jueves, 27 de octubre de 2016

OBSCENOS ENTRETELONES TECNOLÓGICOS


Algunos libros se ocupan de mostrar los "trapitos sucios" de esta usina de talentos, donde no todo es lo que parece; entre otras cosas, hacen una dura crítica al mundo de los emprendedores y a ciertas miserias que los rodean
Desde las descripciones de las novelas y ensayos de Tom Wolfe hasta los más recientes best sellers de Michael Lewis, el mundo de los todopoderosos operadores de Wall Street fue viviseccionado en detalle por decenas de escritores que desnudaron para el gran público las virtudes y defectos del otrora centro del poder global. No parece suceder lo mismo con el nuevo núcleo de influencia mundial, Silicon Valley, sobre el cual la literatura que cuenta sus secretos es mucho menos voluminosa.

Esta es una de las razones por las cuales el libro Chaos Monkeys: Obscene Fortune and Random Failure in Silicon Valley (Harper Collins, 2016) (Monos caóticos: fortunas obscenas y fracaso azaroso en Silicon Valley) se convirtió en un éxito de ventas y en un tema de conversación obligado en el ámbito de los emprendedores y tecnólogos. Su autor, Antonio García Martínez, es un egresado en Física, comenzó su carrera profesional trabajando en Goldman Sachs hasta que en 2008 decidió probar fortuna en la Costa Oeste. Primero con su propia start up, AdGrok, que terminó vendiendo antes de ir a trabajar por dos años en Facebook. En la empresa de la red social duró dos años
Conocedor de la verdadera cocina del mundo de las empresas digitales, García Martínez se dedica a correr el velo de la parte más glamorosa del éxito del valle para mostrar su cara más desagradable, una hoguera de vanidades donde hacer -desde un emprendimiento- un producto o un servicio concreto y valioso importa mucho menos que llamar la atención de los gigantes como Google, Twitter o Facebook para ser eventualmente comprado. El libro, de más de 500 páginas, no deja títere con cabeza y está dedicado "A todos mis enemigos, sin los cuales no hubieran sido posibles estas páginas".
Para el autor, una start up es menos una realidad concreta que el "humo" que genera a su alrededor. El título del libro hace referencia a un programa de software que se utiliza para medir por muestreo la resiliencia de los sistemas de computación, pero es un tiro por elevación a la pretensión de "meritocracia" de la nueva economía: para García Martínez hay un claro componente de azar en el éxito de estas firmas, que luego es exacerbado por las economías de red propias de la era digital. Una de las partes más logradas del libro es cuando describe a los multimillonarios que trabajaron en Google desde el principio, salieron y circulaban por el valle desesperados por demostrar con alguna nueva start up que lo de ellos no había sido cuestión de suerte.
"La escena de las start ups, por detrás de sus pretensiones de trasparencia, de innovación ante todo y de contracultura de renuncia al bienestar material, tiene como protagonista a un grupo sorprendentemente conservador", escribe. En un extremo, compara a muchas compañías de tecnología con las Cuba o China de 1965, "con multitudes motivadas y siguiendo ideales que bajan líderes no cuestionados y reverenciados". Con algunos detalles deliciosos: las heladeras de Facebook para empleados están repletas de la bebida favorita de Mark Zuckerberg, el Gatorade Lima Limón, aunque no las agarra nadie.
No es casual que este espíritu crítico venga de un "insider". En su momento, el creativo y escritor francés Frédéric Beigbeder fue despedido de manera fulminante de la agencia publicitaria en la que trabajaba en París luego de publicar 13,99 euros, una radiografía descarnada del mundo del marketing y de la sociedad de consumo.
Tres meses atrás, durante una charla para un grupo de clientes de un banco, el empresario y tecnólogo Santiago Bilinkis sorprendió a su audiencia con una visión muy crítica y desmitificadora del ámbito del "emprendedorismo". Bilinkis, fundador en su momento de Officenet y divulgador de la agenda del futuro en espacios como la revista dominical de la nacion o el programa Basta de todo, contó que hay una "falsa verdad" que se difunde desde el mundo start up y desde sus historias mediáticas más glorificadoras, de que un camino de emprendedorismo está correlacionado con uno de felicidad. "Esto claramente no es así: uno puede ser muy feliz como empleado toda su vida, depende de cada tipo de personalidad", sostuvo. Esta imagen de "mundo feliz" también se promueve a menudo desde las escuelas de negocios, donde se ven casos de éxito y donde para graduarse se llama a diseñar un "plan de negocios" que hoy, en la práctica, para Bilinkis, "no sirve para nada".
La puesta en duda de los mitos llegó a la médula de la autocomplacencia emprendedoril argentina: que somos una sociedad con mucha iniciativa porque logramos construir cuatro de los siete unicornios (empresas con más de US$ 1000 millones de valuación) que hay en América latina (hay dos más en Brasil y uno en Chile). Este fue hasta el eje del cierre del Foro de Inversión que se desarrolló dos semanas atrás en el CCK, en el que el presidente Mauricio Macri dialogó con los CEO de los cuatro unicornios locales: Mercado Libre, Despegar, Globant y OLX. En su presentación, Bilinkis también repartió munición contra la "agenda unicornia". Para empezar, el "N" -el tamaño muestral- de siete es muy bajo para sacar una conclusión de si a partir de este fenómeno somos o no los campeones del emprededorismo regional.
Y segundo: de los cuatro casos mencionados, sólo OLX se creó en los últimos diez años. Para el creador de Officenet, la eficiencia de los inversores de riesgo argentinos "deja mucho que desear", y cree que una política estatal que subsidie y comparta el riesgo puede no ser una buena idea en tanto no se corrijan problemas de incentivos y de coordinación que hacen que muchas veces se aloquen los fondos de manera poco eficiente.
Volviendo a Chaos Monkeys, el libro, al igual que su objeto de críticas, está lejos de ser perfecto. Entre otras características cuestionables, García Martínez abunda en comentarios misóginos (llama a una compañera asiática en Facebook que le gustaba "mi premio"), y se preocupa demasiado por parecer cool todo el tiempo afirmando que es "la persona menos cool del mundo".
El autor carece, también, de la elegancia de un Wolfe o de un Lewis, que despanzurran a los millonarios de Wall Street con sutileza, sin despeinarse y sin mancharse con sangre sus trajes. En ese sentido, el "Poker del mentiroso" de Silicon Valley está aún por escribirse. Pero es una buena apertura de compuerta hacia un torrente de literatura que seguramente veremos crecer en los próximos años, que muestre la cara oculta y menos difundida del valle de los sueños y de los milagros.
S. C.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.