Un artículo de Alejandro Borensztein analiza la actualidad política argentina usando como ejemplo la gestión histórica de Winston Churchill durante la Segunda Guerra Mundial.
Según declaró a la revista The Economist el profesor Peter Temin del MIT, “EEUU se está pareciendo cada vez más a la Argentina”. Aclaremos rápidamente que esto no quiere decir que la Argentina se está pareciendo cada vez más a EEUU. Suena a que es lo mismo, pero no lo es. Guarden la sidra.
El mundo se enreda en asuntos tales como los espías rusos envenenados por Putin en Inglaterra, el despido violento del Secretario de Estado norteamericano, la insólita cumbre entre Trump y el coreano quemaprimos, la habilitación al presidente chino Xi Jinping para mantenerse en el poder de por vida, los guerra comercial entre Trump y la Comunidad Europea, entre otras menudencias.
Por suerte, nosotros no perdemos el tiempo en pavadas como esas y ponemos el foco en los dos temas fundamentales que los argentinos enfrentamos, y sobre los que nos pasamos el día debatiendo: 1. La estrategia de Cambiemos para la reelección de Macri… dentro de 18 meses.
2. La estrategia del peronismo para acordar algo, sacarse de encima a la que le hace bullying a Parrilli y tener un candidato presidencial competitivo… dentro de 18 meses.
¿Hay problemitas para resolver en el camino de acá a octubre de 2019? Y sí, siempre hay cosas para resolver, pero son menores: déficit fiscal, inflación, pobreza, infraestructura, tratamiento de nuevas leyes en el Congreso y tantos otros asuntos que en realidad no son importantes porque son temas que se arreglan con plata. Y todo lo que se arregla con plata es barato.
Más allá de estas cuestiones ¿Cuál es entonces el conflicto de fondo que enfrenta el peronismo y cuál el de Cambiemos?
Contrariamente a lo que mucha gente cree, el principal problema del peronismo no es ni Cristina, ni el kirchnerismo, ni las diferencias entre gobernadores, sindicalistas e intendentes, ni nada de eso. Si así fuera, sería simple de resolver. También esto se arregla con plata.
El verdadero problema del peronismo es que tiene que convencer a los bonaerenses de que el desastre en el que viven no tiene nada que ver con que gobernaron la provincia durante 28 años consecutivos. Una mochila, a esta altura de la historia, imposible de descargar. Y son muchos millones de votos.
Curiosamente, este asunto de los 28 años también se podría resolver con plata si no fuera que, justamente, lo que el peronismo ya no tiene más es plata. O sea la caja. La tuvieron y la desaprovecharon. Ahora la tiene toda toda toda Mariú. Y para colmo la está despilfarrando en calles, cloacas, agua, luz, etc. Andá a sacársela.
Por su parte, el problema de Cambiemos es que no queda claro si los argentinos estamos tan dispuestos a hacer lo que se supone que hay que hacer para que realmente “Cambiemos”. En este caso es un tema cultural que no se arregla con guita.
Curiosamente, los sectores que mejor se bancan el temporal son los sectores de menores recursos y los que más se quejan son los sectores medios y altos. Ni hablar de los empresarios que habitualmente quieren la chancha y los veinte, si es posible los veinte con cláusula gatillo.
Cuando no es el fútbol, es la historia la que todo lo enseña. Veamos.
En mayo de 1940 casi toda Europa, Francia incluida, había caído en manos de Hitler y medio millón de soldados ingleses quedaron varados en las playas francesas de Dunkerque a merced del fuego nazi e imposibilitados de ser rescatados por la Armada Británica. El que no tenga ganas de leer la historia puede ir a ver la película. Está buena.
En la desesperación, el Parlamento inglés designó como Primer Ministro a un señor de aspecto algo desprolijo, medio alcohólico y cascarrabias: Winston Churchill.
Dos años antes, en 1938 Churchill se había opuesto furiosamente al acuerdo que el entonces primer ministro Chamberlain y los franceses habían firmado con Hitler aceptando la anexión de los Sudetes en Checoslovaquia por parte de los nazis a cambio de que estos no se metieran con Inglaterra y Francia.
La frase de Churchill contra la dirigencia inglesa que firmó aquel Acuerdo de Munich pasó a la historia: “Tuvieron que optar entre el deshonor y la guerra. Eligieron el deshonor, van a tener la guerra”.
Muy poético el tipo, aunque para frase prefiero la de Felipe Solá cuando esta semana, refiriéndose al kirchnerismo, dijo: “Los del club del helicóptero son unos pelotudos importantes”. Menos shakesperana, pero para esta columna garpa más.
Volviendo al tema, dos años después y con los soldados ingleses rodeados en Dunkerque, los mismos políticos que apoyaron aquel acuerdo, le reclamaban a Churchill que firmara un nuevo acuerdo de paz con Hitler para proteger al Reino Unido y rescatar a los soldados de las playas francesas.
Churchill, con el apoyo del Rey Jorge VI, se opuso tenazmente bajo el argumento de que no había acuerdo posible con Hitler, llamó a defender las Islas Británicas hasta las últimas consecuencias y pergeñó un increíble operativo de rescate: convocó a todos los civiles con embarcaciones propias para cruzar el Canal de la Mancha, llegar hasta las playa de Dunkerque y traer a los soldados.
En botecitos, gomones, lanchas, barcos de pesca y veleritos, la clase media y alta británica rescató… ¡338.226 soldados!
Ahora imaginemos por un momento que Macri (que obviamente no es Churchill), apoyado por Angelici (al que no podemos comparar ni con las pantuflas del Rey Jorge VI) le pidiera a toda la clase media y alta argentina que crucen el Río de la Plata con sus yates, sus veleros, sus lanchitas, sus gomones o sus tablas de windsurf para rescatar a soldados argentinos asediados, por ejemplo, por fuerza brasucas que pudieran haber invadido el Uruguay en represalia por la derrota en la histórica final del Mundial de 1950, aquel inolvidable Maracanazo.
Por supuesto, esto dicho con todo respeto por los brasileños que tampoco tienen nada que ver con los nazis. De hecho, la última vez que se metieron con los alemanes perdieron 7 a 1 en el Maracaná. Una pena.
¿Iría nuestra clase acomodada en sus embarcaciones a rescatar a nuestros compatriotas a riesgo de ser hundidos por el fuego brasileño? Pregunta inquietante de respuesta incierta.
En el medio de la pelea con los industriales, el presidente de la UIA se quejó por los aumentos de luz y gas y explicó que están obligados a trasladarlo a los precios. Faltó que dijera “no van a pretender que resignemos ganancias”.
Sin embargo, grandes cambios requieren grandes gestos. Cuatro inútiles solos en el Casa Rosada, sean peronistas o de Cambiemos, no van a transformar la Argentina.
Obviamente, hay muchos empresarios que le ponen garra, apuestan y van para adelante. Desde Mercado Libre a Techint pasando por el Grupo dueño de esta casa, IRSA y tantos más.
Pero también hay muchos de los que se pasan la vida quejándose por el costo argentino cuando el mayor costo que tienen es el sueldo del dueño de la empresa. Más de uno debe pensar “no van a pretender que venda el barco que tengo amarrado en Punta del Este para pagarle el sueldo a esos vagos que laburan para mí”.
En fin, creo que si Churchill hubiera dependido de los dueños de nuestros botecitos, hoy la Reina de Inglaterra sería Eva Braun.
LEÍDO POR JORGE FERNÁNDEZ DÍAZ
Un dato final: En cuánto terminó la guerra, después de haber defendido al Reino Unido, derrotado a Hitler, salvado a todo el sistema democrático occidental y haberse transformado en la que creo fue la figura política más trascendente del siglo XX, Churchill se presentó en las elecciones de 1945… ¡y perdió!!
Ningún pueblo es perfecto.
Un dato final: En cuánto terminó la guerra, después de haber defendido al Reino Unido, derrotado a Hitler, salvado a todo el sistema democrático occidental y haberse transformado en la que creo fue la figura política más trascendente del siglo XX, Churchill se presentó en las elecciones de 1945… ¡y perdió!!
Ningún pueblo es perfecto.
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