viernes, 2 de agosto de 2019

OBRA DE TEATRO Y LA HISTORIA DE FELICITAS GUERRERO


Felicitas o las niñas mudas: historia de una de las primeras víctimas de femicidio

Libro: Adriana Tursi / Intérprete: Silvina Muzzanti / Música: Sergio Vainikoff / Luces y espacio escénico: Giorgio Zamboni / Vestuario:Paula Molina / Dirección: Laura D'Anna / Sala: Pan y Arte, Boedo 876 /Funciones: sábados, a las 22.30 / Duración: 50 minutos
Históricamente, un crimen pasional hacía referencia, en el habla popular, a un delito en el que el perpetrador cometía un ataque o asesinato contra la mujer, a causa de una repentina alteración de la conciencia, causada por sentimientos como los celos, la ira o el desengaño, y no era, por lo tanto, un crimen premeditado. No obstante, era una idea que fue rebatida en razón de que el concepto intentaba morigerar la pena e, incluso, responsabilizar a la víctima en casos de violencia de género.
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Buscar en la historia argentina a estas víctimas sería una tarea interminable y no registrada en los fueros judiciales. Sí se puede rescatar la figura de
Felicitas Guerrero de Álzaga (1846-1872), considerada oficialmente una de las primerasvíctimas de femicidio. La joven Felicitas, de 17 años, en 1862, fue obligada por sus padres a contraer un matrimonio por conveniencia con Martín Gregorio de Álzaga, un acaudalado hombre de la alta sociedad que contaba entonces con 50 años de edad. Dicen que ella se resistió a la imposición familiar, pero su voz no fue escuchada por las obligaciones sociales de la época. Tuvieron dos hijos: uno murió a los seis años, durante la epidemia de fiebre amarilla, y el otro nació sin vida.
A los 26 años quedó viuda y acaudalada. Los pretendientes la asediaban por su belleza y fortuna, pero ella se enamoró de Samuel Pedro Sáenz Valiente, descendiente de familia patricia. Otro de sus enamorados, Martín Ocampo, no soportó ser relegado. Se presentó en la casa de la joven y, después de una fuerte discusión, le disparó un tiro. El asesino se suicidó, o le dispararon en ese momento y murió. Ella falleció pocos días después, el 30 de enero de 1872.
Esta es la historia que rescata Adriana Tursi para llevar a escena, y lo hace bajo la dirección de Laura D'Anna, que apunta con mano segura a revelar este drama con el único protagonismo de Silvina Muzzanti, potente, convincente y emotiva, apuntando al valor de la palabra para recrear la historia, cuidando los tiempos y el espacio.
La puesta, con pocos elementos en escena, apenas varios metros de tul que, dispersos en el espacio bien diseñado, se transforman inteligentemente en objetos imaginarios que sirven para ilustrar la escena. La música es otro componente de gran valía por los valores dramáticos que subrayan las acciones.
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Una mansión demolida y el mito de un fantasma
Los destinos pensados para la quinta de Felicitas no funcionaron
La historia oficial ubica el crimen de Felicitas Guerrero en la quinta de Barracas en la que vivía, heredada de su marido fallecido Martín de Álzaga, miembro de una de las familias más tradicionales de Buenos Aires. La propiedad se desarrollaba sobre la entonces Calle Larga, actual avenida Montes de Oca, el camino que llevaba al viejo puente sobre el Riachuelo, hoy llamado Pueyrredón. Su edificio principal era un casco de estancia, una espléndida mansión, representante destacada de las quintas señoriales que florecieron en Barracas a fines del siglo XIX.
Poco se conoce del devenir de la quinta en las siguientes décadas. "Las crónicas de la época señalan que en 1908, la Municipalidad de Buenos Aires habría comprado la casaquinta para instalar allí la Subintendencia Municipal de Barracas, que no funcionó, y luego un depósito que tampoco funcionó, hecho que se llegó a atribuir al fantasma de Felicitas que rondaba por la zona", señala 
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Ellen Hendi, coordinadora del Museo Santa Felicitas, en Pinzón 1480, que comparte su espacio con el colegio Instituto Santa Felicitas de San Vicente de Paul, y que ofrece visitas guiadas los últimos sábados y domingos de cada mes.Imagen relacionada
En la década del 30, la intendencia decidió demoler totalmente la mansión para abrir la Plaza Colombia e instalar en su centro un monumento, hoy desaparecido. Ni un solo resto de la Quinta Álzaga llegó hasta el presente, solo su iglesia vecina. Nada quedó de semejante mansión levantada en el centro de la plaza más céntrica, valiosa y cotizada del barrio, una demolición que se inscribió en el contexto de la apertura de calles y la construcción de parques y paseos públicos.
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"Sin embargo, a partir de la desaparición de la casa, dicen que cada 30 de enero, el día de 1872 en el que murió Felicitas Guerrero, aparece en los jardines junto a la iglesia una dama de blanco, el fantasma de la mujer aristocrática, que camina por los techos y hasta provoca que las campanas suenen solas. El mito de Felicitas nunca desaparecerá", recuerda Hendi.
V. M. 

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