Si te gustó The Good Place ....
4 temporadas Disponible en Netflix
La reflexión filosófica nunca fue tan graciosa ni emotiva. Ni imaginativa. Esta comedia que terminó hace pocos meses, se propuso utilizar conceptos como la ética, la ontología y ciertas ideas espirituales para hacer reír. Pero no solo eso. Como demuestra el brillante último episodio de la serie creada por Mike Schur, pensar en el ser, el libre albedrío y los límites de la experiencia humana puede ser también una experiencia emotiva y significativa.
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1 temporada Disponible en Amazon Prime Video
En 2033, morirse ya no es lo que era. Para los más privilegiados, cuando su cuerpo ya no puede seguir, la opción es continuar a través de su conciencia, subida al universo digital de su elección. O aquel que le permita su bolsillo. A partir de esa premisa el relato creado por Greg Daniels, combina elementos de la ciencia ficción, el humor, el suspenso y el romance para crear una serie entretenida y peculiar.
En el centro de la historia están
Nathan (Robbie Amell) y Nora (Andy Allo), destinados a estar juntos si no fuera por el pequeño detalle de que él está muerto y ella no. Las circunstancias que rodean a la muerte del protagonista y su posterior “llegada” al lujoso hotel digital que paga su novia y el hecho de que Nora sea la encargada de monitorear su bienestar en el (no) lugar, dejan espacio para la sátira y la crítica sobre el estado del mundo de hoy.
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4 temporadas Disponible en Netflix
Lo que comenzó como un experimento arriesgado –adaptar una telenovela colombiana al formato de serie– resultó en un programa extraordinario Gracias a la talentosa y carismática Gina Rodríguez, y con el recurso de un narrador como eje y la historia de una familia de inmigrantes latinos, la serie pudo tratar temas como la discriminación y los padecimientos de los inmigrantes ilegales y, además, contar una historia de amor, intriga y tantos giros como una calesita.
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1 temporada Disponible en Netflix
En nombre de la representación de minorías en pantalla, Hollywood ha hecho algunos desastres. La inclusión y la diversidad de poco valen si la iniciativa no está sostenida por un guión a la altura de sus buenas intenciones. En el caso de esta comedia creada por Lang Fisher y Mindy Kaling (ligeramente inspirada en su adolescencia), la autenticidad del relato y los personajes que lo habitan marcan la diferencia. En el centro de la acción está Devi, (Maitreyi Ramakrishnan), quien después de la muerte de su padre y sin haber procesado la tragedia está decidida a empezar el nuevo año escolar como una persona nueva. Básicamente como una persona capaz de atraer la atención del chico más popular del colegio: Paxton Hall-yoshida (Darren Barnet). Que todos puedan ver que el duelo impulsa sus decisiones es parte del arco narrativo de la serie que tiene como narrador a John Mcenroe.
Sublime documental sobre Jordan
(the last dance, ee.uu/2020). dirección: Jason Hehir. disponible en: Netflix.
M. S.
Estamos en presencia de un gran documental, seguramente uno de los mejores de los últimos tiempos, dentro del cual el deporte de élite trasciende hacia una nueva era de asociación inseparable con el mundo del espectáculo. Desde esta perspectiva, la NBA equivale a un estudio de Hollywood y sus jugadores más reconocidos son estrellas cada vez más parecidas a las del cine y la televisión. Y se comportan como tales, porque entienden cuál es su nuevo papel en esta película.
Podrá argumentarse que esta no es la realidad que le dio origen al tema central narrado en esta magnética serie que no le deja al espectador ni un instante de respiro y está llena de hallazgos y descubrimientos. Todo lo que se cuenta, es cierto, nace de la tradición universitaria del básquet estadounidense, de esas instituciones educativas como semillero de futuros profesionales y del triunfo de alguno de ellos en equipos de enorme popularidad.
Pero ese brillo ya supera las fronteras deportivas para funahora, desde la mirada retrospectiva propuesta en el documental, como materia prima de un gran espectáculo. Y con todos los elementos que se esperan de la vida contada como gran espectáculo: pasión, emociones, suspenso, drama, comedia, ambición, traiciones, camaradería. Falta la presencia femenina, tocada apenas de soslayo.
Pero no falta amor en El último baile: el amor por el éxito, por el triunfo, por la superación. Un amor que también puede expresarse desde el egoísmo (o la necesidad de responderse a sí mismos antes que a los demás) que transmiten Michael Jordan, Scottie Pippen, Dennis Rodman y Phil Jackson, los cuatro protagonistas de esta trama.
También hay un villano, el estratega Jerry Krause, contrafigura y antagonista imprescindible del gran héroe. Uno de los grandes logros del documental es el contraste entre la personalidad calculadora y utilitaria de Krause y la convicción de Jordan de que su éxito se basa sencillamente en que es el mejor y sólo hace falta llevar ese potencial al máximo, sin ponerlo en cuestión.
Desde esa escala humana, El último baile multiplica lo que puede ofrecer en un solo episodio otro gran documental dedicado a un héroe deportivo como el que Asif Kapadia hizo sobre Diego Maradona. Jordan es otro tipo de deportista, riguroso, disciplinado y autoexigente al extremo (y allí está frente a él el extrovertido Rodman, mucho más parecido a Maradona), y dueño de una personalidad apasionante.
Lo que hace este documental es mostrarnos no ya una travesía hacia el éxito, sino el esfuerzo supremo para conservarlo.
Entre la parodia y un catálogo de bíceps
(ee.uu/2020). creadores: Ryan Murphy, Ian Brennan. elenco: Darren Criss, David Corenswet, Laura Harrier. disponible en: Netflix .
M. F. M.
Luego de retratar la rivalidad entre Joan Crawford y Bette Davis en Feud, Murphy vuelve a ocuparse de la industria del cine y sus injusticias. Pero en vez de narrar hechos reales desde su perspectiva, como lo hizo en aquella serie o en American Crime Story, esta vez el productor y su colaborador Ian Brennan tomaron parte de la historia de Hollywood luego de la Segunda Guerra Mundial y jugaron a imaginar “¿qué hubiese sucedido si?”.
La miniserie de siete episodios combina personajes de ficción con personasquerealmenteexistieron, como Rock Hudson y su temible manager Henry Wilson (interpretado por Jim Parsons), Hattie Mcdaniel, Tallulah Bankhead, Vivien Leigh y George Cukor, entre otros. Los primeros episodios se enfocan especialmente en un secreto a voces del Hollywood de esa época: la red de prostitución masculina que se manejaba desde una estación de servicio de la ciudad, de acuerdo a las memorias del “proxeneta de estrellas” Scotty Bowers.
La triste realidad de que la hocionar, mosexualidad debía ser escondida en Hollywood y las situaciones de explotación y humillación que esto implicaba contrasta con la perspectiva de fantasía total que ofrece la reescritura de la historia. Lo mismo sucede con las injusticias y discriminaciones hacia mujeres, afroamericanos y asiáticos. Murphy y Brennan arman un cuento de hadas en el que un grupo de personajes se rebela ante esto y revolucionan la industria, armados solo con su coraje y fe en que los sueños se pueden hacer realidad.
Así de ingenuo como suena es lo que plantea Hollywood, lo cual no está mal en sí mismo. Pero el contraste con la realidad que también presenta al principio y a la que no termina de olvidar le juega en contra. Cuando el espectador podría disfrutar superficialmente de la historia imaginaria, la serie le recuerda que esa fantasía está construida sobre la injusticia y el dolor reales. En general, lo hace a través de diálogos llenos de lugares comunes y escenas poco sutiles.
Por momentos, Hollywood parece una parodia; en otros, una telenovela; quizá también un catálogo de bíceps y abdominales marcados. Y en el medio de todo esto, gigantes como Patti Lupone, Holland Taylor y Joe Mantello entregan actuaciones exquisitas que elevan el material con el que están trabajando, mientras que Dylan Mcdermott brilla con una interpretación totalmente fuera de un registro naturalista (al estilo John Travolta en American Crime Story: The People vs. O. J. Simpson). Cada vez que aparece uno de ellos renuevan el deseo de que todas las escenas fueran suyas y subrayan lo frustrante que resulta el resto de la serie.
Wainraich le saca el jugo a su talento
creadores: Sebastián Wainraich, Alejandro De Grazia y Hernán Guerschuny. elenco: Sebastián Wainraich, Natalie Pérez, Santiago Korovsky. disponible en: Netflix.
M. S.
A Sebastián Wainraich le faltaba una gran aparición televisiva que se pusiera a la altura de sus espectáculos de stand up y de sus trabajos en la radio, hasta ahora los únicos dos espacios en los que podía lucir a pleno sus notables dotes de comediante. Ese momento llegó con Casi feliz, suerte de tragicomedia con algunas situaciones y lenguaje explícito sobre las neurosis de una figura que nunca puede disfrutar del todo el privilegio de ser famoso.
Con materiales sin duda autobiográficos y una larga serie de influencias muy bien aprovechadas que van desde Woody Allen a Larry David, Wainraich logra unir aquí todos los trazos de talento, humor y capacidad de observación que estaban dispersos en sus apariciones previas en el cine y la TV. Todas ellas se unen en una mezcla virtuosa, que logra el raro mérito para las comedias de situación argentinas de darle tiempo y aire a cada momento, desarrollarlo y rematarlo en el momento justo.
A Wainraich (al actor y también a la persona, que parecen confundirse aquí todo el tiempo) no tardamos en identificarlo, a reconocer sus tics, sus fobias, su manera de relacionarse con los demás. Y una de las grandes cosas que tiene Casi feliz es que desde esos vaivenes su personaje va haciéndose cada vez más querible.
Lo mismo pasa con cada uno de los actores que suman su aporte en el relato: Adrián Suar , Julieta Díaz , Juan Minujín , Hugo Arana Pilar Gamboa y muchos otros se divierten mucho con lo que hacen y nos muestran que apenas unos minutos en cámara pueden servir para darles vuelo.
Sebastián (así, sin apellido) conduce con bastante notoriedad un programa de radio. Está separado, pero con una puerta abierta para el regreso al hogar conyugal en el que lo esperan su exesposa Natalie Pérez (como siempre, pura espontaneidad) y los dos hijos de la pareja. Las desventuras afectivas, el sexo, el psicoanálisis, las frustraciones laborales, las peripecias de su entorno familiar y también algunos pequeños triunfos desfilan por la vida de este personaje al que Wainraich personifica con la naturalidad.
El director Hernán Guerschuny y su equipo sintonizan a la perfección esa idea y utilizan con mucha habilidad algunos recursos de la puesta en escena (como el uso de la banda sonora) para que las situaciones, aún las más subrayadas, funcionen. De paso, esta propuesta es un gran paso hacia la consolidación de un modelo de comedia adulta de situación a la argentina que puede sacar un gran provecho, como ocurre aquí, del formato de serie compacta: 10 episodios de 30 minutos. Bienvenida sea.
N. T.
A Sebastián Wainraich le faltaba una gran aparición televisiva que se pusiera a la altura de sus espectáculos de stand up y de sus trabajos en la radio, hasta ahora los únicos dos espacios en los que podía lucir a pleno sus notables dotes de comediante. Ese momento llegó con Casi feliz, suerte de tragicomedia con algunas situaciones y lenguaje explícito sobre las neurosis de una figura que nunca puede disfrutar del todo el privilegio de ser famoso.
Con materiales sin duda autobiográficos y una larga serie de influencias muy bien aprovechadas que van desde Woody Allen a Larry David, Wainraich logra unir aquí todos los trazos de talento, humor y capacidad de observación que estaban dispersos en sus apariciones previas en el cine y la TV. Todas ellas se unen en una mezcla virtuosa, que logra el raro mérito para las comedias de situación argentinas de darle tiempo y aire a cada momento, desarrollarlo y rematarlo en el momento justo.
A Wainraich (al actor y también a la persona, que parecen confundirse aquí todo el tiempo) no tardamos en identificarlo, a reconocer sus tics, sus fobias, su manera de relacionarse con los demás. Y una de las grandes cosas que tiene Casi feliz es que desde esos vaivenes su personaje va haciéndose cada vez más querible.
Lo mismo pasa con cada uno de los actores que suman su aporte en el relato: Adrián Suar , Julieta Díaz , Juan Minujín , Hugo Arana Pilar Gamboa y muchos otros se divierten mucho con lo que hacen y nos muestran que apenas unos minutos en cámara pueden servir para darles vuelo.
Sebastián (así, sin apellido) conduce con bastante notoriedad un programa de radio. Está separado, pero con una puerta abierta para el regreso al hogar conyugal en el que lo esperan su exesposa Natalie Pérez (como siempre, pura espontaneidad) y los dos hijos de la pareja. Las desventuras afectivas, el sexo, el psicoanálisis, las frustraciones laborales, las peripecias de su entorno familiar y también algunos pequeños triunfos desfilan por la vida de este personaje al que Wainraich personifica con la naturalidad.
El director Hernán Guerschuny y su equipo sintonizan a la perfección esa idea y utilizan con mucha habilidad algunos recursos de la puesta en escena (como el uso de la banda sonora) para que las situaciones, aún las más subrayadas, funcionen. De paso, esta propuesta es un gran paso hacia la consolidación de un modelo de comedia adulta de situación a la argentina que puede sacar un gran provecho, como ocurre aquí, del formato de serie compacta: 10 episodios de 30 minutos. Bienvenida sea.
N. T.
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