Cuando la maternidad se vuelve obsesión
CORRE
(ee. uu/2020). dirección: Aneesh
Chaganty. guion: Aneesh Chaganty, Sev Ohanian. fotografía: Hillary Spera. edición: Will Merrick. elenco: Sarah Paulson, Kiera Allen, Pat Healy, Sharon Bajer, Sara Sohn. duración: 90 minutos.disponible en: Netflix.
(ee. uu/2020). dirección: Aneesh
Chaganty. guion: Aneesh Chaganty, Sev Ohanian. fotografía: Hillary Spera. edición: Will Merrick. elenco: Sarah Paulson, Kiera Allen, Pat Healy, Sharon Bajer, Sara Sohn. duración: 90 minutos.disponible en: Netflix.
En 2018,anees chaganty debutó en la dirección con Searching, un pequeño thriller concentrado en la desesperada búsqueda de un padre del paradero de su hija a partir de las erráticas pistas que le ofrece su computadora. Lo que Chaganty consigue allí, con cierta astucia, es presentar ese vínculo, en ese caso definido por la ausencia, como el terreno fértil para la obsesión. Además, la concentración de la historia en ese único movimiento le autoriza un perfecto control de la puesta en escena. En Corre, su segunda película, un poco más ambiciosa pero afirmada sobre la misma premisa, nuevamente las relaciones filiales son el objeto de su escrupulosa exégesis y de la inevitable matriz de la obsesión.
Diane Sherman (Sarah Paulson) nos ofrece su primera imagen en un hospital, luego de un parto difícil, como espectadora privilegiada de su pequeña hija recién nacida. Diecisiete años después, Chloe (Kiera Allen) vive en la pequeña fortaleza que su madre le ha fabricado, a fuerza de medicamentos y educación hogareña. En silla de ruedas, con problemas cardíacos y severas alergias, Chloe vive atada con ese inquebrantable cordón umbilical que le ofrece la protección materna, que incluye comida casera, rutinas escolares y periódicas visitas al cine.
El quiebre llega con el atisbo del terror, el descubrimo por parte de Chloe de cierta inconsistencia en su medicación. A partir de allí todo lo que era familiar se torna siniestro, y Chaganty consigue verdaderos momentos de horror con decisiones muy económicas: un cambio de foco que vislumbra la aparición ominosa de la madre luego de un tímido reencuadre, la persistente dilatación de la espera que logra condensar el suspenso sin efectismo ni excesivas prolongaciones, la transformación de ese mundo en una progresiva trampa de la que es difícil salir indemne.
Si bien Sarah Paulson hace de su personaje una construcción inquietante de entrada, cuya máscara se despoja de su dique de contención a medida que va perdiendo el control de la casa y de su hija, la que consigue transmitir la experiencia de ese vuelco a lo desconocido es Kiera Allen. No solo convierte a su cuerpo en su peor enemigo sino que trasmite en su muda desesperación aquello que no tiene expresión posible en el mundo organizado de las palabras.
Lo que oculta un asesino en serie
(reino unido/2021). creadores:
Richard Wanlow, Toby Finlay.elenco: Tahir Rahim, Jenna Coleman, Billy Howle, Ellie Bamber, Mathilde Warnier, Tim Mcinnerny, Amesh Edireweera. disponible en: Netflix.
A primera vista, The Serpent puede parecer un intento de ficcionalizar las coordenadas del true crime para operar una nueva vuelta de tuerca en ese creciente interés que el género parece gozar en el presente.
Diane Sherman (Sarah Paulson) nos ofrece su primera imagen en un hospital, luego de un parto difícil, como espectadora privilegiada de su pequeña hija recién nacida. Diecisiete años después, Chloe (Kiera Allen) vive en la pequeña fortaleza que su madre le ha fabricado, a fuerza de medicamentos y educación hogareña. En silla de ruedas, con problemas cardíacos y severas alergias, Chloe vive atada con ese inquebrantable cordón umbilical que le ofrece la protección materna, que incluye comida casera, rutinas escolares y periódicas visitas al cine.
El quiebre llega con el atisbo del terror, el descubrimo por parte de Chloe de cierta inconsistencia en su medicación. A partir de allí todo lo que era familiar se torna siniestro, y Chaganty consigue verdaderos momentos de horror con decisiones muy económicas: un cambio de foco que vislumbra la aparición ominosa de la madre luego de un tímido reencuadre, la persistente dilatación de la espera que logra condensar el suspenso sin efectismo ni excesivas prolongaciones, la transformación de ese mundo en una progresiva trampa de la que es difícil salir indemne.
Si bien Sarah Paulson hace de su personaje una construcción inquietante de entrada, cuya máscara se despoja de su dique de contención a medida que va perdiendo el control de la casa y de su hija, la que consigue transmitir la experiencia de ese vuelco a lo desconocido es Kiera Allen. No solo convierte a su cuerpo en su peor enemigo sino que trasmite en su muda desesperación aquello que no tiene expresión posible en el mundo organizado de las palabras.
Lo que oculta un asesino en serie
(reino unido/2021). creadores:
Richard Wanlow, Toby Finlay.elenco: Tahir Rahim, Jenna Coleman, Billy Howle, Ellie Bamber, Mathilde Warnier, Tim Mcinnerny, Amesh Edireweera. disponible en: Netflix.
A primera vista, The Serpent puede parecer un intento de ficcionalizar las coordenadas del true crime para operar una nueva vuelta de tuerca en ese creciente interés que el género parece gozar en el presente.
Un estafador modelado en la sombra del Tom Ripley de Patricia Highsmith que trafica diamantes en la Tailandia de los 70 al mismiento paso que asesina a los hippies que se cruzan en su camino. Todo bañado en el sol de Bangkok, los colores del vestuario de la época, el humo de los cigarrillos, los reflejos del placer en los enormes anteojos de sol.
Pero no, no es eso de lo que se trata esta miniserie británica escrita por Richard Warlow y Toby Finlay e inspirada en los crímenes del francés Charles Sobhraj. Lo que la serie deconstruye, a un ritmo pausado, desdoblado en varias líneas narrativas que van y vienen en el tiempo, desarmado en las múltiples voces que ofrecen las víctimas y los cómplices, es lo que su condición de “asesino en serie” implica, su emergencia como síntoma de las contradicciones de la década y como expresión de un entorno en el que el vacío de legalidad dejaba en evidencia los rastros del colonialismo y su compleja relación con Occidente.
La historia se construye como un rompecabezas. Por un lado, el movimiento de Charles Sobhraj (Tahar Rahim), convertido en Alain Gautier y aliado con su “esposa” canadiense Monique (Jenna
Coleman), en su serie de robos y asesinatos, los viajes a Hong Kong, los detalles del tráfico de gemas, el cultivo del envenenamiento como una progresiva obsesión; y por el otro, el recorrido de la investigación que realiza el secretario de la embajada holandesa en Tailandia, Herman Knippenberg (Billy Howle), sobre la pista de unos turistas desaparecidos.
Como lo hiciera Highsmith, lo que consiguen Richard Warlow y Toby Finlay es desarticular la oratoria del true crime que siempre junta piezas para armar una hipótesis prevista de antemano y cerrada sobre ese sujeto que definió como eje conductor. Aquí las opacidades del personaje se traducen en la complejidad del entramado narrativo, que nunca se reduce al péndulo de causa y efecto, que nunca clausura esa ominosa sensación de fracaso e impotencia que invade al pobre Knippenberg en el encuentro con un mundo que no entiende, sino que despliega los efectos duraderos de ese tiempo en el abismo de una intriga sin verdadera resolución.
Pero no, no es eso de lo que se trata esta miniserie británica escrita por Richard Warlow y Toby Finlay e inspirada en los crímenes del francés Charles Sobhraj. Lo que la serie deconstruye, a un ritmo pausado, desdoblado en varias líneas narrativas que van y vienen en el tiempo, desarmado en las múltiples voces que ofrecen las víctimas y los cómplices, es lo que su condición de “asesino en serie” implica, su emergencia como síntoma de las contradicciones de la década y como expresión de un entorno en el que el vacío de legalidad dejaba en evidencia los rastros del colonialismo y su compleja relación con Occidente.
La historia se construye como un rompecabezas. Por un lado, el movimiento de Charles Sobhraj (Tahar Rahim), convertido en Alain Gautier y aliado con su “esposa” canadiense Monique (Jenna
Coleman), en su serie de robos y asesinatos, los viajes a Hong Kong, los detalles del tráfico de gemas, el cultivo del envenenamiento como una progresiva obsesión; y por el otro, el recorrido de la investigación que realiza el secretario de la embajada holandesa en Tailandia, Herman Knippenberg (Billy Howle), sobre la pista de unos turistas desaparecidos.
Como lo hiciera Highsmith, lo que consiguen Richard Warlow y Toby Finlay es desarticular la oratoria del true crime que siempre junta piezas para armar una hipótesis prevista de antemano y cerrada sobre ese sujeto que definió como eje conductor. Aquí las opacidades del personaje se traducen en la complejidad del entramado narrativo, que nunca se reduce al péndulo de causa y efecto, que nunca clausura esa ominosa sensación de fracaso e impotencia que invade al pobre Knippenberg en el encuentro con un mundo que no entiende, sino que despliega los efectos duraderos de ese tiempo en el abismo de una intriga sin verdadera resolución.
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