Juan Rapacioli, Lucila Grossman, Denis Fernández, Tamara Tenenbaum, Gustavo Yuste
Nacidos entre la década de 1980 y el año 2000, los millennials representan el 30% de la población de América Latina, según un estudio de la firma Nielsen realizado en 2015. Reacios a sacrificar los intereses personales en el altar del trabajo, suelen cambiar de empleo con frecuencia. Privilegian la educación y el horizonte de progreso debe estar asegurado. Aprendieron de Internet, herramienta que conocieron en la infancia, a desconfiar de las virtudes de la espera. Expertos en comunicación digital, videojuegos, series y otros consumos culturales, los jóvenes de la Generación Y son también grandes lectores, como se "descubre" cada año en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires.
"Esclavos de las tendencias y los best sellers, no puede faltar en la biblioteca millennial todo lo nuevo del mercado literario: desde ciencia ficción hasta novelas seudoeróticas. Además, las novelas gráficas cobran mucha notoriedad", escribe Deborah López de Gomara en Generación Millennial. Quiénes son y a dónde van (Alfaomega). En ese texto, la autora nacida en 1993 indica que los lectores de su generación prefieren los libros en papel para descansar de la frenética vida virtual.
Poemas distribuidos en ediciones pequeñas que no dejan de reimprimirse, fanzines, relatos en verso y autobiografías narradas con texto e imagen son algunos de los formatos millennials. En la Argentina, muchos de los escritores de esa generación que conmueve el mundo son criaturas híbridas. Periodistas, editores, diseñadores, doctores en Letras o Filosofía, curadores de espacios culturales y activistas, los escritores millennials transforman con talento el ecosistema literario local.
Diversidades textuales
"Veo mucha diversidad -dice Tamara Tenenbaum (1989), docente, periodista y escritora-. Las generalizaciones del estilo 'todos los jóvenes hacen literatura del yo o escriben en un estilo coloquial ' solo pueden venir de la ignorancia. Quizás la variedad es una tendencia, animarse a salir de cierto aire de época". Tenenbaum, autora del libro de poemas Reconocimiento de terreno (Pánico el Pánico) y ganadora del premio Ficciones del Ministerio de Cultura de la Nación con un volumen de cuentos aún inédito, es además una de las editoras del sello Rosa Iceberg, que ya publicó títulos de Gabriela Bejerman, Marina Yuszczuk y Cecilia Fanti. Pronto saldrá una novela breve de Romina Zanelatto, Entre dos ríos. Aunque a Tenenbaum le interesa la literatura de lo pequeño, indica que ve a muchos escritores haciendo otras cosas. "Fantástico, ciencia ficción, universos más ambiciosos", dice.
Una representante de esa ambición literaria es Lucila Grossman (1993), autora de la novela Mapas terminales (Marciana), donde una joven da a luz a un ser monstruoso con el que se comunica a través de pantallas. Heredera de una tradición que subsume la ciencia ficción con los programas de Cartoon Network y las fantasías de Disney, Grossman rechaza las categorías de mercado. No obstante, admite que los que crecieron con Internet construyen su identidad (no solo literaria) en las redes sociales. "Ahora, nuestra experiencia está atravesada por esos consumos y en un punto el desafío de la literatura y el de todo arte es redefinirse en los términos materiales que le tocan".
"Veo mucha diversidad -dice Tamara Tenenbaum (1989), docente, periodista y escritora-. Las generalizaciones del estilo 'todos los jóvenes hacen literatura del yo o escriben en un estilo coloquial ' solo pueden venir de la ignorancia. Quizás la variedad es una tendencia, animarse a salir de cierto aire de época". Tenenbaum, autora del libro de poemas Reconocimiento de terreno (Pánico el Pánico) y ganadora del premio Ficciones del Ministerio de Cultura de la Nación con un volumen de cuentos aún inédito, es además una de las editoras del sello Rosa Iceberg, que ya publicó títulos de Gabriela Bejerman, Marina Yuszczuk y Cecilia Fanti. Pronto saldrá una novela breve de Romina Zanelatto, Entre dos ríos. Aunque a Tenenbaum le interesa la literatura de lo pequeño, indica que ve a muchos escritores haciendo otras cosas. "Fantástico, ciencia ficción, universos más ambiciosos", dice.
Una representante de esa ambición literaria es Lucila Grossman (1993), autora de la novela Mapas terminales (Marciana), donde una joven da a luz a un ser monstruoso con el que se comunica a través de pantallas. Heredera de una tradición que subsume la ciencia ficción con los programas de Cartoon Network y las fantasías de Disney, Grossman rechaza las categorías de mercado. No obstante, admite que los que crecieron con Internet construyen su identidad (no solo literaria) en las redes sociales. "Ahora, nuestra experiencia está atravesada por esos consumos y en un punto el desafío de la literatura y el de todo arte es redefinirse en los términos materiales que le tocan".
La autora, que cursa la carrera de Letras, escribe una nueva novela, una serie televisiva y "poemas malos", agrega. Coincide con Tenenbaum en que la variedad es la principal característica de la escritura contemporánea y observa que la circulación de textos literarios en redes es otra práctica millennial. "Pero me hace ruido ver una foto de un texto en Instagram después de otra de ravioles o zorritos", comenta.
Cero Gaus (Notanpuan) es la flamante novela de Denis Fernández (1986), que el 31 se presenta en el bar de la librería Notanpuan (en San Isidro, a las 18.30). En ella, un hombre lleva a su casa una planta carnívora; de ahí en adelante, se desencadenan experimentos genéticos a cargo de una vidente, antepasados regresan de la muerte y un demoníaco vendedor ambulante acosa al protagonista. Además de narrador, Fernández es, junto con Charly Cross y Joaquín Burgariotti, editor de Marciana. "Queremos mostrar voces nuevas de la literatura latinoamericana -dice-. Buscamos textos que propongan una estética definida". Además de la novela de Grossman, ya publicaron libros de la ascendente Inés Acevedo, Bob Chow y Mariano Favier. "Nuestros libros juegan con la ciencia ficción desde distintos puntos de vista y estilos, pero el objetivo es que pongan en cuestión el extrañamiento de la realidad, que no sean descriptivos de lo que vemos, sino que busquen modificarla". Otro propósito millennial.
En 2018, Bernabé De Vinsenci (1993) publicará varios libros de relatos breves. Esa forma verbal facilita la circulación en redes sociales. "Ahora salió Hígado, una antología, y pronto saldrá Velando por los esquizofrénicos, relatos breves también". Muchas son narraciones que parten de hechos autobiográficos y que suelen alcanzar cotas delirantes. " De Vinsenci avizora en los autores inéditos o poco conocidos lo más prometedor de la literatura joven. "La marca de muchos escritores de mi generación es retomar formas que aparentemente han perdido vigencia", asegura.
Posibilidades de la imaginación
Cero Gaus (Notanpuan) es la flamante novela de Denis Fernández (1986), que el 31 se presenta en el bar de la librería Notanpuan (en San Isidro, a las 18.30). En ella, un hombre lleva a su casa una planta carnívora; de ahí en adelante, se desencadenan experimentos genéticos a cargo de una vidente, antepasados regresan de la muerte y un demoníaco vendedor ambulante acosa al protagonista. Además de narrador, Fernández es, junto con Charly Cross y Joaquín Burgariotti, editor de Marciana. "Queremos mostrar voces nuevas de la literatura latinoamericana -dice-. Buscamos textos que propongan una estética definida". Además de la novela de Grossman, ya publicaron libros de la ascendente Inés Acevedo, Bob Chow y Mariano Favier. "Nuestros libros juegan con la ciencia ficción desde distintos puntos de vista y estilos, pero el objetivo es que pongan en cuestión el extrañamiento de la realidad, que no sean descriptivos de lo que vemos, sino que busquen modificarla". Otro propósito millennial.
En 2018, Bernabé De Vinsenci (1993) publicará varios libros de relatos breves. Esa forma verbal facilita la circulación en redes sociales. "Ahora salió Hígado, una antología, y pronto saldrá Velando por los esquizofrénicos, relatos breves también". Muchas son narraciones que parten de hechos autobiográficos y que suelen alcanzar cotas delirantes. " De Vinsenci avizora en los autores inéditos o poco conocidos lo más prometedor de la literatura joven. "La marca de muchos escritores de mi generación es retomar formas que aparentemente han perdido vigencia", asegura.
Posibilidades de la imaginación
La poesía argentina no descansa. Luciana Reif (1990) ganó en 2017 el premio Loewe a la Creación Joven por Un hogar fuera de mí, donde se advierte otro indudable rasgo millennial: el activismo feminista. Gustavo Yuste (1992), licenciado en Comunicación, escritor y periodista, edita la recomendable revista digital La Primera Piedra y ya publicó tres libros de poesía; el último es Las canciones de los boliches (Santos Locos). "Hace poco me enteré de que era millennial -bromea-. Más allá de los modismos de nuestra época, la brevedad y la búsqueda del impacto en espacios reducidos pueden ser dos características actuales". A Yuste le gustaría pensar que los escritores millennials poseen la capacidad de absorber y reelaborar lo que otras generaciones hicieron, en vez de ir en contra de pautas. "No creo que sea el camino más productivo, así que no lo transito".
Además de la presencia de la primera persona en varios libros de poemas, el joven autor destaca que otros textos apuntan a la lectura en público. "La antología Van llegando(Mansalva) de la Bienal Arte Joven de Buenos Aires sirve como una clara muestra de la variedad de temáticas y recursos que los escritores jóvenes usamos hoy en día", dice. Este año Yuste publicará Lo que uso y no recomiendo en Modesto Rimba.
Poeta, editor y periodista, Juan Rapacioli (1987) publicó en 2017 un notable libro de poemas, Vidrio (Buenos Aires Poetry). En 2015, había dado a conocer Dispersión, por el mismo sello. A Rapacioli también le interesa la inclusión de elementos de la tradición para configurar una voz propia. "Esa es la búsqueda -afirma-. Poder dar cuenta del presente sin perder de vista la atemporalidad de la literatura". Según Rapacioli, muchos autores de su generación ponen "la obra al servicio del yo", y no al revés. "Eso suele dar resultados pobres porque los recursos literarios se circunscriben solamente al mundo del autor", indica. Trabaja ahora en su primera novela. "Espero terminarla pronto. Me interesa pensar la ficción, ya sea en poesía o en narrativa, como una herramienta para trastocar la experiencia e incluir las inmensas posibilidades de la imaginación".
Otros dos nuevos poetas que merecen conocerse son la santafesina Mariana Maggi (1988) y el salteño Santiago Hernández Aparicio (1990). "Más que generaciones sucediéndose unas a otras, veo distintos estratos temporales conviviendo en un presente, de modo tal que una misma franja etaria (la de poetas menores de 30) despliega varios lineamientos estéticos -dice Hernández Aparicio-. Noto un marcado carácter intempestivo en las poéticas". Para el autor de Sermón del tiempo, los caminos de la generación millennial se alejan del realismo poético para adentrarse en la abstracción, la ironía y la alusión mitológica.
Maggi, autora del fascinante Toda belleza amante que colapsa, percibe en la poesía actual "un ritmo de lo viviente que amenaza con interrumpirse". Para la escritora y docente, si bien toda poesía sostiene una comunidad posible, en su caso y en el de otros esa comunidad no constituye un colectivo social e históricamente definido. "Se trata de esbozos, trazos, siluetas entrevistas. La comunidad es algo del orden del presentimiento, un sueño ambiguo del que quedan incógnitas y algunas huellas", acota. Bibliotecas virtuales, lecturas de infancia, experiencias que se comprenden luego de vividas, nuevas tradiciones y deseos de cambiar (y mejorar) el mundo crean esa comunidad millennial que es, al mismo tiempo, una incógnita y una promesa.
D. G.
Maggi, autora del fascinante Toda belleza amante que colapsa, percibe en la poesía actual "un ritmo de lo viviente que amenaza con interrumpirse". Para la escritora y docente, si bien toda poesía sostiene una comunidad posible, en su caso y en el de otros esa comunidad no constituye un colectivo social e históricamente definido. "Se trata de esbozos, trazos, siluetas entrevistas. La comunidad es algo del orden del presentimiento, un sueño ambiguo del que quedan incógnitas y algunas huellas", acota. Bibliotecas virtuales, lecturas de infancia, experiencias que se comprenden luego de vividas, nuevas tradiciones y deseos de cambiar (y mejorar) el mundo crean esa comunidad millennial que es, al mismo tiempo, una incógnita y una promesa.
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