Cucha, la poético de los movimientos caninos llevados a escena
Propuesta coreográfica de Celia Argüello que sale de su propia cucha a la búsqueda del otro, del encuentro afectivo con el espectador
A. C.
Cucha, trabajo coreográfico de Celia Argüello en el cual los movimientos caninos se transforman en motor de la propuesta
Creación e interpretación: Macarena Orueta, Pablo Castronovo, Samanta Leder y Andrés Molina. Vestuario: Estefanía Bonessa. Realización escenográfica: Fabián Carrasco. Iluminación: Facundo David. Música: Patricio Lisandro Ortiz. Colaboración: Ari Lutzker. Diseño Gráfico: Nina Calcagno. Colaboración, creación y asistencia: Santiago Piva. Idea y Dirección: Celia Argüello. Teatro: El Galpón de Guevara, Guevara 326. Duración: 60 minutos.
En 2003, el director suizo/alemán Stefan Kaegi montó Sentate!. El escenario del Teatro Sarmiento, alternativamente, era ocupado por dos tortugas, una iguana y conejos, con sus respectivos dueños; y varios perros del barrio junto con un paseador. En el escenario de El Galpón de Guevara los sábados a la noche, después de que la pandemia nos haya mandado a la cucha durante tantos meses, lo sábados el escenario está ocupado por 4 bailarines de Cucha que, obsesivamente, se adueñan de los movimientos caninos y hacen de eso su propia indagación poética.
Reciben a los espectadores dando órdenes al público como hacían los dueños de aquellas mascotas años atrás en este otra sugestiva propuesta sobre un mismo universo aunque desde ópticas distintas. Al apagarse las luces de sala, el trabajo de la talentosa coreógrafa Celia Argüello, los cuatro performers (Pablo Castronovo, Andrés Molina, Macarena Orueta y Samanta Leder) decididamente, se apoderan de la gestualidad canina en sus movimientos más reconocibles, en esos otros en los que se confunden con la misma gestualidad humana y aún en esos instantes más lúdicos, íntimos, casi imposibles de categorizar en medio de un escenario despojado y atravesado por un tenue trabajo sonoro.
De todos estos corrimientos y sus derivas, con momentos sumamente logrados en lo grupal como en lo individual, pero también con registros un tanto desparejos, se va nutriendo esta propuesta que se permite romper la famosa cuarta pared con los performers circulando entre los espectadores a la búsqueda del encuentro, midiendo lo permitido en estos tiempos regidos por protocolos. Como en las instancias iniciales cuando se va ubicando el público en la sala, en esas escenas finales se producen los momentos más lúdicos de Cucha en los que Castronovo y Molina se entregan al juego con una enorme libertad interna y es cuando Cucho indaga su veta política: salir al encuentro afectivo de cuerpos que vienen de transitar un distanciamiento impensado.
Cucha, trabajo coreográfico de Celia Argüello en el cual los movimientos caninos se transforman en motor de la propuesta
Creación e interpretación: Macarena Orueta, Pablo Castronovo, Samanta Leder y Andrés Molina. Vestuario: Estefanía Bonessa. Realización escenográfica: Fabián Carrasco. Iluminación: Facundo David. Música: Patricio Lisandro Ortiz. Colaboración: Ari Lutzker. Diseño Gráfico: Nina Calcagno. Colaboración, creación y asistencia: Santiago Piva. Idea y Dirección: Celia Argüello. Teatro: El Galpón de Guevara, Guevara 326. Duración: 60 minutos.
En 2003, el director suizo/alemán Stefan Kaegi montó Sentate!. El escenario del Teatro Sarmiento, alternativamente, era ocupado por dos tortugas, una iguana y conejos, con sus respectivos dueños; y varios perros del barrio junto con un paseador. En el escenario de El Galpón de Guevara los sábados a la noche, después de que la pandemia nos haya mandado a la cucha durante tantos meses, lo sábados el escenario está ocupado por 4 bailarines de Cucha que, obsesivamente, se adueñan de los movimientos caninos y hacen de eso su propia indagación poética.
Reciben a los espectadores dando órdenes al público como hacían los dueños de aquellas mascotas años atrás en este otra sugestiva propuesta sobre un mismo universo aunque desde ópticas distintas. Al apagarse las luces de sala, el trabajo de la talentosa coreógrafa Celia Argüello, los cuatro performers (Pablo Castronovo, Andrés Molina, Macarena Orueta y Samanta Leder) decididamente, se apoderan de la gestualidad canina en sus movimientos más reconocibles, en esos otros en los que se confunden con la misma gestualidad humana y aún en esos instantes más lúdicos, íntimos, casi imposibles de categorizar en medio de un escenario despojado y atravesado por un tenue trabajo sonoro.
De todos estos corrimientos y sus derivas, con momentos sumamente logrados en lo grupal como en lo individual, pero también con registros un tanto desparejos, se va nutriendo esta propuesta que se permite romper la famosa cuarta pared con los performers circulando entre los espectadores a la búsqueda del encuentro, midiendo lo permitido en estos tiempos regidos por protocolos. Como en las instancias iniciales cuando se va ubicando el público en la sala, en esas escenas finales se producen los momentos más lúdicos de Cucha en los que Castronovo y Molina se entregan al juego con una enorme libertad interna y es cuando Cucho indaga su veta política: salir al encuentro afectivo de cuerpos que vienen de transitar un distanciamiento impensado.
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