sábado, 4 de abril de 2020
AUTOR Y LECTURAS RECOMENDADAS,
Paolo Giordano y el vértigo del primer libro sobre el coronavirus
Fortalezas y debilidades de En tiempos de contagio, un e-book que integra la prosa del escritor con su formación científica
Marcela AyoraDesde la trinchera, Giordano escribió en tiempo récord
En lo que dura un otoño o una primavera, el Covid-19 fue capaz de generar cifras que no paran de modificarse . Es desde ese vértigo que el italiano Paolo Giordano escribió, en dos semanas, En tiempos de contagio (Salamandra), el primer libro sobre la pandemia que ayer se publicó en formato e-book en el mercado hispanohablante y que, a fin de mes, estará disponible también en audiolibro.
“Detener el contagio”, “Detener de verdad el contagio”, “Nadie es una isla” son títulos de algunos capítulos de este diario con tono confesional, que no revela nada muy lejano de lo que pudiera producir cualquiera que sintiera la necesidad de escribir desde una cuarentena. Pero, claro, la prosa es la de un escritor que tiene oficio, además de un plus inestimable en este caso: Giordano es licenciado en Física Teórica . Por eso, el libro está analizado desde el ojo de la ciencia y contado con la forma de la literatura. Aunque no es lo más alto de su obra, la fuerza aquí radica en la impronta de la trinchera.
Con media decena de títulos publicados y algunos premios importantes, el italiano, de 37 años, es matemático. Son precisamente los números los protagonistas a la hora de bajar a tierra los aspectos más duros de la geografía del virus. “Antes de ser emergencias médicas, las epidemias son emergencias matemáticas”, se lee, en relación con lo exponencial de los casos. En uno de sus últimos posteos en Instagram, el autor describió: “La matemática del contagio es simple. Tan simple como crucial. Ahora que hemos aprendido a lavarnos las manos adecuadamente, el segundo aspecto al que debemos dirigir el entrenamiento es las matemáticas”.
Nacido en Turín (1982), la ciudad de su colega Alessandro Baricco –el autor de Seda y La esposa joven vaticinó hace días, desde su casa en Italia, que “pasaremos los próximos 50 años así” y que “el planeta se está acabando”–, Paolo Giordano tenía 26 años cuando publicó su primera novela, La soledad de los números primos, por la que recibió el Premio Strega 2008 y fue traducida a más de cuarenta idiomas. Le siguieron El cuerpo humano y Como de la familia, que presentó en la Feria del Libro de Buenos Aires en 2016.
Puede parecer paradójico que la primera historia sobre el coronavirus en publicarse venga del país con mayor porcentaje de contagios. En relación con esto, hay momentos que el texto se detiene sobre las conductas sociales. El capítulo “Desear lo mejor”, empieza así: “Ayer fui a cenar con amigos. Es la última, me dije. En cuanto sobrepasemos los dos mil afectados empieza la cuarentena”. No besó a nadie. “Se quedaron perplejos. Por lo visto, la epidemia me ha afectado más de la cuenta”. Según Giordano, para el virus hay tres grupos: “los Susceptibles –los que todavía pueden contagiar–, los Infectados –los ya contagiados– y los Removidos, quienes no pueden contagiarse porque murieron o se curaron”.
Más allá de ocuparse de “la emergencia sanitaria más importante de nuestra época”, en la bitácora aparecen narraciones sobre la vida del escritor, que ya no es como se la conocía. “¿Cómo detener algo que crece cada vez más rápido?”, se pregunta luego. Y lo grafica, simplemente así: “Es como querer intentar arreglar una canilla sin cerrar la llave de paso. Primero, controlar que el agua no salpique a los ojos cuando se la arregla”. A esa etapa la llama “Fuerza”. Las siguientes fases son “Sacrificio” y “Paciencia”.
Imposible no asociar En tiempo de contagio con El amor en los tiempos del cólera. Aunque el libro de Giordano no es ficción ni hay una historia de un eros de pareja, sí hay un cuestionamiento sobre el amor colectivo, lo solidario, el sentido de la especie. El autor confiesa que no deja de pensar en un salmo : “Enséñanos de tal modo a contar nuestros días que traigamos al corazón sabiduría”. Y lo pasa en limpio: “Contar los días. Traer al corazón sabiduría. No permitir que tanto sufrimiento sea en vano”.
M. A.
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