Contra el desorden. Rutinas para no sucumbir en el encierro
Los expertos recomiendan establecer ciertos horarios para organizar las tareas familiares a medida que avanza el tiempo de aislamiento y tratar de respetarlos; la tolerancia, otra clave
Las obligaciones se intercalan con momentos de recreación
Lunes, 12.45. Yanina todavía está en pijama. No tendió las camas y, mientras le prepara el café con leche a su hijo mayor y se da cuenta de que la hora del desayuno desplaza a la del almuerzo cada día un poquito más, conversa con su marido sobre la necesidad de retomar algunas de las rutinas que existían en la “vida anterior”, esa que tenían antes de que las clases se suspendieran –el lunes de la semana pasada– y de que el gobierno nacional decretara el aislamiento social, obligatorio y preventivo por la epidemia de coronavirus.
“La más chiquita quiere dibujar todo el día y el más grande está enojado. Joaco es muy activo y le falta gastar energía, entonces llega la noche y está desvelado. O se despierta de madrugada y se pone a leer, y entonces al día siguiente nos levantamos retarde”, reconoce Yanina, que tiene 42 años, dos hijos, y trabaja como diseñadora gráfica, ahora en modo home office.
Y confiesa: “La verdad es que es difícil para nosotros establecer una rutina y ordenarnos con las actividades durante el día, pero el objetivo de esta semana, por lo menos, es mantener los horarios de las cuatro comidas”.
La cuarentena reconfiguró los horarios de sueño y de vigilia. Trastocó los hábitos a los que estábamos acostumbrados, y cuesta acomodarse a la cotidianeidad del encierro. “Nuestras formas de vincularnos mutaron y nuestras rutinas también. Especialmente en el caso de las familias con hijos pequeños, en las que de repente los hogares se convirtieron en aulas, gimnasios, clubes, escenarios o talleres”, señala el psicólogo Martín Lucini.
Para el especialista, este aislamiento repentino convirtió a todos en participantes de un Gran Hermano, que provoca en estos días un interrogante entre muchos padres. ¿Es conveniente dar forma a ciertas rutinas para no sucumbir ante el caos, el desorden y la desorganización de nuestros hogares? ¿O nos entregamos a que fluya la espontaneidad y el libre albedrío?
“Mi veredicto es que sí a las rutinas, pero atendiendo muy bien al cómo, y observando día a día el clima familiar. No se trata de un dilema de opuestos antagónicos sino de una situación en la que ambas opciones conviven como complementarias. No hay una fórmula rígida y absoluta para atender un fenómeno, sino que cada fenómeno irá haciendo contacto con su necesidad y diseñando creativamente su propia forma de atenderla. Es un momento de estrés y ansiedad que nos exige asimilación y adaptación a una situación que no solo no hemos elegido, sino que además impone inmediatez sin gradualismo”, reflexiona.
Arrancar un nuevo día
La psicóloga Susana Kuras Mauer, que por estos días comenzó a atender a sus pacientes a distancia, vía FaceTime, Zoom o Skype, reconoce que todos estamos frente a un nuevo aprendizaje y que los referentes de espacio y tiempo que nos ubicaban en nuestra realidad están alterados.
Después del primer fin de semana de cuarentena, para Kuras Mauer es clave devolverle al día semana un perfil con bordes más nítidos. “Sobre todo a los más pequeños, que necesitan los rituales de la cotidianeidad como organizadores psíquicos insoslayables. Esta segunda semana de aislamiento pide de los padres pautas algo más pulidas en las consignas a los pequeños. El equipo parental, en la medida de lo posible, tendrá que armar un organigrama más funcional. Sacarse el pijama y vestirse, desayunar y disponerse a empezar un día activo, aun sin agarrar las llaves y la cartera para salir”, opina la experta, que está de acuerdo con la intención de ordenar los espacios y las tareas, pero sin volverse demasiado exigente.
“Hay que cuidar el clima emocional. La convivencia. No derrochemos la buena disposición a cuidarnos porque no se llegó a cumplir a tiempo con la tarea o porque se le volcó la taza de té. Ya es demasiado lo que está subvertido por la cuarentena”, dice.
Karina y Walter tienen dos hijos, y trabajan en puestos gerenciales en distintas empresas. “Por nuestros trabajos los dos estamos mucho fuera de casa, y de un día para otro estamos todo el día juntos. De alguna manera, y más allá de la coyuntura de la pandemia, esta cuarentena se transformó en un momento de reunión familiar”, cuenta Karina, que confiesa que en su casa no hay una agenda establecida.
Pero sí rutinas. “Mi hijo Lorenzo y yo somos los que nos levantamos temprano. A mi hija y mi marido les gusta levantarse tarde. Entonces naturalmente formamos dos equipos: los de la mañana y los de la tarde. Lorenzo hace la tarea mientras yo trabajo a la mañana. Y el equipo de la tarde lo hace más bien a última hora. En cuestiones de limpieza y orden de la casa, tratamos de mantener lo que se hacía antes. Los lunes se cambiaban sábanas y toallas, así que ahora estoy en eso”, cuenta Karina, que confiesa que la exigencia con respecto a los horarios de uso de tecnología y dispositivos móviles se liberó por completo.
“Cada uno de mis hijos tiene una tablet. Y la verdad es que ahora no solamente la usan para jugar, sino que es el medio que utilizan para comunicarse con sus amigos”, relata Karina.
Las emociones y el encierro
Para Ileana Berman, psicóloga y especialista en crianza, la rutina es necesaria para la estructuración psíquica desde el inicio de la vida. “Ante una situación como esta, también es una gran herramienta para organizar a los chicos y bajar ansiedades. Un horario para levantarse, para estudiar, para comer, para poder hacer ejercicio físico, jugar, limpiar la casa. También es un buen momento para que los chicos puedan colaborar con las cosas de la casa. Hay muchas tareas que ellos pueden hacer”, sugiere Berman.
Y agrega: “Esta situación nos obliga a practicar la tolerancia más que ninguna otra. Dejar pasar algunas cosas en las que en otro momento seríamos inflexibles es clave para que la armonía familia fluya”.
Alejandra es abogada y mamá de tres varones. También es creadora de la cuenta de Instagram @Alelitips, en la que comparte contenidos sobre maternidad. A partir del día 3 de aislamiento armó una grilla con horarios que, admite, nunca pudo respetar a raja tabla. “A las 8.30, desayuno. A las 9.30, tarea. A las 11, esparcimiento sin tecnología. A las 12.30, almorzamos. A las 13.30, tarea otra vez. A las 15.30, juegos de mesa. A las 17, tecnología permitida. A las 19.30, preparamos la cena. A las 20, lavado de dientes. Y a las 21, a dormir”.
Efrón, que todos los días sube algún contenido con tips sobre “cómo sobrevivir a la cuarentena”, reconoce que después del fin de semana todo volvió a fojas cero. “El horario de las comidas es casi lo único con lo que podemos cumplir. Pero cada día que pasa hacemos un nuevo intento”, reconoce.
Yanina diseñadora diseñadora gráfica gráfica “es difícil para nosotros establecer una rutina y ordenarnos con las actividades durante el día, pero el objetivo de esta semana, por lo menos, es mantener los horarios de las cuatro comidas”
Karina gerenta “Formamos dos equipos: los de la mañana y los de la tarde. Lorenzo hace la tarea mientras yo trabajo a la mañana. Y el equipo de la tarde lo hace más bien a última hora. en cuestiones de limpieza de la casa, tratamos de mantener lo que se hacía antes. los lunes se cambiaban sábanas y toallas”
Martín Lucini psicólogo “sí a las rutinas, pero atendiendo muy bien al cómo y observando día a día el clima familiar. no hay una fórmula rígida”
Susana Kuras Mauer psicóloga “los más pequeños necesitan los rituales de la cotidianeidad como organizadores psíquicos insoslayables. el equipo parental tendrá que armar un organigrama”
S. V.
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