domingo, 18 de febrero de 2018

TEMAS DE REFLEXIÓN


En lugar de promover la despenalización del aborto, urge ocuparse de las madres que quieren dar a luz, pero no pueden criar a sus hijos, y de fomentar la adopción
En tiempos en que resuenan con fuerza cantos de muerte que enaltecen la supresión de la vida intrauterina, matando al niño por nacer, es alentador volver a escuchar la alocución de la diputada española Esperanza Oroña que circula en las redes, cuestionando dura y fundadamente las pseudoprogresistas izquierdas abortistas. Recordemos que el aborto es libre en España antes de la semana 14 de gestación. Un informe reciente del Ministerio de Sanidad da cuenta de que, por quinto año consecutivo, el número de abortos realizados en aquel país en 2016 se ha reducido, confirmando una tendencia clara a la baja, que comenzó en 2012.
También reconforta leer a Isabel Plá, flamante ministra de la Mujer y Equidad de Género del gobierno de Sebastián Piñera, en Chile, quien asumirá como jefe del Estado el 11 del mes próximo. Reiteradamente, Plá se ha pronunciado en contra de la ley. El parlamento chileno la aprobó en agosto último y comenzó a regir en diciembre, despenalizando el aborto en tres situaciones: violación, riesgo de vida para la madre e inviabilidad del feto.
También ha sorprendido a los abortistas el claro pronunciamiento de fines de 2017 del Tribunal Constitucional del Parlamento Europeo, que ha dicho que el aborto no es un derecho humano y que, naturalmente, la vida sí lo es.
Estas y otras muchas expresiones no parecen hacer mella en algunos de nuestros diputados, claramente ideologizados, que pretenden reformar el Código Penal, ampliando las excusas absolutorias del artículo 86, con un grado de permisividad y laxitud tal que equivale a la legalización del aborto, en cualquier caso. Por un lado, incluye todos los casos de violación, sin exigencia de denuncia penal, bastando la sola invocación de la violación para obtener el vía libre que permita suprimir cuantas vidas germinen en su cuerpo. Sin requerimiento de ningún control adicional.
La otra ampliación de excusas la constituye el "riesgo para la salud psíquica" de la madre. Obviamente la laxitud de la fórmula permite abrir una brecha tan ilimitada como irrestricta. Todos estamos sujetos a riesgos en nuestra salud psíquica. Quien sufre un accidente, pierde un ser querido o se queda sin trabajo, seguramente ve afectada su salud psíquica, en mayor o menor medida.
En definitiva, ¿cuál es el alcance de la expresión "riesgo para la salud psíquica? No parece ni razonable ni justo esgrimir un potencial temor como argumento para suprimir una vida. Podríamos por caso considerar también que una muerte cierta de un niño real en gestación afecta la salud psíquica de la frustrada madre. Está comprobado que las mujeres que abortan, en un alto porcentaje, sufren trastornos psicológicos como consecuencia del infanticidio cometido. En aquellos países que contemplan esta burdamente amplia condición, la mayoría de los abortos se acogen a ella.
Las causales señaladas son a todas luces opuestas a los principios constitucionales y a los tratados internacionales que defienden el derecho a la vida, así como el que contempla el anteproyecto del Código Penal que se presentará oficialmente al comienzo del período de sesiones ordinarias del Congreso y cuya aprobación equivaldría a despenalizar el aborto de manera irrestricta.
Debemos llamar a la reflexión a nuestros legisladores, convocándolos a dejar de lado las tentaciones demagógicas de falsos feminismos y a ocuparse de las madres que quieren dar a luz pero no pueden criar a sus bebes, apoyándolas médica y psicológicamente y fomentando el instituto de la adopción cuando corresponda y ellas lo deseen. Defender la vida de un pequeño por nacer es cantar a la vida y debiera ser una obligación de todos.

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Chile alcanzó el nivel de desnutrición más bajo de América Latina. Esto no es casual, sino fruto de un trabajo sostenido a lo largo de más de 20 años. El modelo de este llamado "milagro chileno" que probó ser tan exitoso, ideado por el médico Fernando Mönckeberg, llevó a su discípulo, Abel Albino, a crear en nuestro país la Fundación Conin ( Cooperadora para la Nutrición Infantil) en 1993, primero en Mendoza, para replicar aquella metodología en la prevención y el tratamiento de esta cruel enfermedad, muchas veces oculta y silenciosa, que afortunadamente puede evitarse.
Estos destacados y experimentados profesionales llaman una y otra vez nuestra atención hacia la vulnerabilidad de una persona que se manifiesta críticamente en sus primeros mil días de vida, fruto tanto de factores genéticos como ambientales. Las condiciones de pobreza se asocian a una limitación de las posibilidades futuras con fuerte repercusión en la sociedad, tanto por la pérdida prematura de vidas como por las capacidades malogradas de quienes sobreviven en condiciones pauperizadas, con retardo del crecimiento y un menor desarrollo intelectual. Muchas son las patologías que genera la desnutrición temprana por lo que el registro de vidas truncadas tampoco es fidedigno a la hora de contabilizar su verdadero impacto. Asistir a las familias contribuye a reducir estos riesgos. Las madres son los principales agentes sanitarios por lo que resulta clave educarlas en la manera de alimentar mejor a sus hijos.
Cuando hablamos de la importancia de la educación a la hora de atenuar la pobreza y la exclusión para mejorar los índices de progreso y desarrollo, no podemos pasar por alto que nada podrán hacer las mejores instituciones educativas si los niños que alcanzan la escolarización tienen ya sus potencialidades acotadas por dolorosas situaciones de desnutrición temprana que no fueron debida y oportunamente resueltas.
En 2008, una investigación de la Universidad de York sobre los resultados de la labor de Conin confirmaba que la desnutrición, una patología que pasa muchas veces desapercibida a pesar de su alta incidencia, es causa de discapacidad, advirtiendo sobre la importancia de que los planes de salud y las agendas económicas contemplen trabajar en su prevención. En esta sociedad del conocimiento marcada por un ritmo vertiginoso de alta competitividad que lleva al progreso a algunas naciones y condena a la marginalidad y la exclusión a muchas otras, combatir la desnutrición es clave para intentar reducir estas diferencias.
La experiencia chilena confirma que este tipo de esfuerzos mancomunados, en manos de profesionales idóneos, sostenidos en el tiempo, se traducen en resultados concretos. El doctor Albino no se cansa de compartir su optimismo y su invalorable experiencia, y hoy existen cien centros Conin en 18 provincias argentinas, que se suman a Centros de Prevención de la Desnutrición Infantil, en Paraguay y Perú, y su metodología se aplica incluso en África ecuatorial.
"Doctor Esperanza" lo apodaron y su valiente postura antiabortista le granjeó numerosas críticas, entre ellas por parte de opositores que pretenden rotularlo de macrista aun cuando él demuestra que no trabaja para ningún partido político, sino para las futuras generaciones. "La sonrisa de un niño me produce alegría y compromiso", repite incansable este emprendedor social

En diciembre pasado, el Ministerio de Educación de la Nación firmó un convenio con la Fundación Conin al lanzar un programa dirigido a mejorar las condiciones de educabilidad de niños de entre 3 y 5 años, asociado a la detección temprana de la desnutrición. Una vez más, las voces críticas se alzaron sin comprender que se trata de la inversión de más alta rentabilidad, no comparable a ninguna otra.
Prestigiosas instituciones expresaron públicamente su repudio ante el acuerdo, tildando de arcaica y sesgada la ideología en la que Conin basa su trabajo, desconociendo los resultados alcanzados, acusándolos de falta de evidencia científica, denunciando que no se convocó para ello a otros expertos y pidiendo incluso explicaciones al ministerio del área. Parece mentira que, en ámbitos tan prestigiosos, no se depongan los celos, los prejuicios y las banderías políticas, confabulándose para desbancar el aporte metodológico de profesionales reconocidos, distinguidos reiteradamente. Mucho mejor sería que sumaran su ayuda en esta cruzada que debiera ser de todos.
Postergar u obstaculizar este ineludible y arduo desafío solo retrasará las posibilidades de que las próximas generaciones vivan en un país con igualdad de oportunidades en donde todos podamos desplegar nuestro potencial y optar con libertad por el camino a seguir.

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