El Palacio Hirsch: austero por fuera, lujoso por dentro
Concebido en la Argentina ganadera como residencia familiar, llegó a convertirse en una construcción emblemática de Belgrano R.
Daniela Chueke Perles| La última restauración estuvo a cargo de Jorge Gazaneo, Marcelo González y Mabel Gennari de Arecco
¿Podrá visitarse? Es lo primero que viene a la mente al encontrarse con la construcción de paredes ocre y altura imponente, rodeada de una verja negra. En Belgrano R. Justo, frente a la Plaza Castelli, en la esquina de Conde y Olazábal, sorprende ese tesoro inesperado: el Palacio Hirsch.
Se inauguró en 1885. Fue un ingeniero mecánico escocés, John Angus, que en el siglo XIX ofició como gerente del frigorífico River Plate Fresh Meat Co., ubicado en la localidad de Campana y el primer frigorífico del país (fundado en 1883), quien propició su construcción, por estar ubicado cerca de la estación del Ferrocarril de Buenos Aires y Rosario, que lo llevaría a Campana.
¿Podrá visitarse? Es lo primero que viene a la mente al encontrarse con la construcción de paredes ocre y altura imponente, rodeada de una verja negra. En Belgrano R. Justo, frente a la Plaza Castelli, en la esquina de Conde y Olazábal, sorprende ese tesoro inesperado: el Palacio Hirsch.
Se inauguró en 1885. Fue un ingeniero mecánico escocés, John Angus, que en el siglo XIX ofició como gerente del frigorífico River Plate Fresh Meat Co., ubicado en la localidad de Campana y el primer frigorífico del país (fundado en 1883), quien propició su construcción, por estar ubicado cerca de la estación del Ferrocarril de Buenos Aires y Rosario, que lo llevaría a Campana.
En la década de 1910 fue adquirido por Alfredo Hirsch, empresario alemán, presidente y copropietario del grupo Bunge y Born, quien lo habitó junto con su mujer, sus tres hijos y otras 12 personas, entre mayordomos, mucamas, cocineros y personal de mantenimiento. La arquitectura es de estilo inglés de la época eduardiana, con inspiración francesa, rodeada de jardines austeros y muros bajos.
En la década del 90 la residencia se vendió a la familia Arecco quienes, entre 1998 y 2014, la restauraron para convertirla en el Palacio Hirsch.
En la década del 90 la residencia se vendió a la familia Arecco quienes, entre 1998 y 2014, la restauraron para convertirla en el Palacio Hirsch.
Hoy, el curioso no podrá evitar espiar entre los barrotes para admirar los extensos jardines o la esplendorosa puerta de entrada. Incluso, si el deseo de traspasar esos portones para conocer qué maravillas escondidas se encierran en su interior, probablemente se atreva a doblar por Juramento para tocar el timbre que está, apenas visible, en el marco de la entrada de servicio. Pero el palacio permanece inaccesible al común de los caminantes. Queda entonces el recurso de buscar referencias: fotos, relatos o lecturas que den cuenta de su historia.
Así se descubrirá, entre otras cosas, que en la residencia (actualmente en manos privadas) se celebraron todo tipo de reuniones relevantes: encuentros de empresarios, fiestas de casamientos de los miembros de la familia, encuentros sociales o conciertos de música clásica. En uno de sus salones, de hecho, debutó la Camerata Bariloche en 1967 que, entre sus paredes de nogal, sus arañas de cristal y sus altos techos, volvió a 50 años de la formación lírica, en el año 2017.
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