domingo, 11 de agosto de 2019

NARDA LEPES CON MUCHO CRITERIO


Gauchos vs. veganos: la carne en el centro de debate

Narda Lepes 
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A lo largo de la historia, el consumo animal por parte del hombre estuvo relacionado con la oportunidad y la celebración: desde los jabalíes de Asterix y Obelix, hasta el asado de bienvenida, los corderos en Eid Al-Adha, las carneadas de invierno o el pavo de Navidad, son algunos ejemplos.
En todos esos casos, la cultura y la tradición fueron y son una parte fundamental del consumo. Quizás por eso los eventos de la Rural fueron para muchos confusos, sobre todo para los mismos protagonistas. Los gauchos sintieron atacada su cultura y su identidad, y confundieron a los veganos con activistas de Greenpeace porque no entienden que alguien pueda vivir sin consumir animales de ninguna forma.
Por su parte, los veganos que irrumpieron en la Rural eran muy jóvenes. Chicos que viendo el mundo hoy, no entienden cómo alguien puede vivir plenamente de la muerte de animales. Y es lógico, porque ellos vieron los videos truculentos de los frigoríficos, vieron a lo que se llegó con el fin de optimizar la producción, pero nunca vivieron el mundo en el que el hambre hizo del sacrificio del animal un ritual. Ese mundo donde no se tiraba nada, donde se comía lo que había. Eso, hoy, está casi extinto: actualmente el hambre es por mala distribucion, es político. Comida hay, lo que sucede es que tiramos el 43% de los vegetales y el 32% de lo animal.
¿A qué nos lleva todo esto? A tomar conciencia de que, en la actualidad, la carne es un alimento (demasiado) accessible y abundante, no hay que gastar más que plata para conseguirla. Digo: la mayoría de nosotros no tiene que criar a las vacas, no tiene que sacrificarlas, no tiene que verlas o escucharlas morir. Tampoco tenemos que correr o cazar a los animales que comemos. Hoy es todo más simple: llamás y te traen la carne cocida; bajás y la comprás fileteada. ¿La consecuencia? Comemos demasiada carne y eso nos lleva a grandes problemas de salud, tanto en adultos como en niños.
El camino a seguir
El punto es simple: tenemos que comer menos carne. Todo el mundo, por el bien de todo y de todos, tiene que comer menos carne. Es evidente que eso no va a salvar el mundo, pero sí puede a generar un impacto positivo en nosotros, en la tierra, en el clima... El que niega, no quiere ver.
Un poco de números: globalmente, el consumo de carne se duplicó en los ultimos 50 años; pasó de 23kg anuales a 43kg anuales, en promedio (5kg en India y 116kg en Australia).
Por otro lado, la cría de ganado y su alimento ocupan el 80% de la tierra cultivable del mundo. En 20 años esto va a ser un problema grave, especialmente en Latinoamérica, teniendo en cuenta que para un kilo de vegetales se necesitan, promedio, 320 litros de agua, de pollo 4300 litros, de cerdo 5980, y de bovino 15.400. No es novedad que el agua es un recurso cada vez más preciado. pero el 70% de del agua hoy se está usando en agricultura y ganadería. Estas últimas representan una gran sección de la economía (25%), pero no tanto como hace siete siglos, cuando el 75% de la poblacion mundial se dedicaba a ello. Es un sistema cada vez más eficiente, más rentable y más rápido, pero también más concentrado. No hay más gente trabajando, hay mucha menos: todo está más automatizado y con más tecnología. Mientras tanto, las tres compañías mas grandes del mundo de granjas intesivas de animales generaron en 2016 la misma emisión de gases que todo Francia.
El tema es que aunque la información del impacto ambiental, económico, social y de salud está, las implicancias políticas de cambiar los sistemas de producción o imponer impuestos al sector son complicadas porque de la ganadería viven hoy 1.3 billones de personas. En conclusión, nadie sabe por dónde empezar, y por eso mismo hay que bajar el consumo.
Ahora bien; la presión para el cambio hacia un sistema de producción mas lógico tiene que venir de los propios consumidores. Si, como a muchos, te gusta el sabor de la carne y disfrutás de ciertos aspectos culturales de su consumo, vas a tener que, con información (y no solo de fuentes que te dan la razón), analizar cuánto valen los beneficios versus los costos. Podés ubicarte en el lugar del que no le importa nada porque "si no como carne siento que no comí", o podés comer carne una vez al año, o 4 veces al mes, o comer porciones más chicas, o finalmente, si querés, podés volverte vegetariano o vegano. Cada respuesta será diferente, pero lo importante es que estés conciente, que no sea una respuesta ignorante, de alguien que come con una venda en los ojos.
En mi caso, yo como mucha menos carne que hace diez años; cada vez menos. Los motivos que esgrimo son los enumerados arriba (el planeta no lo resiste, los sistemas de producción y la salud). Así que cuando la como trato de saber, mínimo, cómo y dónde fue criada la vaca. Acuérdense: la informacion es poder, y la información es uno.

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