domingo, 3 de mayo de 2020
EDITORIAL,
Los médicos, antes y después de los aplausos
Es necesario atender, cuidar y recomponer la situación de miles de profesionales que están entregando su saber y su vida para combatir los efectos de la pandemia
La pandemia puso en evidencia la crisis sanitaria que arrastra nuestro país. Sería muy triste que cuando todo acabe, nada haya cambiado
“Hay que pensar en el día después de esta pesadilla. Sería muy triste que cuando todo pase y se acaben los aplausos, nada haya cambiado”. La frase fue dicha por el padre de uno de los tantísimos médicos que en estos tiempos de pandemia entregan su sabiduría y exponen su vida para salvar al prójimo.
Si algo ha quedado palmariamente expuesto en esta emergencia sanitaria es la enorme vocación de nuestros especialistas y las necesidades que soportan diariamente. Falta de insumos, infraestructuras deficientes, sueldos magros y condiciones de trabajo muchas veces deplorables no han impedido que salieran y sigan saliendo a la calle para cumplir con su misión profesional y profundamente humana.
Como sociedad, les reconocemos semejante entrega y está muy bien que eso ocurra. Decirles gracias y honrarlos con un aplauso diario abriga hasta el corazón más desnudo, pero en los hechos no alcanza. Se necesitan decisiones de Estado tendientes a jerarquizar la tarea de miles de profesionales que hoy se encuentran desprotegidos.
Debe preocuparnos la información proveniente de las áreas de salud sobre los casos positivos de Covid-19 confirmados en muchos integrantes de ese sector.
La experiencia mundial ha demostrado que es imposible evitar contagios y decesos entre quienes se desempeñan en la primera línea de combate, pero es deber de las autoridades y de las instituciones para las que trabajan proveerles lo necesario para que no pongan en riesgo su salud e integridad, que involucra también la de sus familias.
Anteayer se supo que son 374 los profesionales de la salud contagiados en la Argentina, lo cual representa el 14% del total de infectados en el país. La principal razón, según los médicos y enfermeros, radica en la escasez de elementos para protegerse, la calidad de esos materiales y la falta de protocolos claros.
La pandemia puso en evidencia la crisis sanitaria que el país arrastra desde hace mucho. Si el Estado exige que el personal de la salud esté disponible para enfrentarla, debe garantizar también que se trabaje con todas las medidas de bioseguridad. Camisolines dobles, guantes, antiparras, barbijos, cofias y alcohol en gel son elementos indispensables en contacto con enfermos.
Cabe destacar la decisión del gobierno porteño de empezar a testear al personal abocado a tareas sanitarias en hospitales y centros públicos de atención primaria. El objetivo es identificar a posibles portadores asintomáticos para resguardarlos y también resguardar a sus entornos.
Pero hay más aristas que deben ser consideradas. Muchísimos médicos en el ámbito privado no se encuentran en relación de dependencia. Son monotributistas, lo cual los excluye del beneficio de 20.000 pesos dispuesto por el Gobierno para ser cobrado en cuatro cuotas.
Otro de los puntos críticos es la atención médica por canales digitales. Hace años que la telemedicina está disponible para ser instrumentada, pero no se la usaba por falta de interés en resolver algunos de los problemas que presenta. Por ejemplo, ¿dónde se realiza el acto médico: donde está el médico o donde se encuentra el paciente? Otro problema es la obligatoriedad o no de los seguros de praxis médica respecto de la utilización de medios digitales, así como también su reconocimiento para el pago por parte de obras sociales y prepagas.
Todos los países golpeados por la pandemia han depositado en médicos y profesionales de distintas especialidades la atención sanitaria de un momento tan crítico. A partir de la llegada del coronavirus viven largas e interminables jornadas de trabajo. Incluso muchos han debido soportar inexplicables amenazas de vecinos que los increpan y hasta rechazan por el temor a que los puedan contagiar.
Tuvo que llegar la peor pandemia del siglo para que quedara expuesta la relevancia de los responsables de cuidar la salud de todos.
En un momento en el cual toda su energía y atención deberían estar concentradas en la lucha contra la pandemia, resulta tan lamentable como peligroso que los trabajadores de la salud estén haciendo malabares para sortear los problemas del contexto.
No basta claramente con brindarles apoyo día tras día aplaudiéndolos desde los balcones.
“No quiero más aplausos, no los quiero. Quiero que me respeten, que me cuiden, que me valoren”, decía la médica Laura Cortés, en una dura carta a los políticos. “Amar lo que hacemos no es sinónimo de caridad”, opinaba la doctora Estefanía Mazza Diez, en una carta dirigida al presidente Alberto Fernández.
Es fundamental proteger a los que están más expuestos por ser precisamente en quienes recae una mayor responsabilidad a la hora de defender la vida.
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