sábado, 3 de abril de 2021

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Alex Pina y Esther Martínez Lobaro. elenco: Verónica Sánchez, Lali Espósito, Yany Prado, Miguel Ángel Silvestre, Asier Etxeandia, Enric Auquer, Mariana Salazar, Penélope Guerrero y José Manuel Poga. disponible en: Netflix.G. C.
Sky Rojo es una trepidante y cruda mirada a la prostitución; y The Comey Rule refleja las paradojas de la tolerancia.
Cubiertas de sangre, expuestas a la vulnerabilidad de su atuendo de prostitutas y escapando de la muerte. Así se presenta el trío protagonista de
Sky Rojo: una chica española, una argentina y otra cubana cuyo objetivo es la lucha por sobrevivir en contraste al sórdido submundo de la explotación sexual.
Coral (Verónica Sánchez), Wendy (Lali Espósito) y Gina (Yani Prado) integran el staff del club nocturno que le da título a la serie.
Un golpe de suerte durante una pelea de las tres mujeres con el dueño del lugar, Romeo (Asier Etxenadia), les permite soñar por primera vez con la libertad. Malheridas, asustadas y perseguidas por los secuaces del explotador, Coral, Wendy y Gina escapan del prostíbulo para adentrarse a un mundo real que sienten ajeno.
Y es ahí donde la serie creada por Esther Martínez Lobaro y Alex Pina (La casa de papel, Vis a Vis) revela lo más destacado de su propuesta. Porque mientras las tres mujeres intentan “encajar” en una realidad que les es extraña, el guion acentúa y pone en palabras mediante flashbacks y voz en off la mirada de cada una de ellas en relación a la prostitución de la forma más cruda a la que puede aspirar un producto de estas características.
En cada uno de sus ocho capítulos hay riesgo y la necesidad de jugar al límite, sabiendo que en estos temas es necesario incomodar. “Cuando por fin te enterás de que el club es una ratonera, una cárcel de la que no vas a salir nunca, te das cuenta de que lo peor no es follar. Lo peor es tener que reírse”. dice el personaje de Lali Espósito.
En cuanto a lo formal, Sky Rojo se decanta por ese estilo vertiginoso que muchas veces distrae de lo poco que hay para contar. Planos cortos, edición apresurada y los personajes corriendo sin parar de un lado para otro en un ritmo que entretiene, sí, pero también disimula falencias argumentales especialmente en lo relacionado a repeticiones de conceptos.
De todos modos el saldo es positivo por temática elegida, por actuaciones (párrafo aparte para Verónica Sánchez, que carga con el personaje más rico en matices y está a la altura del desafío planteado) y por la crudeza que se imprime en la descripción del universo de la prostitución, sin metáforas ni maquillaje.




Los erráticos algoritmos del amor
Howard Overman. elenco: Hannah Ware, Dimitri Leonidas, Zoë Tapper, Lois Chimimba, Eric Kofi-abrefa, Diarmaid Murtagh. disponible en: Netflix.
P. V. P.

En la era de la deconstrucción del amor romántico, Rebecca Webb (Hannah Ware) descubre la fórmula perfecta para encontrar la pareja ideal en un avance científico que permite conjugar el ADN de todos los interesados en el amor perfecto hasta encontrar su complemento químico, como ocurre con las hormigas que unen fuerzas a partir de la compatibilidad orgánica. Lo que consigue Rebecca no es solo un hallazgo extraordinario sino la fundación de una mega corporación llamada “The One”.
Basada en el bestseller de John Marrs, la serie nunca logra convertir esa ingeniosa premisa en una narrativa sólida. Todos los personajes están en función de ese engranaje, igual que los conejillos imaginados por Rebecca que corren ciegos hacia su amor ideal.
La historia se divide en dos tiempos: por un lado, el pasado en el que descubrimos el origen del hallazgo y su conversión en negocio; por el otro, el presente en el que Rebecca, ya enemistada con su socio y cofundador de la compañía James Whiting (Dimitri Leonidas), intenta sostener su poder como CEO en una empresa cuyos intereses la han trascendido. Lógicamente, como ocurre con gran parte de la narrativa contemporánea, el hilo conductor es el thriller: un cadáver, un secreto, una investigación.
La salida astuta de la serie por el carril del género policial le permite encubrir casi todas sus falencias. En primer lugar, la débil construcción de los personajes y sus motivaciones. Rebecca es una fundamentalista de su invención, confiada en que el encuentro del amor perfecto no es solo la solución para las miserias de su vida sino para las de todo el mundo. Sin embargo, sus acciones son mezquinas y todas sus relaciones están teñidas de extorsión y utilitarismo. James parece ser un cobarde con algunos ideales, el guardaespaldas un matón con ciertos límites éticos. Todo el armado de la historia se concentra en sostener ese pretendido dilema: ¿existe realmente la promesa del amor perfecto o es apenas un autoengaño, un negocio, una respuesta prefabricada a la crisis de las relaciones reales?
The One se monta en esas pretensiones, articula interrogantes sofisticados en una trama superficial y, por momentos, infantil.




Las paradojas de la tolerancia
creador: Billy Ray. elenco: Jeff Daniels, Brendan Gleeson, Holly Hunter, Michael Kelly y Oona Chaplin. disponible en: Paramount+.
H. F.

Antes de la elección norteamericana de 2016, el FBI reveló que estaba investigando a la entonces candidata Hillary Clinton por utilizar, durante su período como secretaria de Estado, servidores de mail particulares para fines oficiales. Tras una larga investigación no se encontró delito alguno.
El responsable de llevarla a cabo fue el entonces director del FBI James Comey, quien logró ganarse el odio de todo el espectro político norteamericano: de los trumpistas, por no hallar a Hillary culpable, y de los demócratas, por convertir un tema menor en una cuestión de seguridad nacional. Esta miniserie de cuatro horas, inspirada por el libro de memorias de Comey, es un intento de reivindicarlo o, al menos, de explicar sus razones.
La serie es también una pieza de propaganda política. Su creador Billy Ray (guionista de El caso Richard Jewell y Capitán Phillips) quiso demostrar que las anormalidades de 2016 se estaban repitiendo en 2020. Ni se intenta disimular el sesgo partidario: Donald Trump (Brendan Gleeson), tiene una expresión que transita de la soberbia al desprecio. El opuesto exacto de la contención de Jeff Daniels en el rol de Comey.
Con Biden ya como presidente, este relato sería un dispositivo proselitista obsoleto si no fuera porque sus preguntas sobre las debilidades de la democracia republicana siguen vigentes. Comey es presentado como un faro ético pero, tal como le señala un colaborador, la verdad y lo correcto no siempre van de la mano con la letra de ley.
Karl Popper fue el primero en plantear en La sociedad abierta y
sus enemigos la noción de la paradoja de la tolerancia: una sociedad tolerante no puede tolerar a los intolerantes porque estos terminarían imponiéndose. La serie señala la contradicción de que al actuar como indica la estricta legalidad democrática, Comey facilitó el acceso al poder de un candidato que luego mostraría total desprecio por las normas que posibilitaron su triunfo y pondría en riesgo a la democracia misma.
A pesar de ese planteo interesante, la serie padece un extremo convencimiento de su importancia y una corte de personajes secundarios unidimesionales, que insinúan un desarrollo que siempre queda trunco.

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