El restaurante junto a la ruta en el que amasa una italiana de 84 años
El Rincón de Donatella, en el partido de Magdalena, se convirtió en un lugar de culto
“La cocina tiene que tener tu esencia. Sin eso, no es nada”, sentencia Donatella Petriella, de 84 años, nacida en Nápoles en 1938 y a cargo de las ollas en su restaurante rutero emblemático, El Rincón de Donatella, a un costado de la solitaria ruta 36, a 106 kilómetros de la Capital, en el partido de Magdalena. “No hay mucho secreto, recuerdo cómo cocinaba mi madre”, afirma.

Donatella nunca tiene un menú fijo. “Cocino mucho con la intuición”, señala. Las pastas son su fuerte. “¿Por qué la gente se enloquece con mis pastas? Porque la comida sana hace bien”, dice.
Sus hijos la ayudan y tratan de entender la devoción que provoca en los peregrinos que se acercan al pequeño paraje Starace.
“Nos cuesta seguirle el ritmo”, advierte José, su hijo, a cargo de los fuegos donde asan carnes que también generan aplausos. Una esperanzadora y tupida arboleda, muy amplia y espaciosa, es el escenario donde se presentan las mesas.

Hay un microclima; aunque en la ruta se destaque el calor, allí está fresco. La pregunta recurrente: “‘¿Donatella está cocinando?’ Es que, además de comer sus pastas, todos quieren conocerla”, afirma.
Una imagen cruza todas las mesas: el silencio de los comensales, absortos, mirando el plato de pastas y disfrutando la experiencia. Las variantes son originales: ravioles de borraja, cardo, malva y ortiga. Estas plantas se pueden ver alrededor de las mesas. “Todo sirve para cocinar, tenemos que mirar lo que tenemos alrededor”, aconseja Donatella. “En la Argentina tiene hambre el que quiere. Con un kilo de harina podés hacer maravillas”, afirma, con el pensamiento concentrado en su Nápoles natal, donde podían comprar poco y cada plato se completaba con lo que la naturaleza ofrecía.
“Mamá inventaba platos maravillosos –recuerda, con nostalgia–. Se las ingeniaba para hacer comida para todos”. Eran seis hermanos.
Dos épocas se enfrentan en el restaurante. La moderna y aquella en la que las cosas se hacían con tiempo. Gana la de Donatella. “El que viene apurado, pierde; a la buena comida hay que saber esperarla”, confirma. Todo se hace en el momento, los productos son muy frescos. A los que hoy se conoce como alimentos kilómetro 0 Donatella los hace desde siempre.
Una imagen cruza todas las mesas: el silencio de los comensales, absortos, mirando el plato de pastas y disfrutando la experiencia. Las variantes son originales: ravioles de borraja, cardo, malva y ortiga. Estas plantas se pueden ver alrededor de las mesas. “Todo sirve para cocinar, tenemos que mirar lo que tenemos alrededor”, aconseja Donatella. “En la Argentina tiene hambre el que quiere. Con un kilo de harina podés hacer maravillas”, afirma, con el pensamiento concentrado en su Nápoles natal, donde podían comprar poco y cada plato se completaba con lo que la naturaleza ofrecía.
“Mamá inventaba platos maravillosos –recuerda, con nostalgia–. Se las ingeniaba para hacer comida para todos”. Eran seis hermanos.
Dos épocas se enfrentan en el restaurante. La moderna y aquella en la que las cosas se hacían con tiempo. Gana la de Donatella. “El que viene apurado, pierde; a la buena comida hay que saber esperarla”, confirma. Todo se hace en el momento, los productos son muy frescos. A los que hoy se conoce como alimentos kilómetro 0 Donatella los hace desde siempre.

El postre también es creación de esta gran cocinera. Naranja a la cubana, flan casero o tiramisú. Cada tanto Donatella se deja ver. “Lo único que me importa es que la gente coma bien”, sintetiza. “Todos vienen por recomendación”, sostiene José. El contraste con la soledad de este rincón del mapa bonaerense sorprende. En el restaurante el movimiento es incesante.
El lugar era una antigua posta que data de 1884. Es una estructura sólida, con pocas cosas actuales. El tiempo y su caprichoso paso, que se expresa en el mobiliario y la decoración, remiten a varias décadas atrás. “Todos quieren que les cuente los secretos de los pastas que hago –agrega Donatella–. El secreto está en volver a los platos de nuestra infancia. No hay otra cosa que eso”.
L. V.
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
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