente eso. 
Cuando llegó el momento de volver a cumplir un horario en la oficina, fue más fácil de lo que imaginaba. La flexibilidad laboral hoy ayuda mucho, hay más posibilidades de trabajar desde la casa o algunos días. Hay cuestiones que para nosotras, mamás, son más fáciles, porque si bien nos exigimos más en lo profesional y nos cuesta renunciar a eso que nos gusta hacer, los ritmos los podemos controlar un poco más. Somos más autónomos y manejamos nuestra agenda", explica Loli  (32), al hacer referencia a la forma en que muchos millennials asumen el trabajo y la profesión.
Que una gran cantidad de jóvenes adultos formen parte de la economía freelanceposibilita una flexibilidad inaudita y una repartija en el cuidado de los niños que antes hubiera sido impensable. "En mi caso, el papá de mi hija es freelance, y si hace falta (en época de vacaciones) la puede llevar a su oficina o a determinadas reuniones. Está bueno poder encontrar el equilibrio para que las mujeres no dejemos de hacer lo que veníamos haciendo sin 'abandonar' a nuestros hijos".
Según una encuesta realizada por Ernst & Young (sobre una base de 10.000 casos), el 83% de los millennials en los Estados Unidos privilegiarían trabajos en donde la licencia por paternidad sea mayor, y casi el 40% estarían dispuestos a mudarse a países con mejor legislación al respecto. Atentas a esta tendencia en las nuevas generaciones, más empresas en rubros codiciados como la tecnología o las finanzas están aumentando la cantidad de semanas que estos pueden ausentarse, extendiendo estos beneficios también a las nuevas familias (parejas gays y/o padres por adopción o gestación subrogada). Si el equilibrio laboral y familiar hoy ya es casi un chip con el que los jóvenes vienen, quizás a fuerza de haber experimentado lo contrario con sus propios padres, no deja de ser un fenómeno relativamente nuevo.
Otro tema álgido en las nuevas parejas jóvenes millennials que son padres es la idea de los roles tanto paternos como de los chicos en la familia, más igualitarios y participativos. Por un lado, con una evidente emancipación de la mujer y una mayor conciencia de género, no solo cambió la manera de organizar el trabajo y el tiempo con los chicos, sino también los roles en la crianza. Estar con los chicos, cocinarles, ir a buscarlos al jardín, son actividades diarias de ellos, como lo hace Martín Kolodny (33) con su nena de cinco. "Decidimos ser padres a los 28. También de común acuerdo nos separamos. Mi preocupación más grande era cómo ser papá en esas circunstancias, aun siendo hijo de padres separados. Cuando pude tener mi casa y armar su habitación, ella empezó a quedarse a dormir conmigo. Hoy, mi hija dice que tiene dos casas y yo sonrío. Su mamá, desde hace unos años, convive con su pareja, que es parte activa de la vida de mi hija. La lleva al jardín, la cuida, la busca... Con el tiempo, siempre agarré trabajos que no interfirieran con compartir tiempo libre y cotidianidad con ella".

Para Adriana y su pareja, Hernán freelancear es algo que les permite ser padres bajo sus propios términos y de forma compartida. "Una ventaja que ambos tenemos es que no trabajamos en relación de dependencia, así que cuando nació nuestra hija solo tuvimos que acomodar algunas cosas, desde el primer momento siempre nos planteamos estar muy presentes para ella, si ella duerme o justo yo necesito hacer algún trabajo él se ocupa de todo y si él necesita ir a su oficina yo tomo el mando, pero si estamos juntos es un rato cada uno, no hay una tarea que pertenezca a un género, todo es de a dos, salvo dar la teta".
"Hace algunos meses la abuela de Fermín le decía que qué bueno que hubiera nacido en una época en la que los padres tuvieran participación. Fermín no es que tiene participación, es que nos ocupamos juntos. Las mañanas son de Fermín y Valentín, ellos desayunan, duermen siesta, juegan, almuerzan, mientras yo estoy en el trabajo. Y a la tarde, cuando vuelvo, lo baño, y esperamos a que Fer vuelva. Y todo se da de un modo absolutamente natural. Tanto que a veces tiendo a pensar que vivimos en un mundo diferente. No es engaño, es lo que pasa en casa, es nuestra experiencia", agrega Frers, como si fuera necesario clarificar aún más las diferencias generacionales.
Por otro lado, la tecnología y que todo vaya más rápido ha cambiado la forma en que los chicos crecen, y por tanto los desafíos de los padres, aún cuando muchos millennials ya crecieron con estas cuestiones incorporadas. "En cuanto a la tecnología, no tenemos una opinión recontraformada porque Valentín tampoco les da mucha bola a las pantallas todavía. Fer se inclina más a evitarlas y a mí me parece que es algo inevitable. Nosotros mismos vivimos atravesados por las pantallas, me parece medio imposible que Valentín pueda crecer aparte".
El lugar de las pantallas
Paradójicamente, un factor en común con la generación de sus padres es que losmillennials quieren que sus hijos tengan una relación equilibrada con la tecnología, por más hiperconectados que vivan o cuánto dependan de ella. "Mi hija está muy presente en mi cuenta de Instagram, algo que quizás antes no hubiese estado muy bien visto, pero siento que el proceso es supernatural. La crianza es muy fluida, mucho prueba y error, igual hay algo que siempre me pregunto y me tranquiliza: ¿cómo hacían las madres antes sin Internet? No hay un día que no consulte algo, hasta quizá como algo lúdico, para saber qué les pasó a otras mujeres o incluso leer artículos. Entre mis preocupaciones están que no quiero hiperconectarla a la tecnología y que sea sensible a su ambiente, que pueda experimentar y estar menos metida en una tablet", cierra Vera.


Por su parte, Kolodny explica que su nena desde hace más de un año pide el celular de cualquiera para mandar audios, ve "Netflic", videos en YouTube, saca fotos y quiere mandarlas. "Tenemos cuidado y procuramos mirar siempre qué hace con el celular en la mano". Para María Florencia (27), el hecho de crecer en un entorno techie tiene sus riesgos que hay que moderar. "Si bien solo llevo ocho meses de maternidad intento fuertemente día a día no recurrir tanto a la tecnología y sentarme a jugar con ella cuando me lo pide. Creo que es una forma de enseñarles a valorar un poco más las cosas que a uno tanto le cuestan o le costaron en algún momento y a que aprendan a ser autosuficientes y que no todo esté a un clic de distancia".
Criados como nativos digitales, con otros tiempos, otros vínculos y otra cultura, sin hoja de ruta y a puro instinto, los millennials abren el campo de juego e imponen sus propias reglas. Modernos, prácticos, igualitarios, responsables y optimistas, otros tantos adjetivos que le caben a esta generación de nuevos padres. Así parece resumirlo Canonico: "Me gusta la era millennial, yo le encuentro muchos beneficios en la maternidad. Desde la tecnología, la flexibilidad, la diversidad. Hay mucha más variedad en todo".

L. M.

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