SEBASTIAN GALIANI
Repasando Micro I: La devolución del IVA a beneficiarios de la AUH y jubilados
En colaboración con Martin Caruso (UNLP)
Hace unos meses criticábamos la forma en que el gobierno implemento los aumentos en las tarifas de luz y gas porque no terminaban de resolver las distorsiones existentes en los precios relativos que perciben los agentes económicos. En dicha entrada, argumentábamos que, al sostener precios artificialmente bajos, se estaba fomentando a un consumo excesivo de energía que constituía una pérdida de eficiencia pura y diluía el valor del subsidio. Esto era aun más grave pues existe un diseño superior, donde todos estamos mejor y nadie está peor.
Además del caso de las tarifas a los servicios públicos, ese mismo error técnico se repite en la devolución del IVA a beneficiarios de la AUH y jubilados. La ley 27.253 contempla una devolución del IVA pagado sobre el consumo de alimentos y productos básicos de hasta $300 por mes. Nuevamente, vemos que se comete el mismo error que en el caso de las tarifas: la devolución del IVA genera que el precio de los bienes alcanzados por la medida se vuelva más bajo que el de otros bienes. Esto lleva a un mayor consumo de dichos bienes, el cual es independiente del aumento de ingresos de las familias. Este exceso de consumo se debe a que los precios fallan en cumplir su rol principal, que es reflejar la escasez relativa de los bienes. El resultado de esto es una pérdida de eficiencia económica.
Adicionalmente, debe tenerse en cuenta que la gente pobre por lo general hace sus compras en comercios que operan informalmente, lo cual dificulta aun más el objetivo de mejorar el nivel de vida de las familias con menores ingresos. Asimismo, para acceder al beneficio es necesario efectuar la compra con tarjeta de débito que es una práctica poco habitual en la población objetivo. En definitiva, el diseño del programa tiene un número importante de fallas que redundan en una menor efectividad del mismo.
Si bien el objetivo de transferir ingresos a los hogares de bajos recursos nos parece loable, es importante reconocer que una mala instrumentación genera costos innecesarios que deben evitarse. De hecho, los libros más de microeconomía I nos enseñan que aumentar el ingreso percibido a través de la AUH o la jubilación sería un mecanismo más eficiente que reducir el IVA. Esta es una aplicación de lo que los economistas conocemos como Segundo Teorema del Bienestar, según el cual las asignaciones eficientes se alcanzan a partir de transferencias de ingresos, y no de distorsionar los precios relativos. Las ganancias de eficiencia obtenidas pueden encausarse a una combinación de dos objetivos: o bien maximizar el impacto en el bienestar de los beneficiarios dado un costo fiscal, o bien generar el menor costo fiscal para una mejora en el bienestar dada.
Quienes se encargan de diseñar políticas sociales deberían tener en cuenta un principio muy simple. En general, una política efectiva es aquella que es capaz de transferir ingresos, sin distorsionar precios.
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