jueves, 31 de mayo de 2018

LA PÁGINA DEL MORDAZ


UNA CURIOSA GALERÍA DE ARTE
Entre los atractivos y fascinantes lugares que ofrece la ciudad de Londres, se encuentra algo escondido y poco frecuentado por el turista, la National Portrait Gallery, una curiosidad única dentro de las exhibiciones artísticas de Europa, y quizás del mundo.
La colección que posee casi 200.000 cuadros, hace que un día, ni siquiera una semana, sea suficiente para indagarlos con detalle. Está casi exclusivamente dedicada a retratos, y en menor número a fotografías, caricaturas y esculturas de personas que trascendieron en la historia de Inglaterra.
Obviamente no faltan los autorretratos de William Hogarth, Joshua Reynolds y Thomas Gainsborough, por citar solo los más conocidos. Rembrandt con sus numerosos autorretratos no logró figurar, sencillamente porque no es inglés.

La National Portrait Gallery
Ocupando gran parte de la exhibición se encuentra la larga lista de monarcas, empezando por Enrique VIII, sus esposas tanto las enteras como las descabezadas y la mayor parte de la nobleza. Pero también hay escritores, inventores, científicos, destacados militares, políticos y no faltan quienes alcanzaron el más alto cargo del Almirantazgo, porque al fin y al cabo durante varios siglos Inglaterra fue la Reina de los mares.

Una sala correspondiente a personajes de los siglos XV y XVI
El nacimiento de esta galería no fue fácil, pero contó con un individuo entusiasta que insistió con el proyecto hasta hacerlo realidad. Como es de imaginar se trataba de un personaje de la nobleza, el conde Philip Henry Stanhope, quien al ser miembro del Parlamento expuso sus argumentos en la Cámara de los Comunes en 1846.
Su propuesta no tuvo eco, pero el hombre era empecinado y lo volvió a intentar en 1852 y en 1856 y en esta última ocasión lanzó un encendido discurso diciendo: “el propósito es crear una galería de retratos originales que abarque a la mayor cantidad de las personas con más honores en la historia británica, ya sean guerreros, estadistas, artistas, escritores o científicos”.
Su arenga tuvo éxito y la Reina Victoria no solo dio su consentimiento sino que aportó de su bolsillo 2000 libras. Se inauguró en Westminster en 1859 y la idea era que el personaje retratado debía tener como mínimo diez años de enterrado. Con el correr del tiempo, el recinto ya no podía contener tantos retratos y a medida que se fueron incorporando nuevos personajes, los cuadros sufrieron sucesivos traslados hasta quedar ubicados en su lugar actual, el sitio que por sus características es el más adecuado para esta exhibición: Trafalgar Square, donde el almirante Horacio Nelson la contempla satisfecho desde su estilizado monumento.

Almirante Horacio Nelson
En 1969, se relajó el criterio de los 10 años y hasta se aceptaron personajes vivientes que por el aporte realizado al Imperio, o lo que de él queda, merecen figurar entre los grandes. De esta manera, atravesaron la gigantesca puerta de la National Portrait Gallery para unirse al podio de los inmortales, Diana la Princesa de Wales, más conocida como lady Dy, los Beatles, J.K. Rowling, la autora de Harry Potter, los Rolling Stones y los últimos premios Nobel que adquirió la ciencia inglesa. Si vivieran, muchos nobles fruncirían el ceño en desaprobación ante esta avalancha de advenedizos que como un torbellino los está relegando al olvido.

Lady Di
La calidad de los retratos es lo que menos importa en esa galería, y mezclados como la biblia junto al calefón, se encuentran obras de arte de los grandes pintores ingleses que retrataron a nobles que pagaron fortunas para ingresar a la posteridad, junto con cuadros de autores desconocidos. Lo que siempre se privilegia son los méritos y hazañas del retratado antes que la calidad del retratista.

J.K. Rowling
La National Portrait Gallery es tan fascinante como agotadora, por la ausencia de diversidad, ya que la temática es una sola, rostros o personajes de cuerpo entero que se suceden a lo largo de las galerías, pero si uno llegó hasta el hartazgo, le sugiero que vaya a la azotea donde se encuentra uno de los mejores restaurantes de Londres.
La galería plebeya
Hace poco la galería realizó una muestra revolucionaria llamadaBelow Stairs, que muestra una nueva evidencia de la capacidad creativa de los ingleses. Consta de 400 obras que se refieren exclusivamente a retratos que nada tienen que ver con el boato que rodea a los de la National Portrait Gallery. Se trata del personal de servicio de castillos, palacios y grandes mansiones de Inglaterra.
Algunos se preguntarán la razón de semejante exhibición. La respuesta es muy sencilla, para los ingleses el personal de servicio es una institución tan importante como el té de la cinco de la tarde o beber el mejor whiskey escocés. Esto se percibe en la literatura, en las obras de Jane Austen, Charlotte Bronte y Charles Dickens, en el teatro de Oscar Wilde y todas ellas llevadas reiteradamente al cine. La complejidad del servicio doméstico es de tal magnitud que la mejor forma de entenderlo es viendo la serie Downton Abbey.
Existe un escalafón que se respeta rigurosamente, donde el mayordomo es la máxima autoridad en la escala jerárquica. Su inglés es perfecto y de él depende todo el resto del personal, excepto el ama de llaves que goza de cierta independencia.
En sucesivos escalones descendentes se encuentran los ayudas de cámara de los dueños de la mansión, las doncellas personales de sus esposas e hijos, el cocinero y sus ayudantes, el cuidador de los establos y hasta el halconero y el cuidador de faisanes. Saltar de un escalón a otro no era imposible pero sí muy difícil. Todos vestían frac y debían lucir impecables y tanto el ayuda de cámara como las doncellas personales, no sentían menoscabo alguno en vestir y desvestir a sus amos y hasta sugerirles, la ropa, el collar y los aros que lucieron cada día.
Cuanto más alto es el rango del dueño de casa, más orgullosos se sienten los miembros de la servidumbre de pertenecer a tan poderoso señor y cuando éste regresa de un viaje que le produjo una ausencia prolongada, todo el personal de servicio forma una doble fila, conservando siempre el orden jerárquico, para recibirlo en la entrada de la mansión. La misma ceremonia se repite ante la visita de un personaje distinguido.
Quienes figuran en esta galería no ostentan medallas ni condecoraciones, no hay altanería ni arrogancia en sus miradas y justamente por eso son rostros que miran con espontánea naturalidad al observador. Algunos de ellos trabajaron para grandes personajes como la Reina Victoria y el Almirante Nelson, otros fueron adquiriendo posiciones con gran esfuerzo y habilidad y no pocos lograron establecerse como miembros de la sociedad.
En general, la calidad de las pinturas es mediocre. Las obras están realizadas por aprendices o artistas desconocidos de segunda categoría. Se desconoce el nombre de muchos de ellos o están identificados en las historias de las casas donde barrieron y donde transportaron, subiendo y bajando escaleras, bandejas de plata en sus manos enguantadas de blanco.
Sin embargo es preciso señalar una honrosa excepción. Se trata de William Hogarth quien pintó los rostros de sus seis criados, haciéndolos posar uno por vez y adjudicándoles un lugar en el lienzo. Cada uno con su propia individualidad, su apariencia natural y sus vestimentas cotidianas de trabajo.

William Hogarth. Seis estudios de cabezas (los sirvientes del pintor)
Se nota que ha tratado cada rostro con cariño, lo cual es coherente con las fuentes contemporáneas al autor, que señalan que sus criados le tenían una gran devoción. No se relacionan entre ellos, sino que son poco más que cabezas apiñadas en un pequeño espacio. Cada uno mira en una dirección distinta, sin revelar nada sobre sí mismos.

Rodrigo Fresan. Amos y criados. Suplemento RADAR de Página 12, 18/01/2004
National Portrait Gallery, London, Wikipedia.https://en.wikipedia.org/wiki/National_Portrait_Gallery,_London
Below Stairs. National Portrait Gallery. London.http://www.npg.org.uk/business/publications/below-stairs.php

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